04. estoy cansado

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El miércoles de la semana siguiente, al acabar las clases, Juanjo esperó como cada día a que su hermana y su mejor amigo se dignaran a aparecer, frustrado por como el aparcamiento se vaciaba a su alrededor mientras él seguía ahí. 

Un día se marcharía y le daría igual que tuvieran que volver andando, Juanjo lo juró.

No había sido una buena mañana, porque había tenido un examen sorpresa de matemáticas que realmente no esperaba tener, y no podía permitirse bajar su media si quería entrar a la universidad el año que viene. Se sentía malhumorado, a sorpresa de nadie, y cualquier mínimo estímulo podría sacarlo de sus casillas. Como por ejemplo, el rayo de sol que apuntaba de forma directa a su cara, a pesar de estar a mediados de enero. O la música estridente que sonaba a través de las ventanillas de un coche cerca de su derecha.

Soltó un suspiro de alivio cuando vio a los dos chicos aparecer. Ruslana caminaba emocionada, gesticulando de forma exagera con sus brazos mientras hablaba de algo. Y Martin, como siempre, andaba con sus manos agarrando las asas de su mochila, como un niño pequeño escuchando a su mejor amiga contarle algo, como si fuera a perder el equilibrio si no se sujetaba a algo. 

Juanjo se sintió en alerta casi al momento. Había pasado ya más de media semana desde aquel inconveniente, pero sus nervios no se habían relajado ni un poco. Estaba totalmente paranoico, y descansaba fatal por las noches. Aún no se hacía a la idea de que Martin pudiera ir por ahí sabiendo lo que sabía. Se había pasado los días vigilándoles en cuanto tenía la oportunidad, buscando cualquier señal que le indicase que Ruslana lo sabía. En la cafetería, por los pasillos cuando los veía, en los trayectos en coche, cuando Martin iba por la tarde a su casa... Sobre pensar tanto lo estaba conduciendo a la locura, y sus pulmones podrían explotar si se fumaba un solo cigarro más. 

Pasaron a su lado sin siquiera decirle nada, adentrándose en el coche casi a la vez. Juanjo tuvo que respirar varias veces antes de abrir la puerta del conductor. 

"Pero te lo juro, Martin. Que te ha mirado, de verdad. Ha girado la cabeza y literalmente te ha sostenido la mirada durante unos segundos. No estas loco."

El mayor frunció el ceño, perdiéndose un poco sobre lo que sea que estaban hablando. Quiso preguntar, pero eso hubiera sido raro, y hubiera estado fuera de lugar. Además, la conversación murió ahí, por que ninguno de los dos más pequeños quisieron decir nada más delante de su presencia. 

Subió el volumen de la música para disimular el silencio, y cuando llegaron a casa de Martin, Juanjo tuvo que apretar los labios ante su extremada lentitud para bajar del vehículo, una vez más. 

El mayor ya había comenzado a acelerar de nuevo cuando Martin apenas y había cerrado su puerta, ganándose una mala mirada por parte de Ruslana. Cuanto menos tiempo estuviera con ella mejor.

"Podrías ser más amable con él, ¿sabes?" le echó en cara, una vez habían entrado a su casa.

Su madre terminaba de servir la comida en la cocina, y no tardó en dedicarles una mirada de reojo. Por otro lado, su padre, David, dejó escapar un suspiro, mientras ayudaba a poner la mesa. Ambos sabían lo que se avecinaba . Ruslana y Juanjo no podían mantener una conversación amable ni aunque lo intentasen.

"Es que me pone nervioso, joder."

"Lo que a ti te pasa es que eres un amargado, Martin no te ha hecho nada."

"Siempre está dónde nadie le llama"

"Más quisieras tener a alguien como él en tu vida. Si has tenido un mal día no lo pages en los demás" su hermana había comenzado a ponerse roja, presa de la rabia.

Guilty as Sin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora