Capítulo Nº 6

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La navidad fue realmente triste y solitaria

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La navidad fue realmente triste y solitaria. La pasamos junto a Eric, Ivana y Brian, el hermano dos años mayor que Eric. El resto de sus hermanos tenía guardia en el ejército, en la policía y la fuerza aérea, solo podrían estar en año nuevo con su familia y seres queridos.

Mamá había preparado pato a la naranja y un delicioso pastel de chocolate como postre, y a su vez, Ivana había preparado una sopa cremosa de espárragos que era realmente deliciosa. Habíamos cenado en tranquilidad, Brian –con quien yo no tenía muchos problemas porque era bastante tranquilo– conversó animadamente con Eric y conmigo, nos preguntaba por la universidad y, cuando supo que yo no fui aceptado, su expresión cambió por completo y decidió cambiar de tema.

Brian me caía bien, igual que Ash, aunque Ash fuera un idiota.

Sin embargo, pasé toda esa semana pensativo y muy triste debido a la información que me dio Alex, debido a su confesión. El saber que, en realidad, Becky estaba enamorada de él y no de Ian ni de mí, que a ambos nos estuvo utilizando solo para celarlo, que todo fue una mentira, me destrozó por completo. Lloré unos cuantos días, pero luego ya no pude llorar, ya no supe cómo. Me sentía vacío.

Y mamá se dio cuenta.

Intercambiamos unos obsequios luego de las doce campanadas, luego de un brindis amistoso. Para mamá, yo le había comprado un abrigo delicado que –sabía– ella siempre había querido tener. Un trench rosado que siempre miraba en una vidriera en el centro, con ojos iluminados y tristeza por no poder comprarlo. Ahorré por mucho tiempo para poder regalárselo, así que cuando abrió el paquete y se encontró con su abrigo rosa pastel, sus ojos verdes se llenaron de lágrimas y, luego de regañarme por gastar tanto, me dio un abrazo y me lleno de besuqueos.

Para Eric había conseguido un libro que llevaba tiempo buscando pero no pudimos conseguir, hice un intercambio con un ex compañero del secundario –le di mis cartas de Yu Gi Oh! originales a cambio de ese libro–, «Los miserables» de Victor Hugo, versión completa. Eric se sorprendió por completo cuando vio mi regalo, y se sintió muy mal cuando me dijo que no había conseguido su regalo para mí –quiso regalarme, supuestamente, una chaqueta de cuero, pero Ash nunca le ayudó a conseguirla–. No me importaba en realidad que no tuviera nada para mí, no era interesado, no me importaban los regalos. Me gustaba ver los ojos de mis seres queridos cuando yo les hacía un obsequio, cómo se iluminaban al ver que por fin tenían eso que tanto deseaban.

El resto estaba de más.

Luego de los brindis, de intercambiar regalos, donde mi mamá se lució al regalarme una lata de té clásico inglés, importado, junto a algo de ropa. Mamá siempre sabía lo que yo deseaba o necesitaba, me sentí a gusto con ello.

Los días posteriores me sentí muy solo, Eric ayudaba a su madre a movilizarse debido a la úlcera en la pierna que tenía Ivana y que le dificultaba caminar, así que poco nos veíamos. Christine y Alex, según habían dicho por el chat de La Mafia, estaban de viaje con sus padres por unos días, volverían antes de fin de año. Conversé con ellos varias veces por Whatsapp, pero tampoco deseaba molestarlos.

Pequeños sorbos de téDonde viven las historias. Descúbrelo ahora