Estaba sola delante de la gran puerta del gran Comedor, increíblemente nerviosa. Mis pulsaciones aumentaban poco a poco, mientras notaba como los segundos pasaban. Al empezar en Hogwarts directamente en mi tercer año, me iban a seleccionar después que a los estudiantes de primero.
Ahora sabía con certeza que el castillo y todos sus alrededores eran increíblemente magníficos. Había tenido que separarme de mi hermana y del trío de oro para marcharme con Hagrid, el guardabosques del colegio, y que me llevase en barca hasta el interior del castillo por el Lago Negro junto con los jóvenes magos y brujas.
Hagrid era un semigigante muy afable. Se veía desde lejos su forma de ser: buena persona, risueño, amable y muy amigable con todo el mundo. Hacía que el gran paso que era empezar el colegio mágico, sin tus padres y con personas desconocidas pareciese mucho más llevadero. Supuse que ese fue el motivo por el que le encargaron el trabajo de llevar a los pequeños magos al colegio.
- Hola. Soy Hagrid, el guardabosques de Hogwarts. - Me dijo, sonriéndome.
- Encantada, Hagrid. Yo soy Isabella. - Respondí, igual de amable.
Tuvimos una larga conversación mientras íbamos de camino al castillo. Me preguntó a qué colegio mágico iba antes, por qué había decidido cambiarme, si me gustaban las criaturas mágicas... También me planteó si tenía hermanos en Hogwarts y, cuando mencioné el nombre de mi hermana menor, sonrió aún más. Obviamente, se conocían.
- Charlotte es una niña estupenda. Muy aplicada y agradable con todo el mundo. Se ofrece siempre a ayudarme a cuidar a Fang, mi perro. Siempre le digo que no se preocupe, pero es un detalle que continúe ofreciéndose. - Me contó él, perdiéndose un poco en sus pensamientos. - ¿Te gustan los perros, Isabella?
Cuando por fin atracamos las barcas, nos reunieron a todos los estudiantes nuevos y nos llevaron con la profesora McGonagall, quien nos explicó como se organizaría la ceremonia de Selección. Supe que era una bruja con historia. Parecía muy sabia y, aunque también era algo estricta, supe que tenía tan buen corazón como Hagrid por como trató a los niños.
De repente, las enormes puertas se abrieron, sacándome de mis pensamientos, y supe que era mi turno de entrar. Caminé mientras escuché como un señor de gran barba blanca, al que identifiqué como Albus Dumbledore, hablaba con una voz imponente.
- Una nueva alumna ingresará a tercer año. ¡Démosle la bienvenida a Isabella Rosier! - Dijo, provocando que todas las miradas se posaran en mí.
Fui caminando como hacía siempre, la espalda recta, barbilla arriba... Intenté que mis ojos se mantuviesen mirando al frente, pero cuando me di cuenta ya estaba buscando caras conocidas. Vi a mi hermana, quien me sonreía muy emocionada, a Hermione, que me dedicó otra sonrisa y un asentimiento de cabeza, a Ron, que levantó sus pulgares, y a Harry, que me hizo una mueca en un intento de sonreír.
Miré hacia la mesa de las serpientes, donde vi a cierto castaño que me miraba fijamente, con una preciosa sonrisa. Merlín, ¿puede ser más atractivo? Le guiñé un ojo, como él había hecho en el tren, y vi con orgullo como todos los chicos de su alrededor (asumí que eran sus amigos) se giraban hacia él y le preguntaban de qué me conocía.
Llegué hasta el taburete donde me habían explicado que tenía que sentarme. McGonagall me sonrió, cosa que hice también, y me colocó un desgastado sombrero. Al notar como trataba de hurgar en mis pensamientos y recuerdos, mi mente se cerró. El entrenamiento que me había dado papá había sido efectivo.
- ¿Conque oclumante, eh? - Habló el sombrero, pero supe enseguida que solo podía escucharlo yo. - ¿Acaso tienes algo que esconder, Isabella?
Al escucharle me di cuenta del acto reflejo que había realizado. Me relajé y le dejé rebuscar entre mis ideas, mis deseos, mis aspiraciones y mis recuerdos. Me dio una sensación extraña saber que ese sombrero podía conocer cualquier cosa acerca de mí. No sé cuanto tiempo pasó hasta que decidió su respuesta.
- Eres complicada. Muy complicada. No eres cobarde ni necia en el arte del conocimiento, pero la sed de ponerte a prueba va mucho más allá, Isabella, al igual que tus metas y tu astucia. Está claro... ¡Slytherin! - Decidió el sombrero, nombrando la casa de las serpientes y gritando su respuesta.
Los estudiantes de la casa (bueno, de mi casa ahora) estallaron en vítores y en aplausos. Yo me dirigí caminando hacia la mesa, mirando a mi hermana, que me miró con aprobación, y luego al trío de oro, quienes me miraron con una opinión distinta reflejada en sus facciones. Al menos la de Harry y Ron. Hermione no parecía nada afectada. Me animó a seguir hacia delante mediante sus gestos.
Y eso hice.
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"Rosier" - Theodore Nott
FanfictionEn el expreso de Hogwarts, a Isabella la corroían los nervios. Llegar nueva de Beauxbatons para empezar su tercer curso iba a llamar la atención, pero era una chica lista y tendría a su hermana con ella, además de a cierto italiano. Espero que disf...