Primera lección

106 21 24
                                    

"Nunca entres a mi despacho al menos que yo te lo ordene."

La noche de la reunión mensual había quedado atrás habiendo siendo un éxito increíble; con su terrible excepción del niño llorón que andaba detrás de Jung como alma en pena; asunto que tomaría en sus manos después,  por el momento se dedicaría a ponerle atención al idiota que tenía enfrente diciéndole las ventajas de la estrategia de marketing.

Un verdadero idiota. Aún le odiaba por el hecho de que fue él, el de la brillante idea de que se tiñera el cabello.

Pero pronto recordó a su dulce cisne; oh dios se apiadara de su ser y le alejara de su mente la sensual imagen de su chico. Si exista un ser supremo que esté le ayudará en este momento y le quitará de su mente los deliciosos gemidos que soltaba su bebé cada que lo hacía suyo; que este ser todo poderoso le quitara ese picor de sus manos por las ansias de recorrer esa piel de ceda y terciopelo.

De verdad quería quitarse de la mente esos recuerdos, quería con todo su ser concentrarse en el imbécil que tenía enfrente pero no podía.

Su ser y concentración estaban en la noche donde su hermoso cisne de plumas negras tintadas de azul le acepto, esa noche donde le hizo saber al mundo que era suyo.

Esa noche donde se entregó a él sin miedos ni presiones. Donde apenas subieron al vehículo y lo hizo que lo montara hasta volverse locos los dos, esa noche lo dejó hacer con él lo que quisiera; se lo había ganado.

Oh Dios ahí iba de nuevo su cordura; ya quería salir de ahí y  llegar a besar esos labios que lo tenían hechizado.

—eso es todo joven Min; permiso—

El joven que segundos antes estaba hablando de no sé qué cosas del incremento de tendencias en redes sociales salió corriendo; literal; de esa oficina porque la mirada del rubio podría helar el alma de cualquiera.

El joven heredero siguió su jornada laboral entren documentos y café, pero en su cabeza seguía revoloteando como un colibrí la imagen de su dulce bebé.

Al demonio el trabajo; quería comenzar el entrenamiento para llegar a la perfección con el que se comenzaba a ser objeto de su obsesión; pero todo se fue al traste cuando su asistente le entregó más trabajo y sumado a eso su humor se vio alterado por su padre que le dijo que tenía que hablar muy seriamente con el heredero del grupo Jung.

Ese par le habían colmado la paciencia.

Salió de su oficina cargando su maletín con un montón de documentos y trabajo y su mente inundada de pensamientos que conducían todos a un abismo donde la ira y enojo era lo que se encontraba al final de este.

¿No podía pasar una noche tranquila en su hogar disfrutando de una deliciosa cena en buena compañía? Al parece en no.

El viaje en automóvil le pareció lo más tedioso de la vida; agradeció mentalmente cuando vio la reja que dividía su propiedad del resto de la cuidad. Apenas puso un pie fuera del vehículo y el mal humor fue desapareciendo.

Y su alma estuvo en paz cuando abrió la puerta y su bello cisne ya lo estaba esperando de pie junto a la puerta; vestido de manera sencilla con pantalones oscuros de vestir y una camisa de lino celeste y su rostro siendo bañado de un carmín natural.

Señor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora