El rugido de los motores ahogaba cualquier pensamiento ajeno en el circuito de Montreal. La emoción en el ambiente era palpable, pero esta vez había algo diferente en el aire, algo que no tenía nada que ver con la competencia por la pole o los tiempos en la pista. Mientras los pilotos tomaban sus posiciones y la parrilla se llenaba, los murmullos sobre el vínculo entre dos de los corredores se intensificaban en cada rincón. La noticia, la historia que todos sabían pero que ninguno había oído directamente de sus protagonistas, había capturado la atención de los medios y de los espectadores de una manera que nadie imaginaba.
El semáforo cambió y los coches se lanzaron con fuerza, pero mientras las ruedas se disputaban cada centímetro de asfalto, las cámaras parecían enfocarse en esos momentos en los que el número 4 y el 81 estaban cerca en la pista, captando cada mínimo movimiento. Todo el mundo tenía algo que decir, cada cadena y cada comentarista se sumaba al debate: los rumores eran la comidilla de la carrera. Algunos periodistas especulaban sin piedad sobre el impacto de esta revelación en el deporte, mientras otros simplemente esperaban que la relación entre los dos pilotos no interfiriera con su desempeño. Sin embargo, los más conservadores lanzaban comentarios fuera de lugar, cuestionando la profesionalidad de ambos en pleno directo.
Aun así, en el circuito, el rugido de los motores era lo único que escuchaban. Desde el asiento, uno de los pilotos mantuvo el enfoque absoluto en la carrera, bloqueando cualquier ruido que no fuera el sonido de su propio pulso y el motor de su McLaren. Para él, nada existía fuera del trazado, solo la pista y el volante, la estrategia y cada curva. Sabía que había una tormenta de comentarios allá afuera, sabía que no tardarían en llegar a sus oídos, pero en ese instante, solo importaba correr, demostrarse que podía.
Desde las primeras vueltas, el piloto al frente marcó su dominio. Max Verstappen mantenía su puesto sin problemas, como siempre; sin embargo, el joven británico con el auto color naranja estaba decidido a no rendirse. Peleó cada vuelta, manteniéndose en un impecable segundo lugar, defendiendo su posición con una concentración que rayaba en lo inquebrantable. Su compañero de equipo, en una brillante quinta posición, realizaba una de las mejores carreras de su vida. Superando a rivales con determinación, dejaba en claro que estaba allí para quedarse.
La emoción fue creciendo a medida que las vueltas avanzaban. Aunque los comentarios seguían, los espectadores también se rendían ante el espectáculo que los pilotos ofrecían en la pista. En la última vuelta, todos en el circuito contuvieron la respiración. Verstappen cruzó la meta primero, seguido de cerca por el McLaren naranja, en una actuación que dejó a todos boquiabiertos. Lando había logrado llegar segundo, con una destreza que pocos podrían igualar. Detrás de él, George Russell aseguraba el tercer puesto, mientras Hamilton cerraba en cuarto, y Oscar, tras una asombrosa carrera, cruzaba la línea en quinto lugar.
Mientras las banderas ondeaban y los tres primeros autos se estacionaban en el podio, la emoción era abrumadora. La multitud se levantó para aplaudir. No había escapatoria para las cámaras ni para los periodistas que captaban cada gesto, cada mirada que lanzaba el segundo clasificado, quien respiraba profundo, en ese momento tratando de mantener una calma digna. El piloto de la quinta posición lo miraba desde el pit, con una media sonrisa de orgullo que no logró disimular.
En el podio, el segundo clasificado recibió su trofeo y miró brevemente hacia el box, como si quisiera compartir el momento con quien había sido su mayor inspiración durante todo el fin de semana. Sus ojos buscaron entre la multitud, y aunque no necesitaba confirmación, supo que, a pesar de todo lo que se dijera, de todo lo que estaban enfrentando, no estaban solos.
Ese día, ambos sabían que no solo habían demostrado ser dignos de las pistas, sino también de enfrentarse al juicio del mundo, dejando claro que su amor no era un secreto vergonzoso, sino una verdad con la que habían aprendido a vivir y, sobre todo, a ganar.
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Inefable. - Lando Norris & Oscar Piastri.
Fiksi Penggemar- Mclaren tendría a sus dos pilotos bien posicionados y listos para la temporada 2024 en la Fórmula uno. Lando Norris y Oscar Piastri ya sé conocían desde el año anterior pero algo había cambiado: Amor. Oscar no tendría problema de enamorarse de un...