Fui al Gran Comedor sola, porque Theodore necesitaba prepararse para ir a Hogsmeade. Era muy tarde, así que dudaba que hubiese algo para desayunar, pero me moría de sed. Necesitaba agua.
Al entrar en la sala, me sorprendió que aún hubiese gente sentada en las mesas. Había un par de estudiantes de Ravenclaw sumergidos en alguna conversación (seguramente inusual, porque los estudiantes de la casa de Rowena Ravenclaw pensaban de forma distinta al resto), más de diez gryffindors riéndose (entre los que estaban el trío de oro y los gemelos, que no me vieron entrar), mi hermana en la mesa de Hufflepuff y un par de slytherins que no conocía. Decidí ir a hablar con Charlotte, ya que me daba la sensación de que estaba pasando muy poco tiempo con ella y la echaba de menos.
- Buenos días, Char. - Le dije, sentándome a su vera. Sonreí a dos de sus mejores amigas, Mila y Grace, y le di un abrazo a la rubia.
- ¡Buenos días, Isa! - Me respondió, devolviéndome el abrazo con fuerza. - ¿Cómo has estado?
Nos adentramos en una conversación larga, conseguí un vaso de agua para ambas y nos pusimos al día. Sus amigas se fueron porque tenían una clase optativa, pero Charlotte no la hacía, así que se quedó conmigo. Charlotte había estado haciendo un montón de deberes, yendo con sus amigas a pasear por el castillo y yendo a hablar con Hagrid. Me contó que le había enseñado un par de criaturas nuevas y que el guardabosques le dijo que yo tenía que ir para conocer a un Bowtruckle. Yo le conté un poco de la fiesta y de la salida que haríamos hoy al pueblo. Se puso muy contenta y me pidió que le trajera algo de ahí.
De repente, como ya se había empezado a llenar el Gran Comedor debido a que pronto sería la hora de comer, noté que muchas miradas se posaban tanto en Charlotte como en mí. Ella también se dio cuenta. Acababan de pasar volando varias lechuzas, repartiendo correo y, encima de nosotras, Hera dejó una carta con un sobre verde oscuro que papá usaba siempre. Lo guardé en un bolso que había cogido y observé a la gente a nuestro alrededor, extrañada.
- ¿Por qué nos mira todo el mundo, Isa?
Yo murmuré un "no lo sé" y fruncí el ceño. Me fijé en que mucha gente llevaba el periódico "El Profeta" en las manos, así que me acerqué a alguien que parecía reírse de nosotras y se lo quité de las manos.
- ¡Eh! ¿Es que eres igual de mala que tu familia? - Se quejó el estudiante, alguien de Ravenclaw que no conocía. Lo ignoré completamente y volví con mi hermana, sentándome a su lado.
Al ver la portada, me quedé en shock. Parecía que el mundo se hubiese puesto en pausa y que mi corazón se fuese a salir del pecho. Notaba como mis pulsaciones se aceleraban y como se me hacía más complicado respirar. Miré a Charlotte, que también estaba impactada.
En vez de quedarme allí, agarré la mano de mi hermana, llevándome conmigo el periódico. Fuimos caminando por los pasillos, que en ese momento parecían interminables, yendo hacia los exteriores del castillo. Necesitaba que nos diera el aire y también poder refugiarnos de las miradas, así que nos dirigimos a la cabaña de Hagrid, que estaba rodeada por un sin fin de calabazas. Iba siguiendo a mi hermana, quien me había soltado la mano para picar a la puerta de la construcción.
- ¡Charlotte, Isabella! ¿Qué os trae por aquí? - Nos preguntó él, emocionado. Al observarnos bien y ver nuestra expresión, se quedó confundido y preocupado. - Oh... ¿Queréis pasar? - Añadió, con una sonrisa amable.
- Gracias, Hagrid. - Dijo mi hermana, pasando dentro. Yo solo le sonreí; no tenía muchas ganas de hablar.
Me fijé en el interior de la cabaña. Era de colores oscuros (marrones y grises, principalmente), pero tenía detalles en naranja, como un gran sillón. Había un montón de cosas colgando de las paredes de piedra; la mayoría eran cestas de mimbre de diversos tipos. El suelo de madera oscura tenía una forma peculiar y una alfombra roja posada en él, algo desgastada. Había también una especie de chimenea en la que se podía cocinar, una mesa redonda en el centro de la sala y un par de calderos por el suelo.
