- Os prometo que noto el corazón a punto de salirse de mi pecho, chicos. Creo que me va a dar algo grave. Non lo so *, puede que me desmaye. O puede que me muera. - Solté, a ritmo apresurado.
Estaba muy nerviosa. Pero mucho; nerviosísima. Tanto que notaba como las pulsaciones me iban aumentando cada vez más y más y, tristemente, esa vez no era por tener a Theodore Nott hablándome a centímetros de mi boca.
- Ay, no. ¿Me voy a morir? - Añadí, mientras me posaba la mano en el pecho y empezaba a contar la cantidad de latidos por minuto que iba dando mi corazón.
Theodore y Matheo se miraron entre ellos y se rieron, aliviando un poco mis nervios (aunque no demasiado) y provocándome la risa a mí también. Noté como Theodore pasaba uno de sus fuertes brazos por mis hombros y cómo me acercaba a él, con un reconfortante cariño, dejando que mi cabeza se apoyase en su pecho.
- Sí, Isa. Pero no hoy. - Respondió Matheo, pasando sus ojos a la entrada al campo de Quidditch, vigilando por si llegaba el capitán del equipo. - Bueno, al menos eso espero.
- Sei più che pronta per unirti alla squadra, bella. Andrai benissimo. * - Me dijo Theo, mirándome con esos ojos tan bonitos, con un brillo especial.
- Grazie, Theo. * - Le respondí, abrazándolo con fuerza.
Al separarnos, vi como Matheo se dedicaba a mirar al resto de pacientes aspirantes a ser miembros del equipo de Quidditch. Además, decidió acercarse a un chico que andaba cerca de nosotros. Matheo era un gran chico, pero es cierto que no lo siempre actuaba como tal. Él tenía a las personas mucho cariño, indiferencia u odio; parecía no sentir nada más que eso.
Semblaba que todos los que no fueran de su círculo de amistad le tenían miedo. Al menos, eso me habían comentado el trío de oro y Charlotte, mi hermana pequeña. Y yo también había apreciado las miradas que le echaban al menor de los Riddle cuando caminábamos por los pasillos. A él le daba igual.
- Como me hayas quitado el puesto de golpeador, Brown, tú y yo tendremos problemas muy serios. - Le susurró el castaño, con una sonrisa, a un pobre chico de tez blanca, pecas y pelo de color rubio oscuro. - ¿Me has entendido?
El pobre chico, algo asustado, pasó de mirar a Matheo a la puerta un par de veces, preguntándose si irse del campo de Quidditch o no. Me supo bastante mal por él. En algunas ocasiones, Matheo era... muy Matheo.
- Ahora vuelvo, Theo.
Me acerqué a ellos y posé uno de mis brazos en el hombro del joven Riddle, usándolo como apoyo. Él me miró con extrañeza en el rostro, pero yo me dediqué a sonreírle antes de hablar.
- Ay, Matt. Siempre con esas bromas tuyas, ¿eh? No le hagas caso, Brown. Siempre está tomándole el pelo a la gente. - Le dije al pobre chico, que tenía los ojos abiertos como platos y desviaba la mirada de mí a mi amigo. - ¿Verdad, Matheo? - Le pregunté, mirándolo a él directamente.
El castaño me dirigió una mirada larga, evaluando la situación.
- ¿Verdad? - Volví a insistir, mirándolo con mayor firmeza y pronunciando las sílabas de manera más seria.
- Verdad. - Me respondió él, tras unos largos segundos. Pasó su mirada a Brown, que tenía los ojos abiertos como platos. - Estoy bromeando. - Dijo, cambiando su expresión a una totalmente seria.
- Ah. Em, va-vale. - Añadió el rubio, algo más tranquilo.
- ¡Perfecto, entonces! - Concluí yo, despidiéndome del rubio con la mano y llevándome a Matheo de vuelta con el único Nott presente en el campo.
Theodore me sonrió y miró a Matheo con desdén, burlándose un poco de la situación. Matheo lo miró algo mal, pero enseguida cambiaron sus caras.
Un grupo de cinco slytherins hizo aparición en la estancia. Iban todos vestidos con la equipación del equipo de Quidditch y cada uno contaba con una de las Nimbus más rápidas y nuevas del mercado en la mano. Caminaban a paso rezagado, pero imponente, con Marcus Flint a la cabeza del grupo. Al llegar hasta el grupo de estudiantes, entre los cuales nos encontrábamos nosotros, se detuvieron y nos analizaron con la mirada.
Se hizo un gran silencio.
- Ya sabéis por qué estamos aquí. - Anunció Flint, con severidad y una sonrisa burlona al ver un par de expresiones asustadas. No era mi caso, ni tampoco el de Matheo.
Noté como el capitán me miraba directamente a los ojos. A pesar de sentirme algo turbada por ello, no le desvié la mirada. Tras un par de segundos, miró a Matheo. Este levantó la barbilla aun más, seguro de sí.
- Vosotros. - Nos llamó Marcus, haciendo un gesto hacia Matheo y hacia mí. Nos pidió que nos acercáramos a él y así lo hicimos. - Rosier y Riddle, ¿me equivoco?
- No. - Le respondí yo, en una postura recta y firme. No parecía una buena señal que nos hubiera llamado la atención. Al menos en Beauxbatons, eso significaba que te echaban del barco: no entrabas en el grupo. Era una manera de que el capitán del equipo pareciese aún más importante e implacable.
- Estáis dentro, chicos.
Unas sonrisas de autosuficiencia surgieron en nuestros rostros. Matheo y yo nos miramos fugazmente y luego volvimos a desviar la mirada hacia nuestro nuevo capitán.
- Todos los días, menos fines de semana y los miércoles, hay entreno a las cuatro y cuarto. - Explicó Marcus Flint, rápidamente y sin mostrarse contento. - No soporto la impuntualidad. Si llegáis tarde, estáis fuera. ¿Ha quedado claro?
- Sí. - Respondimos a la vez, asintiendo con la cabeza.
- Bien. - Añadió el moreno. - Pucey os dará el uniforme. Theodore, acompáñalos. Sigues dentro. Brown e Ivery; id con ellos. También jugaréis.
Vi como el chico con el que habíamos hablado antes se acercaba, muy contento. Además, una chica con el pelo algo rojizo, la piel tostada y ojos profundamente marrones, caminaba tras él, a paso seguro. Le sonreí y ella me devolvió el gesto.
- Los demás, fuera. Ya tendréis más suerte el año que viene. - Concluyó el capitán, viendo como los demás empezaban a salir del campo, mientras empezaban a caer pequeñas gotas de agua del cielo. - O no. - Susurró.
Una vez se hubo ido, Theodore se nos acercó corriendo, y yo empecé a dar saltos de alegría. Me acerqué a él también a paso muy rápido y lo abracé. Él me levantó del suelo y empezamos a dar vueltas, mientras me dedicaba la enhorabuena. Lo besé y un rato después me bajó al suelo otra vez.
- Qué bien que tú también continúes dentro, Theo. - Le dije yo, contenta.
Los chicos se acercaron y se chocaron las manos, hablando sobre lo guay que sería estar los tres dentro. Ambos estaban muy felices, al igual que yo. Me acerqué a Matheo y le di un abrazo bien fuerte.
- ¿Has visto, Isa? - Me preguntó él, tras separarnos. - Tenía razón. Los dos estamos dentro.
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"Rosier" - Theodore Nott
ФанфикEn el expreso de Hogwarts, a Isabella la corroían los nervios. Llegar nueva de Beauxbatons para empezar su tercer curso iba a llamar la atención, pero era una chica lista y tendría a su hermana con ella, además de a cierto italiano. Espero que disf...