Prólogo

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Era más fácil explicar cómo había acabado ahí a decir quien era.

Para cualquier  jovencito en sus dieciocho estar bajo las miradas inquisidoras de aquellas personas tan importantes y ricas debería ser un momento incómodo y provocarle ansiedad, deberían intimidarlo y hacerlo someterse a los juicios estúpidos de la "sociedad" pero no para el; los ojos oscuros que lo miraban del otro lado del salón solo le recordaban que el solo le debía obediencia y sumisión a su señor.

Él vivía para complacerlo solo a el.

Solo debía bajar la mirada ante él y no ante la gente idiota que creía que por tener dinero eran mejor que los demás.

Para las personas en esa reunión era imperativo saber ¿quien era el jovencito de cabello azul de antifaz de plumas negras y cristales? Porque es joven no solo exudaba dinero por todas partes sino que era su porte y elegancia al caminar quienes anunciaban que se trataba de alguien importante; alguien a quien se debía tratar de manera especial.

Los cuchicheos no se hacían esperar cuando aquel joven seguía su andar elegante atravesando el salón, todo el mundo quería saber a quien acompañaba ese fino ser, porque era obvio que debía tener pareja.

Para los ojos negros que seguían cada movimiento del chico detrás del antifaz le llenaba de satisfacción, saber que era suyo y solamente suyo le hacía enorgullecerse de sí mismo, el era su amo y señor y no importaba que aquellas miradas devoraran a su chico como si él más exquisito manjar se tratase, el solo tenía ojos para el, solo él era amo y soberano de aquella preciosa persona; y pronto se lo haría saber al mundo.

Y cuando por fin aquel jovencito se detuvo frente al hombre mas importante de la reunión los demás invitados ahogaron su respiración al ver como aquel peli azul se arrodillaba ante él y adoptaba una posición totalmente de sumisión.

Para el rubio fue la muestra de amor más pura que le dio su bebé que su pecho se hinchó de orgullo por lo bien que su chico le anunció al mundo que él tenía dueño, y que estaba orgulloso de ser el sumiso del gran Min Yoongi.

Para el resto de los Doms fue un mensaje fuerte y claro; para los demás asistentes aquello fue algo que no se explicaban, no daban crédito a que una persona se humillara de esa forma.

Para Jimin no había mejor momento para anunciarle al mundo que el ya no era una persona independiente, que el ya no tenía un lugar en esta sociedad, que el solo vivía para complacer y servir a su señor.

—levántate—

—sí señor—

Y automáticamente el chico se posicionó detrás de su amo.

Yoongi premiaría a su bebé cuando llegará a su casa; por ahora el momento se regocijará en la dulce sensación que le embriagaba todo su ser.

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Bien pues aquí vamos de nuevo..

Señor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora