En marcha

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Era difícil concentrarse en lo que estaba ocurriendo en aquel almuerzo,  su mente estaba siendo ocupada por la erótica imagen de su prometido desnudó sobre el, montándolo de manera magistral, en sus oídos aún se podía escuchar los balbuceos sin sentido que salían de los apetitosos labios de su bebé cuando lo tocaba en el punto que lo hacia delirar de placer.

Solo podía imaginarse a él enterrado en aquel exquisito cuerpo, de solo recordar lo bien que se movía su chico sobre él, lo hacía ponerse duro, su miembro palpitaba dentro de su ropa interior, quería que esa reunión acabara ya para dirigirse a su casa y dejarse hacer al antojo de su colibrí.

Había descubierto una faceta distinta de su dulce chico, una realmente deliciosa, descarada y sin vergüenza y lo mejor era que solo él era el privilegiado  en verla. Disfrutaba más en dejar que su bebé tuviera el control sobre.

Pero la voz del cerdo del director Kim lo trajo otra vez a la realidad.

Todo en ese hombre le desagradaba, le daba repulsión.

Se dijo a sí mismo que solo lo tenía que aguantar por lo menos una hora más y después seria libre

— bien Min, suéltalo ¿que quieres de mi?—

Bien al diablo la paciencia, tenía cosas más interesantes que hacer con su chico que estar viendo a ese vejete tragar como el cerdo que era.

—vete olvidando del estúpido compromiso que armaron tu y mi padre; eso no va a suceder jamás—

El viejo dio un trago a la copa de vino tinto que tenía sobre la mesa para pasar el pedazo de carne que se le dificultaba tragar en ese momento, él no se iba a dejar intimidar por un mocoso de veintitantos años.

—creo que eso no se va a poder, ese compromiso representa la alianza inquebrantable de la familia Kim-Min, así que no; es más, deberían ir fijando fecha para la boda, ya se están tardando, hay que tener herederos y esas cosas—

— no te estoy pidiendo un favor, te estoy informando mi decisión, además me importa un cuerno lo que mi tatarabuelo y tu ... sea lo que sea su familiar, hubieran pactado en el pasado, pero para que esté más tranquilo le daré algo a cambio; será el nuevo domo maestro—

El doctor Kim casi se ahoga con el vino que estaba bebiendo, era una oportunidad que no pensó posible, siempre soñó con eso, y ahí estaba un mocoso jugando a ser un gran empresario sirviéndole en charola de plata su oportunidad para traficar de manera libre con los niños y jóvenes en su negocio sexual.

Así que no lo pensó más y le dijo a su ex yerno que no se preocupara por eso, ya le buscaría otro prospecto a su hija.

Ante esa respuesta, el más joven se levantó de su asiento para retirarse de ahí, el ver al hombre comer le había revuelto el estómago.

Tenía asuntos que tratar con su padre antes de regresar a su hogar donde seguramente su bebé lo esperaba; estaba tan enamorado de ese lindo joven de sonrisa tierna y mirada encantadora.

Le parecía que el mundo no merecía la existencia de Jimin, la sociedad no debería tener el honor de presenciar la divinidad de su bebé y por supuesto el tampoco; pero el rubio le había otorgado el privilegio de verlo y tenerlo para él.

Sonrió para sus adentros cuando llegó a la mansión de su padre, ya había comenzado su plan para terminar con la mierda que su familia ocultaba detrás de esas fiestas donde los más grandes empresarios figuraban como invitados especiales.

Señor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora