[ 25 ] - ¿Realmente soy bueno?

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La tercera carrera del año llevó a los pilotos de la Fórmula 1 a Melbourne, Australia, el país natal de Oscar Piastri. El ambiente estaba cargado de energía y emoción, ya que el Gran Premio de Australia siempre había sido uno de los eventos más esperados del calendario. Esta vez, sin embargo, la atmósfera tenía un toque más personal para el rubio.

Desde la llegada al circuito de Albert Park, se respiraba un aire de celebración y orgullo. Los fans locales se congregaron en masa, llevando banderas y pancartas de apoyo para su australiano.
Oscar, con su característico pelo rubio y lacio, y sus ojos marrones brillando de emoción, se sintió profundamente conmovido por el apoyo de su gente.

Lando Norris, a su lado, no pudo evitar sonreír al ver la calurosa bienvenida que recibió su compañero de equipo y novio en secreto. Él también se había preparado especialmente para este fin de semana, luciendo un casco con un diseño temático en honor a Australia, con canguros saltando sobre un fondo azul y dorado, mientras que el casco de su compañero estaba decorado con una elegante representación de la bandera australiana, combinando los colores verde y dorado.

El clima era perfecto: un sol radiante brillaba en el cielo despejado, con una brisa suave que hacía ondear las banderas y refrescaba el aire. La temperatura era agradable, proporcionando condiciones ideales para los pilotos y sus equipos. A medida que caminaban hacia el paddock, ambos compartían miradas y sonrisas, conscientes de la necesidad de mantener la fachada de amigos en público.

Lando se detuvo un momento, observando el bullicio a su alrededor. — Es impresionante, ¿verdad? — dijo, mirando a Oscar. — Toda esta gente está orgullosa de tí por representar el país.

Piastri sonrió, con un toque de nerviosismo en su expresión. — Sí, es increíble. Siempre soñé con correr aquí, frente a mis amigos y mi familia. Es una sensación única.

— Vas a hacer un gran trabajo. — Le aseguró el de rulos, dándole una palmada en el hombro. — Solo recuerda que estamos juntos en esto. Vamos a darlo todo.
El australiano asintió, sintiendo una mezcla de orgullo y responsabilidad.

Mientras avanzaban por el paddock, los fans y la prensa se agolpaban para obtener un vistazo de los pilotos. Ambos se detenían de vez en cuando para firmar autógrafos y tomarse fotos, siempre mostrando una actitud profesional y amigable. Sin embargo, la conexión entre ellos era palpable, incluso en pequeños gestos y miradas cómplices.

Antes de dirigirse a la sesión de práctica, se reunieron con sus ingenieros y mecánicos en el garaje de McLaren, donde se ultimaban los preparativos. Los monoplazas, con sus distintivos colores naranja y azul, relucían bajo las luces del garaje. Los mecánicos revisaban cada detalle, asegurándose de que todo estuviera listo para el desafío que tenían por delante.

Lando tomó un respiro profundo, observando cómo los mecánicos ajustaban las últimas piezas en su auto. — Siempre es emocionante, ¿no? La anticipación antes de salir a la pista.

Oscar asintió, compartiendo el sentimiento. — Sí, cada carrera tiene su magia, pero esta es especial para mí. Quiero dar lo mejor de mí.
Lando sonrió, reconociendo el peso de las palabras de Oscar. — Y lo harás. Vamos a salir ahí y demostrar de qué estamos hechos.

Los dos se prepararon para la primera sesión de práctica, ajustándose los guantes y los cascos temáticos. Antes de ponerse el casco, Lando le dio una última mirada a su compañero, con una sonrisa de complicidad. — Buena suerte.
— Gracias, Landito. Igualmente. — respondió Piastri, sintiendo una oleada de determinación y emoción.

Mientras se dirigían a sus autos, los rugidos de los motores llenaban el aire, señalando el inicio de otro capítulo emocionante en su aventura compartida. Con el sol brillando y el apoyo de los fans australianos, ambos estaban listos para enfrentarse al desafío de Albert Park, sabiendo que, aunque tuvieran que mantener su relación en secreto, siempre estarían juntos en cada vuelta y cada curva de la carrera.

Inefable. - Lando Norris & Oscar Piastri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora