Ecos Del Corazón

-8-

La luz de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación donde Paul y Gene habían pasado la noche. Gene, ya despierto, estaba sentado en el borde de la cama, abrochándose la camisa con expresión indiferente. Paul, todavía dormido, comenzó a moverse lentamente hasta que sus manos encontraron la cintura de Gene y lo rodearon con calidez.

Gene soltó un suspiro, y con voz seca, dijo:

GENE: Suéltame Paul, no quiero que me toques.

Paul, sorprendido por el comportamiento de Gene, se levantó rápidamente de la cama y se colocó frente a él, visiblemente molesto.

PAUL: ¿Qué pasa, Gene?
¿Ahora qué hice?

Gene terminó de abrocharse la camisa y miró a Paul con frialdad.

GENE: Nada, no has hecho nada. Solo recuerda que no somos pareja. No soy gay. Simplemente eres una diversión para mí. Ya que Ace no está, tú eres mi nuevo juguete.

Las palabras de Gene golpearon a Paul como una bofetada. La decepción y la ira se reflejaron en sus ojos mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Sin pensarlo dos veces, Paul levantó la mano y le dio una bofetada a Gene.

PAUL: ¿Eso es lo que
piensas de mí?
¿Que solo soy un juguete para ti?

Gene tocó su mejilla, donde el golpe de Paul había dejado una marca roja. Se mantuvo en silencio por un momento antes de responder.

GENE: Mira, Paul, no hagas esto más complicado de lo que es. Lo que pasó anoche fue solo una distracción. No significa nada.

PAUL: ¿Una distracción? ¿Eso es todo lo que soy para ti? ¡He sido tu amigo y compañero de banda por años, y me tratas así!

Gene se levantó de la cama, su expresión fría e imperturbable.

GENE: No te pongas dramático. Sabes cómo son las cosas en esta banda. Todos necesitamos algo para pasar el tiempo, y anoche, tú fuiste ese algo.

Paul dio un paso atrás, sintiéndose herido y traicionado.

PAUL: Nunca pensé que fueras tan insensible, Gene. Te has convertido en alguien que no reconozco.

GENE: Siempre he sido así, Paul. Solo que nunca lo viste. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer.

Gene se dirigió a la puerta sin mirar atrás. Paul se quedó allí, tratando de asimilar todo lo que había pasado. La ira y la tristeza se mezclaban en su interior, y sintió una ola de arrepentimiento por lo que había ocurrido entre ellos.

PAUL: Gene, espera... -Su voz temblaba con una mezcla de emociones- ¿Eso es todo? ¿Simplemente vas a irte como si nada?

Gene se detuvo en la puerta y giró ligeramente la cabeza, sin mirarlo directamente.

GENE: Sí, Paul. Eso es todo. No hagas esto más difícil.

PAUL: No puedo creer que todo esto no signifique nada para ti.

GENE: Lo siento, Paul. Pero así son las cosas.

Sin más palabras, Gene salió de la habitación, dejando a Paul solo con sus pensamientos. Paul se dejó caer en la cama, sintiendo el peso de la noche anterior y las palabras de Gene. Se preguntó si alguna vez podría volver a ver a Gene de la misma manera, y si su amistad y relación en la banda podrían sobrevivir a esto.

Las horas pasaron lentamente, y Paul se quedó allí, intentando procesar lo que había sucedido. Los recuerdos de la noche anterior volvían a su mente, mezclados con la fría realidad de la mañana. Sentía un nudo en el estómago, una mezcla de tristeza y furia que no podía sacudirse.

PAUL: ¿Cómo pude ser tan ciego...? -murmuró para sí mismo- Debería haber sabido que Gene nunca cambiaría...

Finalmente, Paul decidió que no podía quedarse en la habitación todo el día. Se levantó, se vistió y salió del cuarto. Necesitaba un respiro, un momento para aclarar su mente lejos de los recuerdos y de la presencia de Gene. Bajó al vestíbulo del hotel y salió a la calle, el aire fresco de la mañana le dio un poco de claridad.

Mientras caminaba, Paul se dio cuenta de que, aunque la noche anterior había sido dolorosa, también le había mostrado una verdad que necesitaba enfrentar. Gene nunca cambiaría, y Paul tenía que aceptar eso para seguir adelante. Se prometió a sí mismo que, aunque seguirían siendo compañeros de banda, no dejaría que Gene volviera a usarlo como un juguete.

PAUL: Esto termina aquí.. -se dijo con determinación- No dejaré que me trate de esa manera otra vez.

Con esa resolución, Paul sintió una nueva fuerza interior. Volvió al hotel con la determinación de enfrentar lo que viniera, sabiendo que, aunque el camino sería difícil, estaba listo para luchar por su dignidad y por lo que merecía.