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-Allí vienen mis padres... - Afirmó el chico que ahora era mi esposo.

Subí la mirada y observé como se acercaban una mujer con cabello oscuro, blanca, ojos de color naranja y a su lado un hombre dejando clarísimo que se trataba de su padre porque tenían los mismos ojos café. Tragué duró porque ya las asignaciones habían terminado hace unos minutos atrás y entonces comenzaban a llegar los padres desde la sala de espera para conocer a las nuevas parejas de sus hijos ya casados por obligación del gobierno gubernamental.

Y yo estaba casada con un completo desconocido que me había asignado el propio gobierno ¿Acaso eso tenía sentido alguno?

-Son lindos. – Comenté sin ganas y él sonrió un poco porque sabía que no me encontraba de ánimos, sin embargo, parecía que detrás de toda esa imagen de chico fuerte que emanaba el chico, él también estaba en un debate interno, pero no pregunté la razón de ello. ¿Estaba en contra de las asignaciones? ¿No quería casarse con una desconocida? ¿O había tenido una relación antes de este día...? en mi mente rodaban aun el comentario de su parte mencionando que me entendía perfectamente.

¿Cómo me podía entender cuando me separaron del chico que más había amado en mi vida?

Tenía que intentar llevármela bien con él, ya que lo veré por el resto de mi vida.

Todos los días, viviría con él desde este instante, las veinticuatro horas del día y los trecientos sesenta y cinco días del año. Por eso, sería mejor poder tener una relación, aunque sea amable y amistosa para evitar tormentos, la imagen de envejecer con él no era de mi agrado, se supone que lo haría con Eugene.

Eso era lo que todos pensamos hasta que dijeron su nombre junto con aquella chica rubia.

-Hola chicos...- Habló la voz femenina de la madre de Liam para hacer que me levantara de la silla por educación haciendo una pequeña reverencia con la cabeza en señal de cortesía. Además, que ellos no tenían la culpa de que esta desgracia llegara a mi vida y muchos menos que de verdad pensara que fuera una desgracia porque sé que muchas personas estarían contentas de tener por fin a su asignación.

Sus padres fueron víctimas del mismo régimen que me victimizaba ahora mismo, al igual que mis padres, los de Eugene y cada una de las personas que dos dieron la vida a los que estábamos hoy casándonos bajo los términos del gobierno.

-Mucho gusto, Rebecca Klaes. – Extendí mi mano para preséntame de la manera correcta ante mi supuesta nueva familia política, pero mis ojos ardían por el llanto de mi perdida mientras que tenía noción de la una mueca en mi rostro por todo lo que estaba ocurriendo.

Era algo que no podía ocultar, aunque lo intentara con todas mis ganas.

-Mucho gusto, soy Charlotte Priston.

Una pequeña y segura sonrisa se asomó en los labios de la mujer. Liam estaba a mi lado, sin acercarse mucho a mí porque lo que más deseábamos los dos era tener nuestro propio espacio personal y eso era evidente apenas echándonos una mirada a ambos. Algo detrás de él me despertaba la intriga porque en su rostro casi no había expresión, pero si te percatabas en sus oscuros ojos podrías ver muchos sentimientos diferentes. No comprendí lo que expresaban sus esferas brillantes, así que no sabía qué era lo que pasaba por su mente bajo esta situación. En cuanto a mí, yo ni siquiera quería respirar el mismo aire que respiraba Niclot o Timeus.

Qué lindo, conocer a la pareja de tu hijo por primera vez el mismo día que son casados.

-Soy Andrew Priston, el padre de Liam, mucho gusto. – El hombre extendió su mano para que yo la tomara y eso fue lo que hice posteriormente sin mostrar demasiado en mi rostro, honestamente lo que menos quería era incomodar a esas personas con mis problemas personales.

2520 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora