Capítulo 30

204 17 4
                                    


Ese mismo día, después de haber hablado con Theodore y de haber aclarado las cosas, decidimos aprovechar e ir a dar un paseo por los alrededores del colegio antes de la fiesta de Hufflepuff. 

Fuimos hablando durante un buen rato de muchos temas diferentes y terminamos en el Lago Negro. Era un lugar precioso, rodeado de vida (por las plantas y pequeños animales que se encontraban por la zona) y muy tranquilo. No había nadie más en el lugar, así que nos sentamos, apoyados en el tronco de un árbol.

- ¿Me estás diciendo en serio que jamás te has preguntado si todas las personas no daltónicas vemos los colores igual? - Le pregunté a Theo, incrédula. Era un tema del que hablaba mucho con mis amigos, cuando aún estaba en Beauxbatons.

Él negó con la cabeza y sonrió.

- Bueno, sinceramente, solo hablaba de ese tema con Alessia y Hugo, en las clases de Pociones, cuando nos aburríamos. Alessia dice lo que piensa en todo momento y nos hacía preguntas de ese estilo siempre que se le ocurrían. - Añadí, sonriendo. 

Me acordé de mis amigos y decidí que ya era hora de enviarles una carta. Lo había intentado un par de veces antes de irme a dormir, pero me daba la sensación de que no podía expresar lo mucho que les echaba de menos (aunque adorase a mis amigos de Hogwarts) con simples palabras. Sonaban vacías cada vez que las leía.

- ¿De verdad? - Me preguntó, mirándome mientras yo me fijaba en el lago. Dejé de lado mis pensamientos y me centré en el curioso chico que tenía a mi lado.

- Sí. Nosotros pensábamos en las preguntas de Alessia durante días. Diego, Emma y Niccolò se reían al escuchar nuestras conversaciones discutiendo sobre lo que fuera. Era divertido.

- Dimmi di più su di loro, bella. *

- ¿Davvero? *

- Sí. Cuéntamelo todo.

Lo miré durante unos segundos y lo besé, disfrutando de la suavidad de sus labios. Al separarnos, sonreí e hice lo que me había pedido. Le hablé de mis dos años anteriores en la escuela de magia francesa y respondí a todas las preguntas que me hizo sobre mis amigos y mis profesores, mientras él se limitaba a escucharme, a acariciarme el pelo y a hacerme pequeñas trenzas. 


...


- ¡Rosier! 

Me giré hacia donde había escuchado mi nombre. Tenía agarrada la mano de Theodore, porque había tantísima gente que era posible perdernos. 

- ¡Hola, Diggory!

Theodore y yo nos acercamos hasta la altura del castaño, con algo de dificultad. La música estaba altísima, por lo que tendríamos que gritar para oírnos los unos a los otros. La gran sala común tenía puestas luces de color amarillo, en honor a la casa de los anfitriones de la fiesta. Había gente cantando y bailando al compás de una canción que no conocía, además de varios alumnos que hablaban tranquilamente sentados en los sofás o apoyados en las paredes de la habitación.

- ¿Qué tal, Isabella? - Me preguntó el hufflepuff. 

- Bien, ¿y tú? 

- También. 

- Este es Theo, Cedric. - Le dije, con ilusión. Theodore le tendió la mano y Cedric se la estrechó, diciéndole lo encantado que estaba de conocerlo.

- Isabella me ha hablado mucho de ti. Hemos jugado algún partido juntos, ¿no es así?

- Sí. - Respondió el slytherin. Como sabía que podía ser un poco callado, me acerqué más a él y le di un apretón a nuestras manos entrelazadas. Se giró y me dedicó una pequeña sonrisa. - Eres un buen buscador.

- Se intenta. - Rio Cedric.

Vi como la tensión que Cedric parecía haber sentido al inicio de la conversación se esfumaba. Tanto a Theodore como a él se les veía relajados. Incluso parecían estar llevándose bien, algo por lo que me alegré mucho. 

- ¡Eh, Matt! - Grité yo, viendo pasar al castaño cerca de mí. Se giró hacia mi con el ceño fruncido y relajó los músculos de la cara al mirarme. Sonrió y se acercó a nosotros. 

- ¿Dónde están mis italianoooos favoriiitoooos? - Preguntó al llegar a Theodore y a mí, pasándonos un brazo por los hombros a cada uno. - Hola, Diggory. Buena fiesta.

- Gracias, Riddle.

- ¿Te importa si te los robo un rato? - Volvió a cuestionar, con un tono ligeramente amistoso. 

- No. ¡Pasáoslo bien, serpientes! - Dijo el chico, antes de marcharse con una sonrisa amistosa.

- ¿Soy yo, o nos acaba de llamar "serpientes"? 

- Matheo, ¿estás bien? No sueles preguntar tantas cosas, ricitos. - Le dije yo, burlona, pasándole el brazo por la cintura. 

Theodore se rio y decidió responder por él. 

- Esto, Bella, es el conocido efecto del whisky de fuego. 

- ¡Biiiiinnnnngooooooo! - Gritó Matheo, empezando a partirse de risa mientras nos llevaba hasta una zona donde había gente bailando.

- No, por favor. 

- Oh, vamos, Theito. ¡Todo el mundo a moveeer el esqueletooooo! 

Matheo empezó a bailar como si estuviese en una discoteca en los años sesenta y Theodore y yo nos partimos de risa. Nos estábamos riendo tanto que me dolía la barriga.

De repente, escuché como empezaba a sonar una de las pocas canciones medianamente lentas que habría esa noche. O Children, de Nick Cave y The Bad Seeds.

Theodore se acercó más a mí e hizo una especie de reverencia, dejando su brazo estirado, ofreciéndome su mano para bailar. Sonreí ante el gesto y se la tendí, por lo que él levantó la cabeza y me miró con sus preciosos ojos. Esa noche se veían más grises.

- Sei pronta per ballare, bella? *

- Io sono sempre pronta, bello. Lo sai già. *

Sonrió aún más y, mirándome fijamente a los ojos, se reincorporó, posando sus manos en mi cintura. Yo posé mis brazos alrededor de su cuello y disfruté de tenerlo tan cerca; de tenerlo conmigo.



...

¡Hola!

Siento muchísimo mi ausencia. He tenido que dejar esta historia a un lado por culpa de las clases y de los exámenes, pero mi agenda vuelve a estar más despejada y ya tengo más tiempo que dedicarle a continuar "Rosier".

Por otro lado, he de daros las gracias por la cantidad de visitas de la historia. No me puedo creer que hayan pasado de las 10k. Es, sinceramente, muy emocionante, así que muchísimas gracias a todos los que la estáis leyendo 🫶

¡Hasta pronto!



"Rosier" - Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora