Emily no me desbloqueó en ningún momento, de ninguna red social. Las veces que intenté hablar con ella personalmente fui echado de forma agresiva por Bill. No me quedó más opción que aceptar que lo había arruinado todo, que ya no sería parte de su vida. Ella jamás me perdonaría. Y la extrañé. La extrañé mucho.
Pasaron algunos meses donde continué mi vida, tratando de ser mejor. Casi toda la primavera y ahora el comienzo del verano en busca de ser una mejor versión de mí, para no volver a lastimar a nadie.
Chrissy, al enterarse, dejó de hablarme por dos semanas enteras. Enojada conmigo, furiosa por haberle hecho a Emily lo mismo por lo que yo tanto sufrí. Furiosa, también, por haberme acostado con Becky luego del daño que le hizo, y tenía toda la razón en odiarme. Luego, un día, Chrissy solo me escribió para invitarme a tomar té. Hablamos mucho ese día, y pude comprender más la situación sin necesidad de continuar torturándome por lo que pudo ser.
Me sentí mucho más cercano a Chrissy, y me di cuenta de lo necesaria que era en mi vida cuando no me habló por esas dos semanas. Desesperado, rascando las paredes, fumando más de lo normal porque ella ya no me hablaba. Me di cuenta de que la quería tanto que su ausencia era una tortura, que mi vida no tenía sentido si no podía oír su voz, sin poder ver su sonrisa.
Comencé a ver más a Eric, trató de hacerse un espacio en su apretada agenda de estudio, y a veces incluso vimos a Jean, con quien salíamos a tomar unas cervezas. Sin embargo, me hice mil veces más unido a Alex y un millón más con Chrissy.
Así me encontraba ese día, abrazando la delgada cintura de Christine en su cama. Me había quedado esa noche, y debido a que Alex estaba con Elijah tuve que dormir con ella. Olí el dulce aroma a rosas en su piel y cabello, y pasé con cariño mis dedos por su abdomen. Su piel era suave, tan suave que era impresionante.
—Uhm… me haces cosquillas —masculló algo entre dormida.
—Eres tan suavecita —dije, hundiendo mi nariz en su cuello, y sus rizos pelirrojos me acariciaron el rostro.
Se giró en la cama para verme con esos hermosos ojos miel, que con la luz del sol en la mañana parecían dorados. Su cabello rizado estaba desparramado por la almohada, y su brillante sonrisa hizo danzar a mi corazón cuando posó su nariz en la mía.
—Puedes acariciarme todo lo que quieras, no gasto tanto dinero en cremas por nada —dijo con una risita.
Sentí mi rostro arder por esa cercanía y debí hacer un esfuerzo sobrehumano para no correr la mirada, como mis instintos me gritaban que hiciera. Despacio, solo por las dudas, llevé mi mano hacia su rostro para rozar el dorso de mis dedos en sus pómulos con pequeñas pecas. Luego lo llevé lentamente hacia su oreja y bajé por su cuello, que siempre olía tan bien.
No quise hacer más, no quería que se malinterpretara la situación, así que bajé por su hombro hasta el brazo y de ahí regresé a la cintura para poder abrazarla. Chrissy hundió su rostro en mi clavícula y sentí su cálido aliento contra mi cuello.
Mi corazón latía tan rápido que sentí que podría salir volando. Por eso inspiré nuevamente el dulce aroma a rosas en el cabello de Chrissy, en su piel tan suave y tersa, tan perfecta.
—Amo tu aroma —susurré y la aferré más—. Me relaja, me hace sentir en casa.
Chrissy me dio un beso en la mejilla y se sentó para poder levantarse de la cama. Hizo las cortinas a un lado para que el sol pudiera iluminar aún mejor la habitación. Llevaba un pijama de dos piezas, un short gris y una camiseta de tirantes del mismo color, pero con encaje blanco.
Imité su actuar y me puse de pie para poder colocarme una camiseta. Aunque Chrissy tenía aire acondicionado en la habitación, hacía mucho calor como para dormir demasiado vestido. Me coloqué las zapatillas y salí de allí, justo para oír la gran carcajada de Alex y Elijah en el comedor. Los ignoré para poder ir a higienizarme, necesitaba orinar con urgencia. Luego, cuando estuve listo, salí para encontrarlos allí.
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Pequeños sorbos de té
RomanceÉl la conoció. La odió. Se volvió su amigo. La unió con su mejor amigo. La amó. Y se arrepintió de haberlos unido...