Había hablado con Alex prácticamente al instante de ver el local de mis sueños, pues quería que él fuera mi socio. No había persona más indicada para ayudarme en este proyecto que él, y Alex ni siquiera titubeó al aceptar. Lo primero que hicimos fue averiguar el precio.
Imposible de pagar para mí, solo me alcanzaba para la mitad, y Alex, pese a ser de una familia casi rica, se mantenía solo con su trabajo y tampoco alcanzaba. No quería pedir ayuda a nadie, quería que fuera un logro mío. Sin embargo, Michael no bien se enteró de esto, por la enorme bocota de mi madre, me ofreció ser mi inversor. El local sería mío, estaría a mi nombre, él solo me brindaría la parte que faltaba para poder pagar el lugar. Solo un préstamo.
—Trabajaré sin paga —le dije con la cabeza gacha.
—Jamás, cielo. Jamás. Tu tiempo vale —me había dicho con los brazos cruzados sobre el pecho—. Me pagarás cuando el local tenga éxito, y lo tendrá.
Así que con el asunto del local resuelto solo nos quedaba reparar. Había mucho por reparar allí, y no solo en el local, el baño de mi casa estaba tan arruinado que no podría pasar un año más allí. Así que pasé de ser el dueño de una futura cafetería a ser un albañil. Necesitaba tantas reparaciones que en algunos momentos llegué a dudar de que esto saliera bien, pero tenía fe. Estaba seguro de que todo saldría como deseaba, solo necesitaba esforzarme un poco más y trabajar mucho, mucho, mucho más.
Para no perder tiempo y poder abrir al comienzo del siguiente año, con Alex nos turnábamos. Unos días él iba al local a trabajar, así yo podía trabajar en reparar la casa de mi madre, y otros días yo iba para que él pudiera ayudar a mamá por las tardes. Muchas veces llegué más temprano a casa y los encontraba tomando sus respectivos té y café, riéndose a carcajadas. Me gustaba ver que eran unidos, y que mutuamente se ayudaban a superar los desamores. Fue hermoso volver a oír la risa de mamá.
Lou se estaba encargando de hacer los diseños, ya había hecho algunos bocetos. Optó por hacer un diseño de rosa como logo, con el nombre que escogí en neerlandés para honrar a mi bisabuelo Alphonse Van der Hout, de quien tengo su mismo nombre. «Rozenthee». Pasé por toda clase de ideas y nombres, desde «El té de rosas de mamá» hasta un nombre en francés por la familia de Alex, pero ese me parecía el más adecuado. Honraba la lengua y el país de mi bisabuelo, y traía el recuerdo de los té de rosas de mi madre.
El diseño de cartel, también de Lou, era «Rozenthee’s café».
Para el verano, en el cumpleaños número veinticinco de los gemelos, hicieron una fiesta de piscina. Estuvieron Caroline junto a Kyle, Bobby y Georgie, que ya tenía un añito, y también Lilah junto a Molly y Alice, su hermana menor.
—Esa chica prácticamente te está comiendo con la mirada —dijo Eric sentado a mi lado, con una risita.
No necesité mirar hacia allí, sabía que se trataba de Alice. Era difícil para mí no verla también, porque era en verdad muy hermosa. Tenía el cabello castaño dorado igual que su hermana, aunque sus ojos eran avellana en vez de azules. Y su cuerpo… Dios mío. Tenía una buena figura que se lucía a la perfección con una bikini beige.
—Y Chrissy está que te come a ti —dije con una risita al ver cómo ella miraba a Eric.
Ya no dolía verlos juntos, tampoco ver lo mucho que se querían y deseaban. Por el contrario me sentí feliz de verlos, pese a no ser yo. Era bonito ver que dos de las personas que más amaba en el mundo eran felices y que la pasaban bien juntos.
—Pronto será nuestro aniversario —dijo Eric con una sonrisa llena de amor—. A veces no puedo creerlo. A veces se siente como si estuviera dormido, es tan extraño.
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Pequeños sorbos de té
RomanceÉl la conoció. La odió. Se volvió su amigo. La unió con su mejor amigo. La amó. Y se arrepintió de haberlos unido...