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El hombre volteó la silla donde me encontraba sentada en dirección a la pantalla dándome una mejor visualización de ella y mis nervios crecieron más por aquello. La pantalla del televisor gigante, más bien, parecido a un holograma digital, empezó a tornarse gris como si estuviera buscando algo dentro de mi cerebro con el fin de transmitirlo, luego de unos segundos esperando con los nervios de punta, apareció la primera imagen.

Me percaté que los recuerdos estaban siendo expuestos desde mi punto de vista. Algo parecido a que yo misma lo estuviera viviendo nuevamente, siendo una experiencia nueva y extraña a mi parecer tanto que mis vellos corporales se erizaron. Una de las razones de ello, es que muchos de esos recuerdos ni siquiera los tenía presente en un día cotidiano, estaban casi en el olvido de mi consciencia y recordarlos de esa manera, era muy irreal.

-No es justo, es mi juguete.

Mi voz era aguda, bastante para ser sincera hasta tal punto que podía llegar a ser molesto. Estaba en la sala de mi casa y mi hermana tenía alrededor de diez y yo seis o por lo menos eso era lo que presenciaba desde mi posición como espectadora de mi propia película biográfica. No recordaba muy bien aquel instante de mi etapa infantil, sin embargo, me emocioné al ver esas imágenes lejanas que no había recordado hasta este evento. Mi hermana con su cabello castaño como el mío, sus ojos verdes, pero oscuros como los de mi padre. Más alta que yo por la edad y más corpulenta también.

-Pues, yo también quiero jugar y tú eres muy egoísta conmigo.

Aglaia estaba molesta, se le notaba con darle un vistazo a su rostro aniñado y me di cuenta que yo también me encontraba en ese estado al escuchar mi voz. Sonreí al recordar ese momento, no obstante, el hombre no mostró ninguna expresión en su rostro y algo dentro de mí se alarmó ante la falta de emoción del hombre de tez oscura.

- Eso... ¿es considerado imperfección? – Hablé con notable miedo en mi voz ocasionando que temblara un poco al salir de mi garganta.

Todo es imperfección en este sistema infernal.

La palabra derivada de "infierno".

Algo que había aprendido en un diccionario que tenía oculto bajo el colchón de mi habitación en casa de mis padres.

- ¿Imperfección? No, siempre pasa, sobre todo cuando son niños tan pequeños. – Dijo ahora sonriendo y me relajé al verlo de esa manera.

Primer obstáculo superado.

Enfoqué mi atención otra vez a la pantalla y la imagen cambió drásticamente. Esperaba que no fuera algún secreto que ocultaba en lo más interno de mí, que no fuera yo leyendo algún libro de historia o diciendo cosas que se tomarían como amenazantes para el régimen. Pedí en serio, en ese momento que mi identidad verdadera siga siendo oculta ante el ojo público para protegerme a mí y a todos los que me rodean.

Eso es lo que más me importaba.

-Sabes que no quiero eso.

Me tensé cuando oí aquella oración proveniente de la imagen proyectada y en mi interior todo rastro de tranquilidad se desvaneció de repente pensando que lo siguiente que saldría de mi boca en el recuerdo serían cosas que no anhelaba que nadie supiera. En la imagen estaba con mi madre y seguro estaba hablando acerca de las asignaciones o algo parecido y no puede evitar pensar que había llegado al punto en donde me tendría que sufrir las consecuencias de pensar de la manera en que lo hago.

-Vamos Rebecca, yo sé que no quieres hacerlo.

Su voz era dulce y suave como si deseara hacerme cambiar de opinión y esa era una tendencia bastante resaltante de mi progenitora hacia mí. Su rostro se mostraba más joven y tranquilo que el de ahora, sin embargo, su vestimenta era la misma de siempre, así que supuse que se trataba de una escena de hace tres o cuatro años atrás, aunque no lograba ubicarme en aquel recuerdo de manera normal.

2520 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora