Aquí me encontraba yo, en el escenario, después de que Daniel me cantase una canción.
Todo el mundo nos miraba, con lágrimas en los ojos.
Noté el carraspeo de la voz de Daniel, eso significaba que iba a empezar ha hablar:
-¿Veis a esta chica de aquí? -dijo él señalándome con el dedo-
Esta chica, no es una chica normal.
Esta chica no es una chica monótona ni una chica de papel en una ciudad de papel.
Esta chica es una luchadora nata, que ha ganado la guerra contra sus peores enemigos, los monstruos.
No sé si sabréis a lo que me refiero, pero os haré un breve resumen.
Esta chica, ha salido hoy del hospital, tras 7 meses encerrada por anorexia.
Esta chica, a pesar de tener problemas serios; lucha día a día para salir adelante.
Qué pena, que ahora sólo se reconozca a los soldados, cómo los guerreros, cómo los luchadores; cuando hay gente ahí fuera que lucha de verdad en una guerra más importante.
Que lucha por la vida o la muerte, no por dinero o por cuestiones políticas.
Esa gente son los que de verdad se merecen ese título, y ella es una de esas personas.
Parece irónico, cuando ella misma me dijo a mí que fuese fuerte, valiente mientras ella se desmoronaba por dentro -dicho esto, me miro- y me alegro muchísimo de que hayas ganado la guerra contra ti misma.
Pero ¿recuerdas aquella vez que me dijiste que querías hacer planes de futuro cuando salieses del hospital? -yo asentí con la cabeza- es hora de que esos planes se hagan realidad.
Por eso te pido que esos planes sean junto a mí, Daniel Oviedo.
Un chico que te quiere a pesar de todos y cada uno de los defectos que te sacas.
Un chico que te ve cómo eres por dentro.
Un chico que lleva esperando poder hacer tus planes realidad desde aquella tarde en aquel hospital.
Así que -puso una rodilla en el suelo- ¿Quieres ser mi novia? -me preguntó y mi corazón estalló de emoción.
Le besé a modo de respuesta y todo aquel salón soltó un suspiro de emoción, ante aquella proposición hacia mí.