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La reunión era al día siguiente en la mañana, tendría que levantarme a las siete de la mañana para estar lista a las ocho porque empezaría media hora después pero mis nervios estaban a punto de explotar muchas horas antes de que fuera a realizarse las nuevas asignaciones para los ciudadanos viudos de la generación del año dos mil quinientos veinte.

-Te ves tensa.- No estaba tocando nada del plato de comida y lo miré a los ojos con el nudo en mi garganta impidiendo que el aire pasara hasta los pulmones.

Ya habíamos llegado de la casa de los padres de Liam y siendo sincera, había sido una visita muy incómoda porque sé que no podía comentar nada raro frente a ellos hasta el mismo castaño se notaba extraño estando al lado de sus papás sin poder expresarse libremente. Sus padres simplemente hablaban de los viejos tiempos de cuando los unieron a los dos en sus asignaciones, también contaban historias arcaicas de su familia y de lo divertido que era su hijo cuando era pequeño, además, que su hermana Sarah que por primera vez conozco, era una chica muy parecida a su hermano físicamente a que me daba un poco de miedo, parecía su propia hija, sin embargo, era una chica tan tímida y dulce que no duró en la sala mucho tiempo mas el momento lo disfrutó con su hermano, sin dejar de abrazarlo por un segundo y cuando nos fuimos, unas lágrimas traviesas aparecieron en sus ojos, haciéndome sentir mal.

Me dijeron que aquel chico castaño de ojos cafés tenía muy entusiasmo cuando era un niño, divertido y revoltoso pero cuando fue creciendo se volvió un poco distante y callado, como si quisiera estar solo todo el tiempo, en mi mente nada más pudo pasar una cosa que explicaba su cambio dramático desde pequeño a adulto.

Liam nunca pudo expresar su diferencia como lo hice yo porque sus padres eran hasta un grado más amantes del sistema que los míos, parecían hasta fanáticos del mismo régimen que ha dañado mi vida. El chico se convirtió en todo lo opuesto de su personalidad, ya que, nunca pudo expresar lo que realmente pensaba y todo aquello causó que su actitud se volviera fuerte y deseadora de alejar a las personas, supongo que pensaba que de esa forma podía protegerse y resguardar a los demás porque al final de todo, eso es lo que él más quería y sé que es un buen chico disfrazado en tatuajes de tinta oscura en su piel aunque aquellos también lo representaban de una manera hermosa y muy artística, realmente amaba esos dibujos indelebles en su lienzo de piel lisa.

Entendía perfectamente que era de esa manera para que nadie se le acercara y llegara a convertirse en seres queridos, de ese modo, él podía actuar más relajado porque era evidente que ese chico se preocupaba demasiado por los demás, algo que los dos compartíamos a la perfección y al no tener personas por quien preocuparse, él estaría mejor.

Los dos éramos más parecidos de lo que alguna vez pude pensar.

El castaño siempre había sido distinto al resto pero quiso ocultar su personalidad ante su propia familia por miedo a lo que dirían, algo que yo nunca hice y me di cuenta que su vida fue más complicada que la mía, eso me llegó bastante profundo causando que me sintiera apenada por pensar que mi vida era la peor cuando no era así.

-Estoy bien.- Sabíamos que era mentira.

-Solo come un poco, no quiero que te enfermes.- Lo vi a sus ojos cafés y sentí como mis nervios se iban desapareciendo.

No podía negar que él me calmaba de alguna manera muy extraña, una manera desconocida y confusa, sin embargo, no me importaba, lo hacía y eso es lo que lo significativo porque me sentía mejor y eso era lo único que pedía aunque sea por unos minutos. Me coloqué el pijama para intentar ir a dormir, me costaría mucho, no obstante, tendría que hacerlo o sino, quedaría como una chica enferma para quien me viera las ojeras o el cansancio en mi cara aunque ya se notaba en mi cara aquellas características aunque siempre existía el maquillaje.