Martin soltó un suspiro cansado, concienciándose de la tarde que le esperaba ese jueves.
Acababa de recibir un mensaje de Ruslana que le decía que fuera bajando, que casi iban a salir. Recorrió su calle hasta casi la mitad, deteniéndose frente a la fachada de la casa de su mejor amiga, esperando junto al coche de sus padres aparado en la puerta.
Ese día no hacía mucho frío, a pesar de ser aún enero, por lo que el vasco vestía únicamente unos vaqueros anchos y una sudadera verde oscuro. Se sentía poco ilusionado, martirizándose por no haber sabido dar una buena excusa a tiempo. Debería haber dicho que tenía que cuidar a su perro (inexistente) toda la tarde, o que su padre se había dignado a llamarle por fin y debía de irse de urgencia a Bilbao. Pero en su defensa diría que es que ayer por la tarde Juanjo lo había pillado de imprevisto. Ese tono de voz cordial y sus gesticulación corporal contradictorios habían acabado por volarle la mente. Ni siquiera había sido capaz de concentrarse en toda la tarde, y estaba seguro de que la exposición oral que tenía al día siguiente le saldría desastrosa.
Pero esos son problemas para el Martin del futuro, el de ahora tiene que concentrarse en otras cosas.
La puerta se abrió a su lado, dejando ver a David y María, que se disculparon por la tardanza de sus hijos. Martin estuvo hablando con ellos por unos minutos, hasta que los dos restantes aparecieron.
La pelirroja cargaba con una bolsa para poder cambiarse más tarde al traje de su actuación, y Juanjo, vestido con unos vaqueros azules y la camiseta roja de su equipación de fútbol, también llevaba una mochila a sus espaldas. Ambos la dejaron en el maletero.
"Por favor, siéntate en el medio y evita posibles guerras. Hoy tiene que salir todo bien." su amiga se inclinó sobre su oído, pidiéndole el favor.
Y a Martin no le quedó de otra. Se adentró en el coche con cuidado, como si estuviera a punto de sentarse junto al mismísimo diablo y temiera hacer algún movimiento brusco que acabara por enfadarlo. Lo que no se esperaba fue el fuerte olor a colonia que desprendía Juanjo, o el calor que irradiaba su pierna en contacto con la suya. Visto tan de cerca, sus mejillas parecían estar aún más sonrosadas, y Martin flipó con lo mucho que le brillaba la piel de la cara.
"Levanta el culo, idiota. No puedo ponerme el cinturón" Martin salió de su ensoñación cuando escuchó los murmullos de Juanjo cerca de su oreja. No se había dado cuanta de que, una vez más, se había quedado embobado mirando sus propias manos. Pero es que tenía mucho sueño, apenas eran las cuatro de la tarde.
Con las mejillas calientes, y sintiendo también sus orejas arder de la vergüenza, Martin se levantó un poco en su asiento, carraspeando incómodo ante las manos de Juanjo que buscaban con tranquilidad la hebilla donde enganchar su cinturón, rozándole a él sin querer varias veces.
"¿Ya?" preguntó, exasperado.
"¿Tienes prisa? Con lo lento que eres siempre."
Rodó los ojos, pero no dijo nada. Se sintió aliviado cuando escuchó el click que confirmaba por fin que Juanjo había terminado, después de estar más de un minuto completo molestándole. Y tal vez fue la tirantez que comenzaba a sentir en sus muslos cansados de aguantar su peso en el aire por tanto tiempo, que le pidieron un descanso y lo obligaron a dejarse caer de golpe, atrapando entre el asiento y una de sus nalgas la mano del mayor.
Martin la notó moverse, con la palma extendida y boca arriba, y quiso morirse de la vergüenza.
"Ay, perdona" pero Juanjo no tardó nada en retirarla, arrugando el ceño y mirando instantáneamente por la ventanilla a su izquierda, sin decir nada y ignorándole por completo.
ESTÁS LEYENDO
Guilty as Sin?
FanfictionDonde Martin, un chico distraído y callado, descubre algo que no debería de haber visto o... Donde Juanjo, el hermano mayor de su mejor amiga, no soporta a la gente entrometida