La niñez es la mejor etapa de la vida.
No hay preocupaciones ni temores.
Y para un niño que nació en cuna de oro con mayor razón.
No había nada que sus padres no le dieran a manos llenas.
Ser hijo único ayudaba muchísimo y que tu padre fuera el dueño y Ceo de una empresa más importante de entretenimiento solo era un plus a la vida soñada.
No recuerda algún momento en donde no hubiera risas y mimos para el pequeño de cabellos negros.
Era tratado como la realeza a donde fuera.
Y eso le distorsiono un poco la realidad.
A sus cinco años fue enviado a la dirección por empujar a un niño que no quiso darle una pelota que claramente no era suya y tampoco necesitaba.
Los señores Min tuvieron varias visitas con la directora del jardín de niños.
Pero no por eso le dejaron de darle lo que quería cuando lo quería y de la manera en que lo quería.
Ese era el pequeño Min Yoongi. El siempre obtenía lo que él deseaba aún si no le interesaba.
Cuando entro en la primaria se acostumbro a que tanto niños como niñas estuvieran siempre expectantes a sus deseos y antojos; no importaba si eran alumnos más grandes que el, nadie podía negarse a sus caprichos.
Y es que las familias de esos niños ansiaban que sus hijos tuvieran una amistad con el heredero de tan buen apellido.
Y quien sabe tal vez algún tipo de relación más aya de la amistad.
En su octavo cumpleaños el plinegro había hecho el berrinche más grande de su vida para no ir a la horrible consulta con el doctor.
Pero ahí estaba en aquella estúpida camilla con el ceño fruncido en una bata que no le llegaba ni a las rodillas y con su trasero expuesto.
A la familia Min le había salido algo cara esa consulta puesto que recibir una patada en la cara no estaba en las funciones del doctor.
Pero eso no importó, el dinero no importaba cuando se trataba de aquel Niño.
Poco tiempo después de esa rara revisión con el doctor Yoongi notó un poco raro a su padre.
Recuerda muy bien la tarde en la que llego de la escuela y lo sentó en uno de los sillones que estaban en su despacho.
A Yoongi la única prohibición que tenía era nunca entrar en el despacho de su padre sin su autorización.
Y era raro estar ahí; así que solo suspiro con fastidio; su padre quien generalmente tenía una mirada dulce para el; ahora tenía una que le hacía temblar y no sabía si era de nervios o miedo pero su cuerpecito temblaba.
Y realmente no le dijo nada malo o bueno no sabía exactamente qué le quiso decir su padre.
Solo le dijo que cuando tuviera la edad suficiente le enseñaría exactamente lo que significaba ser un verdadero heredero del apellido Min.
Después de ese día, su papá lo llevaba a estúpidas reuniones, siempre el último viernes de cada maldito mes lo llevaba con las mismas personas dé siempre.
En su décimo cumpleaños su padre le dijo que debía comenzar con su entrenamiento.
El pelinegro no entendió lo que quiso decir su padre y lo dejó pasar.
Pero a la mitad de aquella fiesta de cumpleaños su padre le pidió que observara bien a todos sus invitados, no solo a los niños sino que a los adultos también y le dijera cuál de todos aquellos creía que obedecería si él le pidiera irse de ahí y sin que opinara nada al respecto.
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Señor
FanfictionEl lindo chico contaba con paciencia los minutos para que su señor llegara. Él vivía para complacer a su señor. El haría cualquier cosa para hacer feliz a su amo, después de todo el lo saco del infierno en el que vivía.