Familia

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La mirada gatuna estaba sobre el tierno rubio que aún dormía, era tan dulce, tan apacible, tan sublime.

Yoongi detallaba la manera tan inocente de dormir de su prometido.

La manera en que los gorditos labios estaban semi abiertos y soltaba pequeños suspiros que se asemejaban más a los ronroneos de un gatito, la mejilla abultada por la presión de la almohada sobre esta era tan dulce, la imagen de su colibrí era hermosa; ¿quien diría que ese inocente chico que aún dormía lo había seducido con un baile muy erótico la noche anterior?.

El de ojos marrón soltó un suspiro al recordar la manera en la que disfruto la cena de anoche.

Y es que cuando había llegado a su hogar por la tarde se sorprendió al ser recibido por su chico enfundado en una delicada y sensual bata; una que dejaba ver sus torneadas piernas desnudas, una que al momento de pasar por la luz de la sala reveló que era más transparente de lo que imaginó y dejó ver que debajo de esta su bebé estaba desnudo.

Eso había hecho que se le despertara otro tipo de apetito.

Apenas llegaron al comedor y le sirvieron la cena al amo y señor de la casa, el rubio le pidió a su señor que si se podía sentar en el lugar que él prefiriera; el pelinegro pensó que sería su regazo el lugar que su chico había elegido pero se llevó una gran sorpresa al verlo subir a la gran mesa.

Lo vio sentarse con las piernas flexionadas hacia atrás, la bata roja con flores blancas estampadas en ella caía de su hombro revelando aquel dulce y terso cuello, Yoongi deseaba más pasar su lengua por aquella clavícula que por el par de costillas de cerdo que estaba comiendo.

Se disponía a seguir con su cena pero el puré de patatas quedó a medio camino cuando vio a su no tan inocente chico levantarse y comenzar a contonearse como un barco en el mar tarareando alguna canción que su cerebro no alcanzaba a descifrar por estar embobado viendo como su bebé comenzaba a desabrochar el nudo de la prenda que lo cubría.

Casi se ahoga cuando su bebé había quedado desnudo y seguía contoneándose de esa manera tan sensual que no podía ni siquiera atinar a seguir comiendo.

De dos pequeños pasos su colibrí ya estaba delante de él; había descubierto que mirar a su chico desde abajo le ponía más duro de lo normal.

Le gustaba que su novio fuera quien lo dominara.

Y solo bastó una mirada para que él pelinegro se levantara y pasara sus grandes manos por las gruesas piernas del chico que estaba encima de la mesa.

De un movimiento rápido su lengua trazó su camino hacia la ingle contraria, una vez llegó al erecto pene no dudó en abrir su boca y tomarlo cual dulce manjar.

Jamás en su vida había hecho sexo oral pero por su precioso colibrí haría lo que fuera.

—Y..Yoon , cómeme por favor, lléname de ti.

El de ojos color chocolate no lo dudo y con cuidado bajo a su bebé de ahí y lo llevo a su habitación para hacerle el amor.

Pasaron gran parte de la madrugada entre gemidos y suspiros hasta que el cansancio los venció después de haberse entregado el uno al otro.

Con eso en mente paso su mano por la afilada cadera  y atrajo más ese cuerpo que lo tenía loco. Sentir la piel tibia sobre la propia era una sensación maravillosa,  el quejido que soltó su bebé entre sueños por la fricción de su miembro con el contrario solo hizo que todos los sentidos del pelinegro despertaran y comenzó a besar a su prometido.

Entre el beso su prometido despertó y le siguió el ritmo; no supo cómo pero de un momento a otro su chico ya estaba otra vez empalado con su pene hasta el fondo.

Señor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora