Salí de casa de Ángela sonriente, y entré en la mía.
Vi una nota en la entrada y la leí.
Genial, mis padres no vuelven en un mes -pensé.
Subí a mi habitación y me tumbé en la cama.
Cerré los ojos y comencé a recordar a mis amigos y a mi vida de antes de mudarme aquí, y comencé a llorar.
Sí, yo, Daniel Oviedo, llorando.
De repente, escuché que alguien me llamaba y me asomé a la ventana para ver quién me llamaba.
Era Ángela.
Sinceramente, me sorprendí.
Vi que en un folio blanco había escrito algo.
-¿Qué te pasa? - sonreí al verlo, y cogí un folio imitándola, escribí la respuesta.
-Echo de menos mi vida de antes
- Ya te acostumbrarás, es cuestión de tiempo -escribió ella.
-Ya, buenas noches -escribí a modo de respuesta.
-Buenas noches- se despidió y ambos bajamos la persiana.
Sonreí, esa chica era increíble.
