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-Ahora sí, ¿cómo les fue en la prueba? – Mi padre se encontraba viendo el camino, aunque no fuera muy necesario hacerlo.

Los autos de esta época eran muy avanzados, podría decir que hasta más que los seres humanos, algo descabellado, pero cierto en Nayfur. No desacreditaba que estas máquinas estaban hechas por las personas y eso se supone que nos debería colocar encima de ellas en cuanto a capacidades. Sin embargo, ellas pueden tener un punto de vista que los humanos nunca podremos llegar a lograr, en otras palabras, las máquinas y los robots son mucho más perspicaces y astutos que las personas, haciéndome sentir que en algún momento esa tecnología nos jugara en contra.

Si vemos esta situación desde otro punto de vista podemos entender que los nayfurianos somos como máquinas con vida. En este momento, somos controlados por un régimen impuesto, el cual, no nos permite expresarnos de manera libre y poder decidir lo que deseamos de verdad.

Nos movemos debido a un chip que nos implantes desde el día en que nacemos, pero ni siquiera deben de implantarnos ningún objeto para tenernos a su merced.

-Supongo que bien, no hubo nada extraño, lo que nos queda es esperar a las asignaciones para ver los resultados. – La voz de Eugene sonó de manera ronca dentro el auto que se encontraba manejándose solo.

Digamos que hay muchos modelos de automóviles, no obstante, todos tienen la capacidad de manejarse automáticamente. Manejo automático, una voz robótica que advierte los peligros y otras características añadidas, velocidades increíbles que hace muchos siglos atrás eran inimaginables hasta pueden llegar a los trecientos kilómetros por hora y no era la velocidad máxima y ni siquiera se compara con los autos utilizados por los funcionarios gubernamentales que podrían considerarse de verdad una de las tecnologías más avanzadas del país.

Ellos tenían muchas cosas que los demás no, simplemente debes de trabajar para el gobierno y podrás adquirir todas estas ventajas.

- ¿Supones? Creo que no estás muy convencido de tu respuesta. – Hice mueca al escucharlo dándome cuenta que me miraba directamente al chico de ojos rojos a mi lado. – ¿Qué ocurre? ¿Anda algo mal? – Abrí la boca para decir algo, aunque decidí cerrarla de nuevo para que nada grosero saliera de ella. – ¿O tienes miedo por las asignaciones? – Y entonces nos miró a los dos directamente desde su asiento porque no necesitaba ni la vista, ni las manos para manejar.

Es un poco absurdo el hecho que los autos puedan manejarse solos y tengan un asiento de chófer, no obstante, detrás de todo hay una razón muy compleja para aquello. Realmente pienso que siguen colocándolos para que nosotros no nos sintamos insuficientes, éramos irrelevantes para llevar a cabo la actividad del auto. Lo único que hacíamos era colocar la dirección a donde tenía que dirigirse el mismo que ejecutaba su acción rápidamente, si se llegara a presentar un error, el conductor podrá tomar el mando total del auto para evitar accidentes, sin embargo, sigo creyendo que el objetivo de ese asiento es darnos la confianza que de servimos para algo, de que no somos inferiores a las máquinas cuando la realidad es otra.

Sé que el sistema sigue dejando estos pequeños detalles para evitar que las personas se den cuenta de una vez por todas que nos mantenemos prisioneros y nos ciegan totalmente porque no desean que la población se canse y alce contra el régimen.

Si los mantienen felices y con todo lo que necesitan, supongo que estarán al favor de su donante como sucede en la actualidad.

-Nada, simplemente... Quiero que todo salga bien.

-Todo estará bien, ustedes son hechos para el otro. – Era raro que mi padre hablara de esa manera. Era claro que deseaba calmáramos mientras que mi única petición era que el día de las asignaciones llegara al fin para acabar con esta horrible tortura.

2520 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora