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-Hoy es el día de tu prueba.

Mi madre estaba sentaba en la mesa con el holograma frente a ella. Estaba viendo alguna especie de problema matemático, lo cual sólo lo hacía cuando estaba totalmente aburrida, aunque dijera que era para mejorar su memoria, sin embargo, dentro de mi mente era tan extraño verla haciendo aquello que me causaba emoción cuando ocurría. Todos deberíamos mejorar la memoria y el estudio ayuda enormemente a generar dicha mejora, pero en esta época y en este país, ese no era el caso.

No era posible poder lograrlo o por lo menos, no era posible hacerlo si naces siendo del sexo femenino.

-Supongo... madre. – No pensé mucho en lo que dije a continuación. – Realmente no quisiera hacerla. – Las palabras salieron rápidamente de mi boca sin percatarme lo que implicaban, aunque ciertamente no me arrepentía de demostrar mis sentimientos y pensamientos.

¿Por qué no lo hacía? ¿Por qué no me arrepentía de estar en contra de dicha evaluación puesta por el gobierno?

No quería casarme con nadie extraño, el tener aquella idea vagando por mi cabeza me causaba tensión en todo mi cuerpo, sin importar que existan inmensas probabilidades que me junten con Eugene, ya que la mayoría de las parejas unidas antes de las asignaciones las asignan a través de las asignaciones anuales como pareja oficial.

Por otro lado, no siempre es así e interiormente, siento que yo sería uno de los casos trágicos de Nayfur y eso me daba demasiado miedo.

Todo saldrá mal.

-Lo sé, me lo has dicho varias veces pero sabes que son las reglas. Ya tienes veinte años, te tocaría algún día, lo mismo pasé yo y lo mismo pasó Aglaia. – Suspiré sin dejar salir ni una palabra de mi boca. – Supongo que ninguna está muerta ¿no? – Sus ojos hicieron contacto con los míos mientras apagaba su holograma dejándolo de lado.

Su mirada había estado muy calmada, pero ahora se encontraba dándome un vistazo severo notando la seriedad de ésta. Conocía a la perfección aquella sensación que transmitía porque me la dedicaba todos los días cuando tocaba el tema de mi desaprobación ante el sistema gubernamental actual.

-Yo no soy tú y mucho menos soy Aglaia. – Dejé salir nuevamente sin importarme mucho lo que pensara de mí porque ella me conocía muy bien, al final, era mi madre. – No quiero casarme con alguien que no conozca. No quiero esa vida para mí, es que... es anti natural que nos obliguen a procrear con un extraño, somos seres humanos y estamos mecanizados a sentir cosas por las personas que escojamos, no por personas que nos colocan a nuestro lado de manera obligatoria o forzada. – Me levanté del sofá para ver por la ventana de la sala de estar correspondiente a la casa que compartía con mis padres que, en poco tiempo ya no sería mi hogar.

En menos de lo que pueda percibir, ya mi vida no sería igual y ya nada sería mi hogar.

Mis ojos se enfocaron en las naves, edificios gigantes, casas pequeñas como la nuestra.

Cada año realizaban una especie de urbanización cerrada para la llegada de la nueva generación de asignaciones, por ende, vivo en la casa donde mis padres fueron asignados hace algunas dos o casi tres décadas. Mi hermana vivía en la suya, en una urbanización fabricada sólo para su generación de asignaciones.

Lo bueno de todo es que casi la mayoría de las personas aquí tenían mi edad, lo malo, es que no convivo con ellos, por consecuencia a que mis padres piensan que puede ser un peligro para mí, aunque una parte de mi consciencia me dijera que están más preocupados por los demás que por mi bienestar, sé que ellos piensan que soy un potencial riesgo para la nación, aunque no lo digan en voz alta, todo como consecuencia de mis pensamientos en contra al sistema que se implementa en el país, se supone que todos lo apoyamos porque es perfecto, sin embargo, no pienso lo mismo que todos.

2520 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora