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-Rebecca...

Una voz varonil pero al desconocida comenzó a despertarme de mi profundo sueño, me percaté de que se trataba de Liam, agregado que me daba algunas sacudidas tomándome de los hombros con un toque sin apretar demasiado, que claramente ocasionaban que me despertara más rápido por su gesto molesto.

-¿Qué quieres?- Pregunté sin abrir los ojos pero la luz aun los iluminaba y sabía que ya había amanecido quejándome porque me sentía cansada, como si no hubiese dormido nada en toda la noche y supe inmediatamente que todo era debido al mal día que tuve ayer.

El cansancio inundaba mi cuerpo en totalidad y de verdad solo quería descansar, además de que volver a mi realidad no era nada satisfactorio porque aún las ganas de correr estaban en mi interior, las ganas de escapar nunca desaparecerían y quise llorar al saber que de esto se trataría mi vida desde hoy.

-Tienes que hacerme el desayuno, hoy es mi primer día de trabajo y entro en media hora. Ya estoy hasta bañado y tú todavía estás dormida como si no tuvieras nada que hacer.- Abrí los ojos lentamente y vi la forma de su cuerpo, lleno de tatuajes muy cerca del mío pero realmente no era eso lo que me llamaba la atención, apreté los labios intentando de mantenerme calma.

Una anatomía grande con una toalla en su cadera tapando sus partes íntimas, estaba con el cabello mojado pero igualmente no asimilé la situación, ya que, estaba prácticamente dormida y sin energías de salir de la cama grande y bastante cómoda, sumando el hecho de que realmente odié la forma en que me habló dejándome denigrada.

¿Hoy no era domingo?

-No voy a levantarme...además, es domingo, no trabajas hoy.- Tomé la almohada para colocármela en mi cara e ignorarlo por completo dándole ahora la espalda sin importar que sintiera su mirada sobre mi cuerpo de forma detenida, sabía que me estudiaba pero realmente el cansancio era más fuerte que cualquier cosa que pudiera hacer ese chico.

Quería volver a dormirme.

-¿Qué? Sí, es domingo pero igualmente tengo que trabajar porque hoy empezamos con la instrucción a los puestos de trabajos y el gobierno no quiere perder tiempo.- No me moví.- Por ende a que muchos han salido de baja ya, la noticia fue dicha ayer mismo aunque creo que tú no escuchaste nada, además, eres mi esposa, por consiguiente tienes que hacerme la comida... ¿Qué clase de chica eres? Tienes que comportarte como una mujer casada y adulta.- Su voz era gruesa y el eco era infinito dentro de mis oídos causándome molestia.

Me levanté de golpe con los ojos bien abierto para mirarlo detenidamente conteniendo toda mi furia porque no quedaba duda alguna que ahora estaba hecha un bola de molestia por su comentario machista común de esta época pero no común en mi vocabulario y pensamientos.

¿Trabajo un domingo?

Eso no tenía sentido alguno, otra pista de la explotación poblacional del sistema.

-¡¿Crees que soy tu sirvienta?!- Grité, no obstante, luego asemejé que esto estaba mal dentro de los establecimientos del país, tenía que seguir la corriente en todo.

No podía darse cuenta quién soy, tengo que pasar desapercibida y es lo menos que estoy haciendo ahora. Me estoy poniendo en peligro yo misma sin que nadie haga nada para intentar de sacar mi verdadero yo.

La culpable de cualquier cosa sería yo sabiendo que también arriesgaba la vida mi familia, en de alguna forma eran los que más me importaban mantener a salvo.

-No, eres mi esposa.- Se levantó de la cama, entonces fue cuando vi su torso mojado en una pantalla más amplia y me sentí rara al estar de esta manera con un chico que no conozco, honestamente, con un chico en general.