- ¿Queréis un té? Os lo preparo ahora mismo. - Nos afirmó, preocupado por nosotras. Puso agua a hervir suficiente para tres personas en la curiosa cocina y nos miró. Creo que nunca había conocido a un profesor que fuese tan protector con sus alumnos. - Chicas, ¿qué ha ocurrido?
Suspiré, me senté en el reposabrazos del sillón y le entregué el periódico, empezándole a explicar la situación con la que nos habíamos encontrado esa mañana.
En la primera página estaba nuestra madre, encerrada en Azkaban por haber utilizado la más peligrosa de las maldiciones imperdonables. Había asesinado a una pareja de ancianos muggles que estaban sencillamente paseando cerca de ella. Según su opinión, los muggles no deberían de existir (al igual que los "traidores de sangre" o los hijos de padres no mágicos, conocidos despectivamente como "sangresucias"). Papá no creía lo mismo, por eso se separaron.
Hacía años que no la veía, ni siquiera en fotos, y hubiera preferido que hubiese seguido así. Odiaba lo mucho que nos parecíamos. Había sacado todo de ella, excepto la nariz y el pelo, que eran iguales que los de mi padre. Charlotte tenía sus ojos y, en ese momento, no podían parecer más tristes.
- Para rematar, todo el mundo se ha enterado de que somos sus hijas, Hagrid, y algunos ven divertido burlarse. - Añadí, notando como mis ojos amenazaban con llorar.
- La odio. - Dijo Charlotte, limpiándose un par de lágrimas, pero sabía que no tenía esa capacidad. Su corazón era demasiado bondadoso.
- Lo siento mucho, chicas. Es cierto que no es nada bueno, pero no es vuestra culpa y... - Empezó a decir el gigante, pero se vio interrumpido por alguien que había picado a la puerta fuertemente. Los tres nos quedamos en silencio. - Qué raro... - Murmuró.
Fue Charlotte la que se acercó a abrir. Tres personas a las que conocía bastante bien estaban detrás de la puerta, hablando como si hubiesen venido corriendo.
- ¡Isabella! Y... tú eres... su hermana, ¿no? - Empezó a decir Ron, casi sin aire. - Os... estábamos... buscan...do... ¿Por qué... correr cansa... tantísimo?
- No... lo sé... - Respondió Harry, igual de cansado.
- ¿Estáis... bien? - Añadió Hermione.
- ¿Chicos? ¿Qué hacéis aquí? - Les cuestioné, contenta de verlos. ¿Habían venido a comprobar si estaba bien?
Entraron los tres después de decirle hola a Hagrid, quien los miró sonriente, y me dieron un gran abrazo. Después de unos minutos, cuando ya habían recuperado la respiración habitual, se separaron y se presentaron a mi hermana.
- Encantada, chicos. - Respondió ella, contenta de conocerlos oficialmente por fin. - Yo soy Charlotte.
- Seamus nos ha enseñado el periódico y ha sido Dean quien nos ha dicho que os habíais ido. - Dijo Harry, con una mirada comprensiva. - No me puedo imaginar cómo os sentís.
- Ni yo. - Coincidió Hermione. - Es horrible, sinceramente. Pero no es culpa vuestra; ni tuya ni de Charlotte.
- Lo sé, Her. Pero no todo el mundo piensa lo mismo que tú. - Añadí, mirando a los ojos de la castaña, quien se había sentado en el otro reposabrazos y me estaba reconfortando con un brazo en mi espalda.
- Ya, pero eso no podemos arreglarlo. ¿Sabes lo que sí que podemos hacer para que os sintáis mejor? - Dijo Ron, con una sonrisa de las suyas. - Irnos a Honeydukes. Es el MEJOR SITIO DE LA HISTORIA. - Añadió, prácticamente gritando.
Todos los demás nos reímos, incluyendo a Hagrid, y salimos de la cabaña después de que me dijera que tenía que enseñarnos (a Harry y a mí) una criatura que nos encantaría. Fuimos caminando hasta el castillo, donde Harry cogió su capa de invisibilidad (que me dejó totalmente flipando, ya que parecía la misma que la de La Fábula de los Tres Hermanos) para poder venir. Sus tíos no le habían firmado la autorización y por eso McGonagall no estaba autorizada para dejarle ir, aunque se notaba que lo sentía por él.
Al cabo de poco tiempo, ya habíamos llegado a Hogsmeade.
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"Rosier" - Theodore Nott
Fiksi PenggemarEn el expreso de Hogwarts, a Isabella la corroían los nervios. Llegar nueva de Beauxbatons para empezar su tercer curso iba a llamar la atención, pero era una chica lista y tendría a su hermana con ella, además de a cierto italiano. Espero que disf...