𝘊𝘢𝘱í𝘵𝘶𝘭𝘰 46

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Batallas y heridas
⋇⊶⊰ 🍃 ⊱⊷⋇

Luego de presenciar los horrores que el reinado de Saruman en Rohan había llegado a causar gracias a dos pequeños niños que llegaron agotados en un caballo, Théoden estaba seguro de que la guerra se avecinaba.

Sin querer escuchar más consejo, el monarca decidió que el pueblo debía evacuar al abismo de Helm, fortaleza que los había librado en muchas batallas en el pasado, pues estaba construida con una pared de piedra muy gruesa, y era prácticamente impenetrable.

Gandalf había decidido irse sin decir a dónde, dejando como única instrucción mirar hacia el oriente en el amanecer del quinto día.

En aquellos momentos todos caminaban hacia el abismo, la mayoría con una lúgubre actitud al saber que se avecinaba una batalla cruel. _______, por su parte, caminaba junto a Philip, su caballo, acariciando dulcemente su crin grisácea. De repente, sintió una cálida mano un poco más grande que la suya posarse encima, desvió su mirada, encontrando a Legolas, quien le sonreía con un claro deseo de hablar.

-______, ¿finalmente me dejarás hablar contigo?- cuestionó con plenitud de esperanza, sus ojos suplicantes la observaban con intensidad.

La elfa lo observó titubeante durante unos segundos, pero esta vez su rencor todavía pudo más que su deseo de volver a los brazos del príncipe. Apartó su mano de debajo de la de Legolas rápidamente, no soportando lo mucho que su corazón había comenzado a palpitar con aquella calidez tan familiar.

-No tenemos nada de qué hablar- suspiró, aunque esta vez no habló con un tono tan hostil como solía hacerlo. Se escuchaba indecisa, como si aquellas palabras estuvieran dirigidas más a sí misma que a Legolas.

-Yo creo que sí- insistió él -Durante meses me has evitado, no te culpo, pero me gustaría que me escuches. Hay algo que debo decirte, algo que...

-Legolas- murmuró ella, con un tono levemente entristecido -Por favor no insistas. Tus palabras no harán más que lastimarme. Déjalo así.

No lo dejó decir más, pues rápidamente aceleró el paso de su caballo y se adelantó, dejándolo atrás. Legolas suspiró, rindiéndose por el día al notar como la princesa de Rohan se había acercado a la elfa, y tuvo que volver a resignarse a simplemente observar.

🍃

Luego de algunas horas de caminar, _______ notó que su esfera de cristal desprendía una blanquecina luz en su bolsillo. Al sacarla, notó que trataba de advertirla de los orcos que planeaban una emboscada sobre ellos, así que luego de avisarle al pueblo de Rohan, todos se prepararon para la batalla. Los orcos se acercaban rápidamente, montando sus huargos y acercándose desde una colina lejana. Rápidamente el rey mandó a su sobrina a encargarse de llevar al abismo a todos los que no podían pelear, y ella, a pesar de querer quedarse y luchar, se vio obligada a acceder.

Fue entonces que comenzó la inesperada batalla. Los lobos de Isengard se abalanzaban sobre los caballos de Rohan, desgarrando sus pieles, y los orcos que los cabalgaban se encargaban de descabezar al jinete. Por su parte, los guerreros de Rohan lanzaban lanzas que se enterraban muy profundo en la pieles de sus enemigos. El choque de espadas contra los machetes de los orcos se escuchaba con un singular sonido metálico que inundó la escena.

_______ soltaba flechas a diestra y siniestra, eventualmente también sacaba su espada y decapitaba a muchos orcos y huargos. Debía admitir que la adrenalina que le generaba volver a formar parte de una pelea así la emocionaba, e incluso se puede decir que reía mientras se divertía asesinando orcos.

Para su desdicha, la batalla no duró demasiado. Los orcos optaron por retirarse, y ahora solo quedaban los incontables cuerpos tanto de caballos como hombres y orcos sangrando en el suelo. Fue entonces que ________ entró en consciencia de la cantidad de vidas que se habían perdido, y lo único que la preocupó fue encontrar a sus amigos.

El silencio que ahora reinaba era preocupante, pero afortunadamente logró divisar a Legolas y Gimli en la distancia. Rápidamente corrió hacia ellos, encontrándolos interrogando a un orco moribundo que agonizaba en el suelo.

-¿Qué sucede?- cuestionó al llegar, no ignorando los semblantes tan sombríos de sus compañeros -¿Dónde está Aragorn?

Legolas no respondió, pero la acción de recuperar el collar de Aragorn que el orco sostenía en una mano había dicho suficiente. Los tres corrieron al acantilado que estaba cerca, asomándose con cuidado. No había rastro de cuerpo alguno allá abajo, pues la corriente del río era caudalosa y fuerte.

Prontamente el rey Théoden estaba junto a ellos, frunciendo el ceño al entender la actitud de los tres montaraces a su lado.

-Recojan a los heridos- el rey instruyó a sus hombres -A los muertos, déjenlos.

Tanto Legolas, como Gimli y _______ le lanzaron unas miradas llena de tormento. ¿Cómo dejarían a los muertos ahí tirados? ¿Acaso Aragorn no merecía un entierro digno? ¿No merecía que por lo menos buscaran su cuerpo entre las rocas del río?

Suspirando, el rey le dio una palmada al hombro de Legolas y se retiró. Los tres aún observaban el acantilado con incredulidad. Gimli se había quitado su casco, Legolas estaba en completa negación, y _______ miraba a la nada con ojos cristalinos, no importándole la cantidad de lágrimas que caían al suelo silenciosamente.

Se quedaron allí un buen rato, hasta que se dieron cuenta de que era inútil seguir observando el río como si Aragorn fuera a aparecer de la nada. Simultáneamente, los tres se fueron de la escena.

Legolas le lanzó una mirada a la sollozante ______ que trataba de amortiguar su llanto al morderse la lengua; se sintió tentado de abrazarla y acariciar su cabello para confortarla, pero se resistió. Sin embargo, cuando la observó no pudo evitar notar la sangre que impregnaba la tela de la manga de su túnica. La tela estaba rasgada, y podía observarse parte de su carne abierta.

-Estás herida- murmuró el elfo, sus ojos llenándose de una nueva preocupación. _______ bajó su mirada a su brazo, notando que Legolas tenía razón. Ni siquiera se había dado cuenta, el dolor de perder a Aragorn había sido mucho mayor.

-Estoy bien- aseguró, no diciendo nada más mientras se adelantaba a sus compañeros.

Por el resto del camino hacia el abismo de Helm ninguno musitó palabra, apenas y siendo conscientes de todas las energías que deberían recuperar para la gran batalla que aún se avecinaba, y de la cual no había cómo escapar.

𝔗𝔥𝔢 𝔖𝔦𝔩𝔢𝔫𝔱 𝔓𝔯𝔬𝔪𝔦𝔰𝔢 || ᴸᵉᵍᵒˡᵃˢ ᴳʳᵉᵉⁿˡᵉᵃᶠDonde viven las historias. Descúbrelo ahora