52. Anhelo.

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《Ya está》.

No esperaba que él cortara la distancia, pero Leah no tenía la voluntad, ni las ganas, ni la intención de alejarse.

Aún después de un año sin haberse besado, sus labios parecían encajar tan bien que incrementaban paulatinamente el deseo, haciendo sus respiraciones más profundas y transformando un beso romántico en uno más apasionado y casi desesperado. Para ese punto, Harrison sabía que ya no había vuelta atrás. Su cuerpo le pedía estar con Miguel y eso es lo que haría.

El chico puso una de sus manos en la mejilla de ella, mientras se acercaba aún más. El beso no era lento, ni tampoco muy rápido; era una dosis perfecta de sensualidad para hacerle saber que él estaba completamente decidido y, al sentir cómo ella deslizaba sus pequeñas manos por su pecho, ascendiendo hasta envolverlo por el cuello, supo que ella también lo había decidido.

La tomó con ambas manos por la cintura para acercarla, pero Leah terminó sentada sobre él a horcajadas por movimientos de ambos. Sus cuerpos se pegaron al instante, mientras la castaña jalaba con sutileza los cabellos de la nuca del moreno y él hacía un recorrido con sus manos por sus piernas desnudas.

Con algo de timidez, Leah bajó las manos hasta las caderas de Miguel con el fin de armarse de valor y tomar el borde de su camiseta para quitársela, pero eso no fue necesario. Miguel se despojó él mismo de su prenda porque quería que Leah lo tocara.

Ella se separó un poco para recorrer con sus dedos los pectorales y abdominales marcados de Miguel, generando una pausa para pensar en lo que podían derivar sus acciones, pero cuando sus ojos se encontraron ambos supieron que lo habían aceptado.

Miguel comenzó a devorar el cuello de Leah mientras sus manos aún masajeaban sus muslos y caderas, lo que provocó que la chica empezara a soltar jadeos a la vez que inclinaba su cabeza al lado contrario para darle más acceso a Miguel.

Leah empezó a frotarse contra la pelvis del moreno cuando recuperó parte de su aliento, haciendo que sus partes íntimas rozaran en cada momento y sacándoles más jadeos a ambos que escondían unos sutiles gemidos.

El moreno alzó la mirada y se topó con unos ojos grises que guardaban el deseo de seguir hasta donde sus instintos los llevasen, y eso le gustó. Miguel también quería averiguarlo. Quería saber lo que se sentiría recorrer su cuerpo de esa forma, besar partes de ella que jamás vio y conocer su sabor.

Al igual que Leah hace un tiempo, cuando Miguel tuvo su primera vez con Samantha, pasó por su cabeza la fugaz sensación de que sería Leah la primera con la que viviría la experiencia, pero eso simplemente no pasó y, a juzgar por la manera en que Leah se estaba desenvolviendo ahora, supo que esta tampoco era su primera vez.

THE CHAMP [Cobra Kai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora