09. canguro una vez más

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Era miércoles, y Martin llevaba sin asistir al instituto tres días.

Era todo lo que Juanjo había querido: no tenía que llevar a nadie en su coche y por fin lo había perdido de vista. No más encuentros sin sentido, o conversaciones que acabasen en pelea. Podía escoger la música que él quisiera sin tener que estar escuchando resoplidos en el asiento trasero. Y además, podría fumar todo lo que quisiera porque no tendría a nadie juzgándolo con la mirada.

Desde que Martin se había enfermado Juanjo podía respirar más tranquilo, y juraba que los días tenían incluso más luz. Exceptuando, claro, que echaba de menos a alguien a quien culpar de su mala hostia. O que Ruslana llevaba desde el lunes siendo más pesada con Martin que cuando estaban juntos. Se sentía aburrida sin su mejor amigo, y lo nombraba en voz alta cada vez que podía. Que si como estaría, que si ya había comido... Y Juanjo intentaba recordarle que Martin ya era lo suficientemente mayor como para saber sobrevivir solito a una fiebre, que no moriría y que seguramente dentro de poco tendrían que aguantarlo de nuevo. Pero era en vano, porque Ruslana era un alma en pena sin él.

Un mensaje de Lucas lo sacó de su ensoñación. Le decía que si hoy se quedaría después del entrenamiento un rato, y Juanjo le respondió que si.

Estaba en su cuarto, y terminaba de atar sus zapatillas después de haberse colocado la equipación de su equipo. Eran a penas las seis de la tarde, y se sentía cansado porque la noche anterior había trasnochado para terminar algunos trabajos que tenía pendientes y descuidados. Hizo el esfuerzo, a pesar de no tener demasiadas ganas.

Peinó su pelo por última vez frente al espejo, echándose su mochila al hombro antes de bajar las escaleras. Vio a su madre en la cocina cuando fue a rellenar su botella de agua, pero como parecía ocupada con algo, no le dijo nada.

Juanjo estaba a punto de abandonar la estancia cuando María le detuvo.

"Espera, cariño. ¿Tienes mucha prisa?"

"Eh, no" habló extrañado, y algo en su interior le dijo que debería haber mentido.

"¿Puedes pasarte por casa de Martin y llevarle estos tapers de sopa? El pobre está fatal, a ver si mejora ya que por lo que me contó Rebeca ayer por teléfono estos días apenas y ha salido de su cuarto."

Bueno, es que se lo merece por idiota. No haber salido a las tres de la madrugada en tirantes a la calle.

Se quedó parado durante unos segundos. En sus planes no estaba lo de tener que ver a Martin hasta por lo menos dentro de media semana más. No le apetecía tener que romper su maravillosa racha de cuatro días en paz. Además, estaba comenzando a cansarse de verdad de tener que ejercer como canguro sobre un chico al que le sacaba un año y que iba por la calle con bigote y cámaras analógicas. Simplemente, no. Se había convencido de que esos días sin Martin eran como unas vacaciones, y tener que volver a su casa, dónde encima día atrás su madre los había pillado a punto de pegarse una paliza, pues no le hacía gracia.

Se removió incómodo en su sitio, frunciendo el ceño con evidente disgusto. Su madre lo miró con reproche, y Juanjo se sintió juzgado.

"¿Pero para que? Literalmente su madre es doctora. Yo creo que Martin está muy bien atendido, no necesita que le llevemos sopitas ni nada de eso."

"Juanjo, por eso mismo te lo digo. Rebeca está trabajando todo el día, y el pobre crío está siempre solo ahí. No te cuesta nada llevarle esto, no seas cabezota."

"¿Y Rus? Que se lo lleve ella."

"Se ha ido a casa de Chiara para estudiar y se me ha olvidado decírselo. Pero tu vas a salir ahora, te pilla de paso."

Guilty as Sin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora