CAPÍTULO 29

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La enfermera dejó la comida en la habitación y todas las miradas se posaron en mí.
Me sentía incómoda y cada vez que miraba la comida, me daban náuseas.
Miré a Manuela y estaba en la misma situación que yo.
Le di la mano, dándole fuerzas para que comiera un bocado; y así hizo.
-Tu también tienes que comer -me ordenó Daniel.
Yo asentí y miré el plato de comida, que parecía crecer cada vez más.
Me comí el yogurt y aparté la bandeja, iba a estallar.
Me puse pálida y me empezó a doler el estómago y fui corriendo al baño.
Todos se miraron entre ellos y Daniel entró detrás de mí.
Me cogió del pelo, mientras yo vomitaba.
Cuando acabé,me lavé la cara, y Daniel me abrazó.
-Te vas a poner bien, te lo prometo -me susurró en la oreja.
-Ya has visto qué pasa cuando intento comer algo -dije medio susurrando.
El suspiró y volvió a la habitación.
Vi que Manuela, se había comido la mayor parte del plato, y me alegré por ella, se estaba recuperando.
Yo en cambio, sólo me había comido un yogurt y lo había vomitado.
Entre Jesús y Daniel, se comieron mi plato, para encubrirme.
-Voy al jardín -dije yendo hacia la puerta.
-Espera, te acompaño -dijo Daniel saliendo de la habitación tras de mí.
Fuimos en silencio hasta el jardín, bajo la atenta mirada de todos los pacientes y gente visitándolos.
Llegamos y nos sentamos en el césped, bajo un árbol.
-¿Me prometes una cosa? -dijo Daniel interrumpiendo el silencio.

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