33. tener que separarse después de verano

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Lo primero que hizo Martin al despertarse fue quedarse embobado con el rostro que dormía pacíficamente frente a él. Lo segundo, ya después de desperezarse y terminar a abrir los ojos, llamar a Ruslana.

Se sintió terriblemente mal cuando vio que le había escrito la noche anterior. Había estado demasiado ocupado como para darse cuenta. Le decía que había discutido con su padre, que no podía dormir y que si podía ir a su casa a pesar de las horas, que tenía que hablar con él. No dudó cuando buscó su nombre entre sus contactos y presionó el botón, esperando que estuviera despierta. Su mejor amiga solía despertarse temprano incluso los findes de semana, y ya eran las diez, así que dio por hecho que le contestaría.

Se escapó de entre los brazos que le rodeaban para sentarse a un lado de la cama, intentando alejarse para no despertarlo. Mientras escuchaba los pitidos de la llamada retumbar contra su oreja derecha se permitió mirarlo por encima del hombro. Tenía los labios entreabiertos y el pelo más despeinado aún que la noche anterior. Extendió la mano para cubrirle bien con las mantas, siendo que al moverse Martin lo había destapado por los hombros. La escasa luz que se colaba por la persiana a medio bajar era suficiente para bañarle el rostro de forma delicada e hipnotizante.

"Siento no haberte contestado anoche, ya estaba dormido" habló en cuanto escuchó la señal de que acababa de cogerle la llamada. "¿Que pasa? ¿Está todo bien?"

A Ruslana solía importarle todo más bien poco. Era una chica dura y no solía achatarse con nada ni con nadie. Tenía mucho carácter, y siempre decía las cosas como las sentía. Tal vez era ese el problema. Que era muy emocional y que vivía las cosas con mucha intensidad, de ahí su manera de moverse por el mundo como lo hacía, siendo siempre sincera y recelosa.

Pero si había algo en lo que flaqueaba era su familia. Y una vez más, igual que Juanjo, sentía la necesidad de buscar su aprobación en todo lo que hacía. Martin lo sabía, porque había estado conociendo a la pelirroja toda su vida, y porque siempre había observado el comportamiento de los dos chicos dentro de aquellas cuatro paredes. Juanjo no era la misma persona cuando estaba en su casa a cuando estaba en la calle. Y Ruslana igual. Siempre había un matiz que los hacía verse nerviosos durante las comidas o las cenas, como un poco tensos.

El silencio se hizo al otro lado de la línea durante unos segundos, y el vasco dudó de si volver a hablar él. Le pareció oír el sonido de unas sábanas removiéndose, e intuyó que era ella también sentándose sobre la cama. Carraspeó antes de contestar.

"Sí, tranquilo" empezó, pero no pareció muy convincente. "Acabo de despertarme hace nada, y en realidad lo de ayer fue una tontería. Lo exageré mucho, creo. Lo siento si te he molestado."

"Rus, no digas tonterías. Cuéntamelo."

"Es que ahora no me apetece, de verdad."

Martin se separó el teléfono de la oreja cuando volvió a escuchar el silencio absoluto, dudoso de si su mejor amiga le había colgado o no. Los segundos de la llamada seguían corriendo, y él volvió a pegarse el altavoz a la boca. Notaba a la pelirroja rara. Le estaba hablando casi que con cuidado, como escogiendo muy bien sus palabras. Ruslana no era tan seca con él nunca. En otras ocasiones ya hubiera comenzado a despotricar contra sus padres con rabia, buscando quedarse tranquila y soltarlo todo.

"¿Quieres que nos veamos luego, entonces?"

"Como quieras" habló en un suspiro, dando a entender que estaba cansada.

"¿Quieres que avisemos a Kiki y a Paul?" propuso, solo para tantear si la chica prefería que fueran ellos dos solos o le apetecía contárselo también a sus otros dos amigos.

Guilty as Sin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora