Inefable. - Lando Norris & Oscar Piastri.

[ 28 ] - Las galletas <3

Era un fin de semana tranquilo, un respiro en medio de la temporada de Fórmula 1. El bullicio de los circuitos, la adrenalina de las carreras y la presión de los medios quedaban atrás por unos días. Oscar Piastri, se encontraba solo en su departamento, un espacio moderno y minimalista que había elegido para que le diera calma en esos pocos momentos de privacidad que la vida de piloto le concedía.

El sol de la tarde se filtraba a través de las grandes ventanas, bañando todo el lugar con una luz dorada. Era un contraste absoluto con la velocidad y el ruido al que estaba acostumbrado. De fondo, el sonido lejano de la ciudad le recordaba que la vida seguía, pero en ese instante, Oscar estaba lejos de todo.

Caminó descalzo por el apartamento, sus pasos resonando suavemente sobre el suelo de madera. Se sentía extraño tener un día sin horarios estrictos, sin la presión de rendir en la pista, sin los fans ni la prensa alrededor. Pero lo que más invadía su mente en ese momento era Lando.

Oscar suspiró, dirigiéndose al baño. Abrió la puerta y dejó que el vapor de la ducha que había preparado comenzara a llenar el ambiente. Se quitó la camiseta, observando su reflejo en el espejo empañado. Sus ojos marrones, siempre serenos y pensativos, ahora parecían perderse en sus propios pensamientos.

No podía dejar de pensar en Lando, en lo que significaba estar con él. Habían pasado por tanto, desde la emoción y el secreto de su relación hasta las incertidumbres que, en los últimos tiempos, parecían envolverlos cada vez más. ¿Cómo podía ser que una persona le importara tanto?

Entró en la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre su piel. Cerró los ojos y dejó que el calor aliviara la tensión en sus músculos. Durante esos momentos de soledad, los pensamientos sobre Lando se volvían más intensos, más personales. El recuerdo de la última carrera en Miami aún estaba fresco en su mente. La manera en que Lando había luchado, cómo se había aferrado a su deseo de ganar, y cómo había brillado en el podio. Era imposible no admirarlo, pero también imposible no preocuparse por él.

Oscar apoyó la frente contra los azulejos de la ducha, dejando que el agua corriera por su cuerpo. Sabía que Lando estaba lidiando con más de lo que mostraba. Su sonrisa en público a veces ocultaba un peso que solo Oscar parecía notar. Las dudas, las inseguridades, el miedo a lo que otros pensarían si supieran de ellos.

La relación que compartían era algo que lo llenaba de felicidad, pero también de preocupación. Sabía que tarde o temprano la verdad saldría a la luz, y no sabía cómo manejaría Lando todo el caos que podría desatarse. Era reservado, siempre lo había sido, pero con Lando, se sentía vulnerable de una forma que jamás había experimentado. Y, de alguna manera, eso también lo asustaba.

A pesar de todo, había momentos como este, en los que Oscar se permitía detenerse y disfrutar de lo que sentía. Recordó cómo Lando lo miraba cuando creía que nadie más estaba prestando atención, esa conexión silenciosa que existía entre ellos, esa chispa que los unía sin necesidad de palabras. Oscar sonrió, casi sin darse cuenta, mientras el agua seguía cayendo, como si esa memoria lo hubiera tocado en lo más profundo.

¿Cómo algo tan simple podía ser tan significativo? El hecho de que pudieran compartir esos pequeños momentos, esas miradas cómplices, era lo que le daba sentido a todo.

El vapor llenaba el cuarto de baño, envolviéndolo en una especie de neblina que parecía reflejar su estado mental. Por más que intentara concentrarse en otras cosas, Lando siempre volvía a su mente. No era solo la atracción física, aunque esa definitivamente estaba presente; era la conexión emocional, el entenderse sin necesidad de explicaciones. Era el hecho de que, por muy distintos que fueran, juntos se complementaban de una manera única.