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La alarma sonó fuertemente y yo abrí mis ojos muy deprisa buscando de inmediato a Liam, evidentemente no estaba a mi lado y tenía que reconocer que la cama se sentía fría y vacía sin él a mi lado, realmente me había acostumbrado a despertarme teniéndolo allí siempre y que sus ojos oscuros fueran lo primero que viera al despertar de mi descansar. Recordé que luego que Liam saliera por la puerta de la habitación, no lo había seguido o llamado, pretendía darle su espacio, ya que, no había mejor cosa que estar en su espacio personal cuando algo así sucede, especialmente porque comprendo el sentimiento. Al final yo también he pasado por cosas similares.

La señora Lydia aunque no éramos familia de sangre, por los lazos de ser su nuera, habíamos coexistido mucho y eso nos unió a tal punto de sentirme para de su familia, como si fuera su propia hija y aunque me molestaba admitirlo, me sentía mucho más apoyada por la familia Klose que por la Klaes, la cual, era la mía biológicamente hablando. Su muerte me dolió mucho, más de lo que pueden creer y lo peor de todo ese acontecimiento asqueroso, fue verla morir antes mis ojos. Aún puedo recordar el sonido de mis lágrimas sonar contra el piso de aquella habitación maldita haciendo que una punzada de dolor se formara actualmente en mi pecho recordando la falta que me hacía esa mujer en mi vida.

-¡Liam!- No hubo respuesta.

Fui al baño, me duché rápido y cepillé mis dientes, me vestí con una falda larga y una camiseta corta aunque no mostraba nada de mi piel. Me hice una especie de moño alto para peinar todos mis cabellos de una manera pulcra, debía admitir que me veía demasiado reglada, sin embargo, hice caso omiso y salí hacia la cocina, así como estaba.

-¡Liam!- Repetí de nuevo pero no había movimiento en la casa.

La preocupación creció dentro de mí, no quería que estuviera por allí solo en ese estado porque lo peor ahora se encontraba rodeando mi mente. Lo que menos quería es que le sucediera algo o que él mismo hiciera una locura, por ende, tomé el celular y marqué el número de Liam que lo sabía de memoria después de tantas llamadas que le había realizado estas últimas semanas.

Mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho, además que el nudo en mi garganta me molestaba notablemente.

-¿Qué pasa?- Después de muchas repicadas fue que contestó aunque sin mucho ánimo en su voz, me partió el alma oírlo de esa manera haciéndome temblar ligeramente.

-¿Dónde estás?- No pretendía presionarlo, sin embargo, quería saber que estaba bien por lo menos físicamente para saber que en cualquier instante puedo buscarlo al sentir una mala sensación porque yo tenía un sexto sentido para ese tipo de cosas.

-En algún lugar.

Las lágrimas comenzaron a invadir mis ojos y me regañé internamente porque no era el momento para ser débil, a lo contrario, tenía que ser muy fuerte para el chico y yo lo haría por él porque sé lo que debe de estar sintiendo ahora mismo al perder una persona que ama, una persona que ni siquiera pudo proteger. Simplemente necesitaba un apoyo, el cual deseaba ser.

-Por favor, regresa a casa, necesito hablar contigo, no me gusta que estés allí afuera en ese estado.- Lo decía muy en serio, aunque no mirara a Liam de alguna manera romántica, lo miraba como un hermano que quería protegerlo sobre todas las cosas que pudieran suceder.

Era uno de los únicos apoyos que recibía en este instante dentro de mi vida, yo tenía la responsabilidad de ser uno para él cueste lo que cueste, además de imaginarme el perder a Eugene me causaba náuseas y un dolor inimaginable.

-Rebecca, en este momento no quiero hablar con nadie, no quiero portarme mal contigo.- Su voz era sutil y llena de dolor, lo reconocí porque yo misma me había escuchado de ese modo seguidamente estos últimos meses.

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