Ecos Del Corazón

-32-

Ya era de mañana. La pareja aún seguía durmiendo hasta que Eric empezó a despertar. Otra vez tenía ganas de llorar. Estaba muy deprimido. No quería preocupar a Bruce, que aún estaba durmiendo, por lo que se levantó y se dirigió al baño. Se metió a la ducha, y mientras el agua caía, Eric se sentó en una esquina de la ducha. Tenía en su mano una pequeña caja, en la que, en su interior, tenía la pequeña cuchilla que usó una vez antes. La sacó y empezó a cortarse, mientras sus ojos, poco a poco, comenzaban a soltar pequeñas lágrimas. El agua se tornó de un rojo claro a medida que la sangre se mezclaba con el agua.

Finalmente, Eric guardó la cuchilla y tiró la caja detrás del lavadero. Comenzó a llorar, y el sonido del agua cayendo no lograba ahogar sus sollozos. A medida que lloraba, el sonido se hizo más fuerte y podía escucharse desde el interior del cuarto, lo que hizo que Bruce se despertara. A los minutos, la puerta se abrió y apareció Bruce. Eric se quedó helado al ver que su pareja estaba presenciando esa terrible escena. Bruce se dejó caer mientras se acercaba a Eric, su rostro una mezcla de preocupación y dolor.

BRUCE: -desesperado- ¿Qué has hecho?

ERIC: -llorando, temblando- Bruce, no es lo que parece...

BRUCE: -con voz firme, acercándose más- Eric, mírame. ¿Por qué hiciste esto?

Eric comenzó a llorar más fuerte, sus sollozos resonando en el baño.

ERIC: -desesperado, con lágrimas rodando por sus mejillas- No puedo soportarlo más, Bruce. Siento que algo malo va a pasar, estoy seguro. No puedo con esto. Todo me supera.

Bruce se acercó más y lo abrazó, sintiendo el agua tibia y los sollozos de Eric contra su pecho. Lo sostuvo con fuerza, tratando de transmitirle su calma y seguridad.

BRUCE: -con ternura, acariciando su cabello-
Tranquilo, mi amor. Estoy aquí. No estás solo. Estoy contigo.

ERIC: -sollozando, aferrándose a Bruce- No sé qué hacer... me siento tan perdido. Todo es demasiado para mí.

Bruce continuó abrazándolo, sus manos acariciando suavemente la espalda de Eric.

BRUCE: -con voz suave, consolándolo- Vamos a superar esto juntos. Necesitas recordar que no estás solo. Ahora báñate tranquilo y luego te voy a curar esas heridas.

Eric asintió lentamente, sus sollozos disminuyendo mientras sentía el apoyo incondicional de Bruce. Después de unos minutos bajo el agua caliente, Eric se sintió un poco más calmado. Cerró la ducha y se envolvió en una toalla, saliendo del baño. Bruce estaba esperando en la habitación, con una expresión de preocupación mezclada con determinación. Había preparado un pequeño botiquín de primeros auxilios y una silla junto a la cama.

BRUCE: -sonriendo suavemente- Ven aquí, vamos a curar esas heridas.

Eric se acercó y se sentó en la silla, dejando que Bruce examinara los cortes en su brazo. La habilidad y la ternura con la que Bruce trabajaba hacían que Eric se sintiera un poco más seguro. Bruce comenzó a limpiar cuidadosamente los cortes, aplicando desinfectante y luego vendándolos con cuidado.

BRUCE: -mientras limpia y venda las heridas- Eric, vamos a superar esto. Necesitas recordar que no estás solo. Tienes a los chicos, tienes a mí. Siempre puedes hablar conmigo, no importa lo que sea.

Eric asintió, sus ojos llenos de gratitud y alivio.

ERIC: -con voz temblorosa- Gracias, Bruce. No sé cómo agradecerte por todo lo que haces por mí. No sé qué haría sin ti.

Bruce: -mirándolo a los ojos, con firmeza- No tienes que agradecerme nada. Te amo y siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.

Después de que Bruce terminó de vendar las heridas, se levantó y abrazó a Eric con fuerza. El calor y la seguridad del abrazo hicieron que Eric se sintiera un poco más esperanzado, aunque sabía que el camino hacia la recuperación sería largo.

BRUCE: -susurrando en su oído- Ahora, ¿te parece si descansamos un poco más? Ambos necesitamos dormir un poco más y recuperar fuerzas.

Eric asintió, sintiéndose agotado tanto física como emocionalmente. Los dos se acostaron en la cama, abrazados. Bruce acariciaba el cabello de Eric, murmurando palabras de consuelo hasta que ambos se quedaron dormidos nuevamente, buscando en el sueño un respiro de la angustia que los había envuelto esa mañana.