Quinta lección.

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"Tú me cuidas y me das tu amor y en cambio todo lo mio te pertenece".

⚠️SE RECOMIENDA DISCRECIÓN ⚠️

Aquel cuerpo que se encontraba jadeante en el sofá negro,  maniatado, con su pecho recargado en posa brazos, cabellos revueltos, espalda perlada de sudor, mejillas enrojecidas, labios hinchados y a la vista ese exquisito culo expuesto con ese anillo de músculo palpitante y dilatado por haber estado introduciendo en el las esferas del juguete sexual al cual aún le faltaban de introducir las últimas 2, las cuales eran las más grandes pero para ese punto a Yoongi le parecía la imagen más sublime; era como  ver el paraíso mientras pecaba.

Comenzaba a bombear su miembro mientras observaba las nalgas enrojecidas después de haberlas palmeado unas cuantas veces. Quería estar enterrado ya en ese cuerpo, quería disfrutar de la delicia de aroma de la piel e impregnarse del sudor de su colibrí, poder sentir el vibrar del cuerpo al contraerse por placer, estallar en extasis dentro de él, quería ver ese agujero chorreante de su semen.

Necesitaba dejar sus marcas sobre la piel de durazno de su bebé, quería morder, chupar y maltratar esa linda espalda que se encontraba semi arqueada por tener las manos atadas a sus tobillos.

Ver la piel rojiza por la presión de las cuerdas con las que había atado a su bebé lo estaba enloqueciendo.

Bombeaba más su miembro mientras veía el perfil de su cisne quien lo veía de reojo con un brillo suplicante en su mirar.

—dime bebé ¿quien es tu dueño?—

Jimin quiso responder pero no pudo hacerlo puesto que el jadeo que soltó por sentir una nueva presión en su esfínter se lo impidió.

Yoongi había comenzado a penetrarlo sin haber sacado las esferas con las que había estado jugando apenas unos minutos antes.

—anda bebé, responde—

Y un nuevo azote sobre sus nalgas fue depositado haciendo que las esferas dentro de su canal se movieran.

De nuevo un gemido lo abandonó.

—a ti mi señor; solo a ti—

La sonrisa que se le dibujo al pelinegro fue una llena de lujuria con soberbia. Se sentía el ser más poderoso al poseer a tan bella criatura.

Se empujó un poco más.

Jimin sentía que ya no podía más, pero el anillo en la base de su pene le impedía liberarse.

Cuando su señor llegó ese día de trabajar y en lugar de seguirlo al comedor como era costumbre y este le pidió que le preparara un martini y se dejó caer en el sofá comenzando a desabrocharse la corbata; la cual ahora le estaba dificultando respira,  no pensó que acabaría el atado de esa manera.

Jamás va a arrepentirse de haberle pedido que lo hiciera suyo de la manera que él quisiese si con eso le ayudaba a relajarse.

Volteo a la mesita de centro a ver la copa de martini sin beber que dejo su señor; que al escuchar lo dicho por el más joven, no dudo ni dos segundos en subir a su cuarto especial a traer las cuerdas que ahora lo ataban, el lubricante, el juguete que ahora estaba dentro de él y el anillo que lo estaba viviendo loco.

Señor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora