Mi amor

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El cuerpo desnudo que temblaba arrodillado en medio de la habitación era la imagen de un ángel caído.

Era perfecto ver como el sudor resbalaba por cada vértebra de esa espalda que se pintaba de color rojo.

El cabello pegado a su frente le daba una imagen pecaminosa y extrañamente angelical.

Para el chico que sostenía en su mano el pequeño látigo con el que había estado jugando hace poco le embriagaba la sensación de tener el poder y el control sobre el cuerpo y placer del contrario.

A él jamás se le había dicho que el arte de complacer no se basaba solamente en someterse al contrario.

Así que ese día que salió al supermercado jamás se imaginó que al regresar a su hogar encontraría a su hombre esperando por el.

Lo que más se sorprendió fue verlo de esa manera,

Desnudo, arrodillado ante él y con mirada suplicante.

El rubio se había quedado sin aire al ver a su señor en esa posición.

Y definitivamente se le escapó el alma cuando su amo le dijo que lo complaciera de la mejor manera.

No había entendido muy bien lo que le pedía pero al ver las esposas, el látigo y una mascada en un lado del cuerpo de su amo se dio una idea de lo que su señor se refería.

Él se estaba rindiendo ante su sumiso.

Con pasos temblorosos, Jimin se fue acercando a su hombre y le colocó las esposas, lo miró directamente a los ojos y vio un brillo especial en ellos; no lo resistió y le dio un beso por lo demás demandante a su hombre.

Se alejó unos pasos de él y comenzó a desnudarse bajo la atenta mirada del hombre que tenia arrodillado sobre aquella alfombra blanca.

Yoongi ardía de pasión de ver cómo su lindo colibrí pasaba de un tímido chico a un hombre totalmente descarado y sensual, él no poderlo tocar solo aumentaba más su deseo.

El rubio se había quedado solo en su ropa interior; un lindo bóxer de encajes negros.

Se paseo un poco por la habitación, trayendo consigo el lubricante y dejándolo un poco cerca de donde complacería a su amo.

El rubio se volvió a acercar a Yoongi y se arrodilló de nuevo y tomó la mascada y la usó para tapar los ojos marrones del contrario.

Nuevamente lo beso, pero a diferencia del primero este fue más fogoso.

Los chasquidos que habían provocado el beso, viajaron directamente a la entrepierna de ambos.

Jimin se levantó tomando el látigo en su mano.

—¿cuál es tu palabra de seguridad?

Yoongi lo pensó; en verdad no se le había ocurrido eso, pero después de meditarlo un poco decidió pensar en uno que le recordaba lo que Jimin representaba en su vida, ese chico era su todo y su nada, su principio su final, su vida y su muerte, su pasado y futuro, era su todo.

—mi amor.

Eso descolocó al rubio, es decir era una palabra que se podría decir a calor de la pasión y podría confundir a la persona que estaría dominando.

—lo sé bebé, se lo que piensas pero también se que no llegarás a lastimarte y porque solo contigo me muestro como realmente soy, débil, sumiso, frágil y de solo pensarlo me hace saber que eres mi amor, mi todo, no tengas miedo.

Jimin sintió como a pesar de estar en una situación así, su alma y corazón estaban siendo acariciados.

—bien— el rubio pensó un poco en lo que iba a decir pero ya era hora de también dejarse llevar por es sentimiento— bien amor voy a comenzar.

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