42. Movimientos.

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Bastaron dos días para que hubiera un cambio en la actitud de Mantarraya, donde su angustia y preocupación se veían a un kilómetro de distancia.

-Hey, ¿qué tal? -se acercó Harrison a preguntarle de manera casual-.

-Oh -despertó de sus pensamientos-. Hola, Leah.

-¿Todo bien? Te ves desanimado -comentó con genuina preocupación-.

El adulto suspiró antes de responder.

-No -la miró y Leah notó el cansancio en su mirada-. Anoche tuve que quedarme en casa del sensei Silver porque se metieron a mi departamento.

-¿Qué? -preguntó con atención e inquietud, pues eso no había sido parte de su plan-. Pero, ¿estás bien?, ¿qué pasó?

-Sí, estoy bien -suspiró y continuó cabizbajo-. No pasó nada grave además de que rompieron mi PlayStation.

-Tu... PlayStation... -habló la castaña con lentitud para serciorarse de que era una consola de videojuegos, a lo que Mantarraya asintió-. Oh, wow. Lo... Lo lamento.

Le dio unas palmaditas en el hombro para intentar alentarlo y darle consuelo, pero sus cejas alzadas seguían revelando que pensó que habían cosas más importantes que su PlayStation como para que estuviera así de abatido y, en verdad, había esperado desesperadamente por una reacción diferente que la ayudara a aclarar todo.

-Mantarraya -llamó Silver acercándose hacia ambos con una sonrisa de oreja a oreja-. ¿Qué tal estás?

-Mejor, sensei -respondió tratando de mejorar su ánimo-.

-Eso es bueno. Verás, ayer me encargué del problema -puso una mano en el hombro de Raymond-, y créeme cuando te digo que ya no volverán a molestarte. Te lo aseguro.

Leah apretó su mandíbula, pues sabía lo que querían decir esas palabras y, pensando en lo que Silver le hizo Mantarraya, solo podía imaginar cómo había quedado el señor LaRusso.

-También ordené que cambiaran la cerradura de tu departamento y pusieran más seguros, así que puedes volver hoy si quieres -explicó elocuentemente Silver quitando su mano del hombro de Raymond, mientras Leah estaba enfureciendo por su presencia y sus palabras complacientes-. Aunque, bueno, eres bienvenido en mi mansión cuando quieras.

-Muchas gracias, sensei -sonrió el contrario-. Por todo.

-No es nada -se llevó las manos a su cinturón y los miró a ambos-. Lo que sea por mis estudiantes.

Dio media vuelta y se dirigió hacia los chicos para iniciar la clase, dejando a Raymond con una sensación aliviante y a Leah con unas ganas de gritarle a él que dijera la verdad de una vez por todas y que acabara todo el infierno.

THE CHAMP [Cobra Kai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora