40. el final (literalmente es el final)

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Cuando Juanjo volvió a casa por la noche aún tenía las manos temblando. Y las piernas y las rodillas. Y si se detenía a pensarlo, tal vez hasta las pestañas. No era para menos, Martin era su novio. Su novio. Solo suyo. Martin no era novio de nadie más. Solo de Juanjo. Y se sentía como estar en un sueño, en alguna especie de nube. Muy por encima de todas las cosas, a muchísima altura del suelo, casi tocando el sol. Miraba para abajo y solo podía ver cosas muy pequeñas y sin importancia. Miraba hacia arriba y solo le podía ver a él. Como si aún estuvieran en aquel banco, con la cabeza apoyada sobre sus muslos mientras le decía que sí, que vale, que fueran pareja, que aceptaba. Juanjo le había preguntado y Martin había dicho que sí. No se lo podía creer. Más bien, no se podía creer la felicidad que estaba sintiendo. Era algo nuevo, una emoción totalmente desconocida. Como si tuviera muchas ganas del futuro, de ver que pasaría entre ellos a partir de ese momento. Era como si tuviera ganas de sonreír en todo momento.

Supo que su padre se había ido en cuanto entró a casa. Se aproximaba la hora de cenar y su madre no estaba en la cocina, si no en su cuarto. Entreabrió la puerta, encontrándose a María sentada al borde de la cama, con el móvil entre los dedos y las mejillas tan sonrosadas como siempre. Iguales que las de él. Parecía aburrida, mirando el móvil que tenía entre las manos sin realmente estar viendo nada. Los ojos le orbitaban en algún lugar muy lejos de ahí, y sólo pareció volver a la realidad cuando su hijo se sentó junto a ella. El armario estaba abierto, toda la ropa de David había desaparecido. Así como los marcos de fotos en donde salía él, todos boca abajo o retirados de la pared, el salón luciendo más raro que nunca.

Juanjo sentía que debía hablar con ella, pero en realidad no tenía muchas cosas que decirle. Solo una. El resto ya lo había soltado todo, cuando le dijo todas aquellas cosas el otro día.

"¿Cómo estás?" de todas formas, decidió que empezaría por ahí.

"Bien, cariño. Estoy muy bien" supo que era una mentira. O a lo mejor una verdad a medias. María no estaba ni bien ni mal, estaba como normalmente estás cuando atraviesas un divorcio después de veinte años de matrimonio. Un poco jodida, pero con ganas de empezar de nuevo. O al menos eso supuso Juanjo al verla. No estaba muy seguro, nunca se había divorciado. Lo dio por hecho al ver el estado de la mujer.

Asintió con la cabeza, sin saber muy bien cómo proceder a continuación. Se tomó un par de segundos para preparar sus palabras, analizándolas en su cabeza antes de soltarlas, repasándoselas muy bien.

"Martin es mi novio. Hoy se lo he pedido" siguió pareciendo irreal.

Giró la cabeza para mirar a su madre, estudiando su reacción. María asintió con la cabeza, como si también hubiera necesitado de un momento para procesar aquella información, sonriendo después poco a poco, dejando escapar un suspiro.

"Que bien, mi amor. ¿Estás contento?"

"Mucho."

"Pues entonces yo también. Martin es un buen chico, me alegra que te haga tan feliz" confesó, y su hijo le correspondió la sonrisa, acercándose un poco más a ella en la cama. Acabó por reposar la cabeza sobre el hombro de su madre, sorprendiéndose cuando descubrió lo raro que aquello se sentía, sin saber cuándo había sido la última vez que había tenido una interacción de ese tipo con ella. "¿Algún día me contarás cómo pasó? No tiene porque ser ahora, puede ser mañana. O pasado. O cuando a ti te apetezca. No va con mala intención, pero me pilló por sorpresa cuando... Bueno, cuando lo besaste antes de la obra. No me lo esperaba. Siento que me he perdido muchas cosas de tu vida, hijo. Quiero que me lo cuentes todo."

"Vale" accedió. "Te diré todo de lo que me acuerde."

Ruslana estaba sentada en su cama cuando él entró en su habitación. La música que estaba escuchando retumbaba incluso fuera de los cascos que le envolvían las orejas, así que se sorprendió mucho cuando él se sentó junto a ella, no habiéndolo escuchado llegar. Se llevó una mano al pecho, asustada. Luego lo miró con mucha sorpresa, tal vez con algo de miedo, recolocándose en su sitio antes de destaparse los oídos, mirando a su hermano mayor con expectación.

Guilty as Sin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora