Capítulo 14

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Después de desayunar con Theodore, empezaron las clases. Por fin tuvimos Pociones, por lo que pude entregar el trabajo que Theodore y yo habíamos estado terminando juntos en la biblioteca. Me alegré al ver la sonrisa de aprobación de Snape. Era poco común verlo contento.

Además de Pociones, tuvimos otra vez Transformaciones con la profesora McGonagall y Daphne me volvió a repetir que iba a quererla mucho, mientras Pansy y Matheo se reían de forma escandalosa, como siempre hacían. Fue cierto, me pareció una gran profesora y la rubia se alegró mucho al escucharlo. La primera clase que había tenido con ella había sido introductoria y acabábamos de empezar a aprender el contenido necesario aquel día. Era genial explicando. Al escuchar mi respuesta, Daph estuvo haciéndoles burla a Matheo y a Pansy todo el trayecto hasta la sala común. Ahí fue cada uno a su cuarto y dejamos los libros que ya habíamos usado, dejando espacio para los que íbamos a necesitar.

Después, tuvimos Cuidado de Criaturas Mágicas, donde volví a coincidir con Hagrid, el guardabosques. Ese año haría también de profesor de esa asignatura. Fue una clase interesante: Hagrid se presentó con un hipogrifo.

- ¿No es precioso? - Preguntó, sonriendo y totalmente feliz. Le dio algo de comer y prosiguió. - Decidle hola a Buckbeak.

La clase estaba en silencio: algunos a causa del miedo y otros a causa de la sorpresa. Era precioso e imponente: blanco y con tonos grisáceos, ojos amarillentos, lleno de plumas y con unas alas totalmente increíbles. Me quedé maravillada al verlo, igual que mi amigo Harry. Hagrid se fijó en el interés que Harry y yo pusimos en la criatura y actuó en consecuencia.

- ¿Quién quiere acercarse? - Nos dijo él, emocionado. Toda la clase decidió dar unos cuantos pasos atrás mientras Hagrid nos daba la espalda, dejándonos a Harry y a mí delante. - ¡Muy bien, chicos! Venid aquí.

Harry y yo nos miramos y decidimos obedecer. Theodore, Matheo, Daphne, Hermione y Ron nos miraron con preocupación. Pansy no estaba.

- Stai attenta, bella. * - Susurró Theo, suficientemente alto para que pudiera escucharlo. Asentí.

Poco a poco, nos acercamos al grandioso animal. Al principio, levantó sus patas delanteras, cosa que nos asustó ligeramente, pero Hagrid nos indicó lo que debíamos hacer.

- Los hipogrifos son animales orgullosos, chicos. Debéis inclinaros hacia él para que vea que lo respetáis. - Nos comentó, así que eso hicimos. Ambos nos inclinamos hacia Buckbeak y este se relajó e imitó el gesto hacia nosotros. - ¡Muy bien! Ya podéis acariciarlo. ¡Vamos! No seáis tímidos con él.

Lentamente y con muchísima precaución, acercamos nuestra mano a su cabeza para acariciarlo. Nos lo permitió después de protestar un poco, acercándose también él a nosotros. Hagrid nos felicitó y empezó a aplaudir, cosa que el resto de la clase imitó. Harry y yo sonreímos.

- Creo que os dejará montarlo. - Comentó, asintiendo con la cabeza. Harry y yo nos giramos hacia él rápidamente, muy sorprendidos y nerviosos.

- ¿Qué? - Pregunté yo, con los ojos muy abiertos. - ¡Eh! - Añadí, al ver como nos levantaba a Harry y a mí y nos colocaba en el lomo del hipogrifo.

- ¡Hagrid! ¡Oye! - Añadió Harry, sintiéndose, probablemente, igual que yo. 

- No le tiréis de las plumas porque no os lo agradecerá. - Nos dijo él, mientras se colocaba a un lado del animal. Harry y yo seguimos protestando, pero no es que sirviera de mucho. El semigigante le indicó a Buckbeak que alzara el vuelo, así que me agarré a la cintura de Harry todo lo fuerte que pude, mientras que el pobre gryffindor se agarraba del cuello del animal, torpemente. Para ser justos, ninguno había montado en hipogrifo antes.

La criatura empezó a correr mientras nosotros nos agarrábamos todo lo fuerte que podíamos, centrados sobre todo en no acabar en el suelo. Desplegó sus grandes alas y alzó a volar, mientras toda la clase se acercaba y nos miraba. 

El viento nos pegaba en la cara, provocando una sensación de libertad. El paisaje era tremendamente espectacular: podíamos ver los infinitos alrededores del castillo, los árboles de diferentes tonos de verde, el inmenso cielo con nubes preciosas y el lago, al que le daba la luz del Sol.

- ¡Esto es increíble! - Chillé yo, notando la adrenalina corriendo por mis venas. Harry sonreía, igual que yo y asentía con la cabeza.

Buckbeak eligió descender gradualmente hasta ir volando justo por encima del majestuoso lago, a lo que Harry y yo decidimos inclinarnos un poco y tocar el agua con nuestras manos, viendo y sintiendo lo espectacular que era aquel momento. Harry levantó sus manos, soltando el cuello del animal y yo le imité, nerviosa. El chico empezó a gritar, feliz, soltando muchas emociones en el proceso.

El animal regresó por sí solo a la clase, donde todo el mundo nos esperaba con emoción. Al vernos aterrizar sanos y salvos, las personas empezaron a aplaudir y a gritar. Había sido un momento muy emocionante para todo el mundo.

Ahí fue cuando a Draco le pareció buena idea hacer una tontería abismal. Apartó a dos chicos de slytherin que estaban frente a él y se acercó a Buckbeak rápido y sin pensar. Harry y yo ya nos habíamos bajado del animal y le habíamos acariciado suavemente, con cariño.

- Ha sido alucinante, Isa. - Me dijo Harry, completamente feliz.

Obviamente, al ver la actitud altanera del joven Malfoy, el hipogrifo reaccionó no muy bien. Se puso otra vez sobre sus patas traseras y bufó. Con una de sus patas delanteras arañó el uniforme del rubio y lo tiró al suelo. Todos nos quedamos quietos.

- ¡Me ha matado! ¡Me ha matado! - Decía Draco, sosteniéndose el brazo. En mi opinión, estaba siendo un poco dramático. 

- Emm... Hagrid, creo que deberías llevarlo a la enfermería. - Le dijo Hermione, en un susurro. El guardabosques asintió y murmuró un "cierto, gracias". Levantó a Draco y se dirigió a la enfermería mientras anunciaba que la clase había terminado.

- ¡Tú y tu estúpido pollo! - Dijo el rubio, con los ojos cerrados.

Los demás miramos expectantes la escena y Matheo, Theodore y yo nos aguantábamos la risa, aunque sin mucho éxito. Miré a los chicos y nos acercamos para hablar.

- Ha sido increíble, Isabella. - Me dijo Matheo, con las cejas levantadas. - He de admitirlo, estoy impresionado. Voy a contárselo a los gemelos. - Me reí y le pedí que los saludara de mi parte, a lo que asintió.

Hermione vino a darme un abrazo, preocupada, y a decirme junto con Ron que se alegraban de que estuviese bien. Yo les sonreí y les di las gracias. Después, me fijé en como todos los alumnos, excepto Theodore y yo, se marchaban por donde habían venido.

- No sabía que montabas en hipogrifo, bella. - Me dijo él, sonriendo.

- Yo tampoco. - Contesté, riéndome. - Ha sido... brutal. Las vistas son preciosas desde arriba. - El chico me sonrió y me acerqué para darle un cariñoso beso en los labios. Sonreímos durante el beso y luego me dio un abrazo. - He pasado un poco de miedo, la verdad.

- ¿Sabes qué lo arreglaría? - Me cuestionó, con una sonrisa algo traviesa. 

- ¿El qué, Theo? - Respondí, colocándome delante de él y poniéndole mejor la corbata, posando mis brazos sobre sus hombros.

- Una fiesta en la sala común de Slytherin.

"Rosier" - Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora