[ 32 ] - Sin menciones.

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Lando estaba tirado sobre una colina, sintiendo la brisa fría de la noche acariciar su piel. Había pasado horas dando vueltas sin rumbo por la ciudad, incapaz de regresar a su departamento. Cada vez que pensaba en su novio, su pecho se apretaba como si una mano invisible le estuviera exprimiendo el corazón. El enojo que había sentido horas antes se había desvanecido, reemplazado por una angustia que lo carcomía lentamente. No sabía qué hacer, ni cómo deshacer lo que había dicho.

Max Fewtrell, uno de sus mejores amigos, estaba a su lado, tumbado en la hierba y mirando hacia el cielo estrellado. Ambos habían conducido hasta las afueras de la ciudad para despejarse, aunque en realidad Lando solo necesitaba un refugio donde pudiera desahogarse sin que nadie lo viera.

— Parece que llevas la vida entera sin dormir — comentó su amigo, rompiendo el silencio. — ¿Qué está pasando, Lando? Nunca te había visto así.

Norris suspiró profundamente, frotándose los ojos. La resaca empezaba a golpearlo fuerte. Había bebido más de la cuenta esa noche, más de lo que debería, considerando que tenía práctica al día siguiente. Pero en ese momento, no le había importado. Lo único que quería era borrar, aunque fuera por un rato, el dolor que sentía.

— Me peleé con alguien importante — dijo su voz apenas un murmullo. Se sentía cansado, tanto física como emocionalmente.

Fewtrell frunció el ceño, girándose hacia él. — ¿Alguien importante? No me jodas, ¿quién? ¿Es una chica? Nunca me dijiste que estabas con alguien.

Norris se quedó en silencio un momento, su mirada perdida en las estrellas. No podía decirle la verdad, no todavía. Sabía que podía confiar en Max, pero el miedo seguía arraigado en él. Si lo decía en voz alta, si lo confesaba, entonces todo sería real, y con lo que había pasado esa noche, lo último que quería era complicar las cosas aún más.

— No puedo decirte quién es — respondió finalmente. — Es complicado, Max. Muy complicado.

Max se incorporó, mirándolo con una mezcla de preocupación y curiosidad. — Vamos, Lando. Soy tu amigo. Puedes decirme lo que sea. Además, te conozco bien. Si te peleaste con alguien y estás así de mal, debe ser alguien realmente importante.

Lando tragó saliva, sintiendo el nudo en su garganta volverse más grande. — Lo es. Es... es la persona más importante de mi vida.

Su amigo lo observó en silencio, tratando de descifrar lo que él no decía. — ¿Y qué pasó? ¿Por qué se pelearon?

Lando se recostó nuevamente, pasando una mano por su rostro. El cansancio y la culpa pesaban sobre él. — Dije cosas horribles, Max. Cosas que ni siquiera creo. Solo… me asusté. No sé cómo manejar esto, ¿sabes? Todo es demasiado.

— ¿Demasiado? — Max lo miró con el ceño fruncido, confuso. — ¿Qué fue lo que pasó? ¿Le dijiste que no quieres estar con ella?

Lando cerró los ojos, el dolor en su pecho creciendo al recordar la pelea. — No, no es eso. Lo amo... Lo amo tanto que me asusta. Me asusta que todo se derrumbe si la gente se entera. Me asusta perder todo por esto...

Fewtrell se quedó en silencio un momento, digiriendo lo que acababa de oír. Luego, se dio cuenta de algo. — ¿Lo amas?

Norris abrió los ojos lentamente y asintió, sintiendo una mezcla de alivio y miedo al decirlo en voz alta. — Sí, lo amo. Y lo arruiné todo.

Su mejor amigo lo miró, incrédulo al principio, pero luego asintió con la cabeza, procesando la confesión de su amigo. — Entonces no es una chica.

Lando negó con la cabeza, sintiendo que el peso de sus palabras le arrancaba el aire de los pulmones. — No. Es un chico.

Lo observó por un momento, asimilando todo. Luego, su expresión se suavizó. — ¿Y él te ama también?

Inefable. - Lando Norris & Oscar Piastri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora