-¿Por qué llevas eso puesto? -me dijo aquel niño rubio de ojos verdes.
-Creo que me tengo que quedar una buena temporada -dije suspirando.
-¿Por qué? -me preguntó.
-Cosas que pasan que nunca entenderías.
-Eso me lo dijo también mi hermana, hace siete meses y aún está aquí y no sé por qué -dijo el niño.
-¿Tu hermana está aquí? -pregunté obvia.
-Sí -respondió él.
-Ya veras cómo saldrá de esta -dije esperanzadora - venga, vamos a buscar a tu hermana.
Daniel, ¿vienes? -el asintió.
-Tu también eres un ángel -dijo el niño de repente.
-¿Cómo? -pregunté entrecerrando los ojos.
-Mi madre dice, que quien tiene esas marcas en la muñeca es un ángel luchador. Que a luchado entre vida o muerte, y por suerte, está entre nosotros -se me cayeron un par de lágrimas al escuchar aquello.
De repente, el niño salió corriendo hacia una chica de pelo negro, muy delgada, y de ojos color azabache.
-Gracias por encontrarlo y traerlo -me dijo haciendo una mueca de sonrisa.
-No hay de qué -le respondí.
-Vamos, Héctor -dijo la chica.
-Espera que me despida de ella -me señaló y vino corriendo hacia mí.
Tras un largo abrazo, me susurró:
-Adiós Ángel
-Adiós Héctor -sonreí