• El reencuentro 2/2 •

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Habían pasado un par de meses desde la última noche en Argentina

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Habían pasado un par de meses desde la última noche en Argentina. Barca continuaba su vida en Monterrey con Alana, mientras que Taylor vivía en Ciudad de México con su hermano, Fede. A pesar de la distancia, Taylor y Barca mantenían el contacto, hablando todos los días y a veces haciendo videollamadas. Esta cercanía no pasaba desapercibida para Fede, quien estaba seguro de que ambos se gustaban, aunque la situación era complicada debido a que Barca tenía novia.

Un día, Barca y Alana viajaron a Ciudad de México y Fede los invitó al departamento donde vivía con su hermana. Taylor no estaba en casa cuando ellos llegaron, así que Fede se encargó de recibirlos.

—¡Diego, Alana! Bienvenidos —dijo Fede con una sonrisa, abrazando a su amigo y saludando a Alana— Es genial tenerlos aquí.

—Gracias, Fede. Es un placer estar aquí —respondió Barca, mientras Alana sonreía tímidamente.

Pasaron un rato conversando en la sala, poniéndose al día y disfrutando de la compañía. Un par de horas después, la puerta del departamento se abrió y Taylor entró con un amigo, un chico de pelo negro con quien se llevaba muy bien.

—¡Hola! —saludó Taylor, sorprendida al ver a Barca y Alana— No sabía que ya habían llegado.

—¡Tay! —dijo Barca, levantándose para abrazarla— Sí, llegamos hace un rato. Fede nos recibió.

El amigo de Taylor, un chico de cabello negro llamado Lucas, también saludó a todos con una sonrisa.

—Hola, soy Lucas. Un placer conocerlos.

—Hola, Lucas. Soy Diego, y ella es Alana —respondió Barca amablemente, estrechando la mano de Lucas.

Fede observó la interacción con interés, notando la leve tensión en el ambiente. Taylor se sentó junto a Taylor, mientras Lucas se acomodaba en una silla cercana. La conversación fluyó de manera natural, aunque Fede no podía evitar notar las miradas que Barca y Taylor intercambiaban de vez en cuando.

—Entonces, ¿cómo les ha ido en Monterrey? —preguntó Taylor, intentando mantener la conversación ligera.

—Bien, todo va bien —respondió Barca, sonriendo— Monterrey es una ciudad increíble, pero extrañaba verlos a ustedes.

Alana asintió, agregando

—Sí, es bonito estar aquí y pasar tiempo con amigos.

Lucas, siempre observador, notó la dinámica entre Taylor y Barca. A pesar de ser solo un amigo, podía ver que había una conexión especial entre ellos.

—¿Qué tal si pedimos algo de comer? —sugirió Fede, intentando aliviar cualquier incomodidad— Podemos pedir comida y relajarnos un rato.

Todos estuvieron de acuerdo, y Fede se encargó de hacer el pedido. Mientras esperaban, la conversación continuó, y aunque había momentos de tensión, el ambiente se mantuvo amigable.

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