Paramos un poco con los juegos debido a que Alex ofreció prepararnos diferentes tragos, habíamos comprado en la mañana un par de pulpas de frutas para poder hacer daiquiri, pero a Chrissy le preparó un cuba libre al igual que a mí. Sentí que tanta mezcla terminaría por matarme, así que me di un descansito de los tragos para poder encenderme un cigarrillo en la cocina, mientras observaba por la ventana las luces nocturnas de la calle. Todo estaba oscuro allá afuera, solo esperaba que no estuviésemos haciendo tanto ruido como para molestar a mamá o a Ivana.
Me volteé cuando sentí que me pellizcaron el culo y encontré allí a Jean que me sonreía de esa forma pícara como estuvo haciendo toda la noche, con esa mirada suya que, de ser mujer, ya me habría embarazado.
—¿Qué quieres? —le dije al soplar el humo de mi cigarrillo.
—Aw, qué malo eres, Al —Hizo un puchero y colocó un cigarrillo en su boca para poder encenderlo—. Hace siete años que no te veo, podrías ser más amable, ¿no?
—A ver, no bien llegaste me besaste y luego te dedicaste a intentar humillarnos, ¿cómo quieres que te trate?
—Solo me estaba divirtiendo —dijo con una risita—. ¿En serio ves el sexo como un tabú? Libérate, solcito, que es lo mejor del mundo.
—¿Y por qué me besaste?
—Mi venganza —suspiró al soplar el humo de su cigarrillo y ver por la ventana—. Tú me besaste hace muchos años, habían apostado con Eric que el que ganaba la carrera hasta la escuela me besaría, y lo hiciste.
—No me acuerdo...
—Fue mi primer beso y ni siquiera te acuerdas —escupió ella y luego se dio la vuelta para apoyarse contra la mesada y verme allí—. Tú me gustabas, Al, pero andabas muy feliz oliéndole el culo a la estúpida de Becky.
Parpadeé rápidamente y miré hacia los costados sin comprenderla, para luego agregar:
—¿Es broma?
—No. Tú me gustabas de verdad, ¿por qué carajo crees que rechacé a Eric? Quería que tú fueras mi novio —suspiró—. Y encima me besaste por una apuesta y seguiste como si nada. ¿En serio no te habías dado cuenta?
—Soy hombre, Jean, significa que no entiendo sus malditas señales femeninas, si no me gritas en la cara que te gusto no me daré cuenta —dije con una risa que se contagió en ella—. Sé que soy hermoso, pero tampoco soy tan egocéntrico como para ver que una chica es amable conmigo y enseguida pensar que está enamorada de mí.
—Eres un buen chico, pero también eres un idiota —dijo ella con una carcajada al darme uno de esos golpes que me destrozaban el hombro—. Ya no me gustas, es como si no te conociera actualmente, puedes quedarte tranquilo.
—Además en esa época no me gustaba Becky.
—¿Ah, no? ¿Y por qué le andabas atrás siempre queriendo llamar su atención? —se rio y me dio un empujón—. Estabas loco por esa estúpida, ¿te sigue gustando?
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Pequeños sorbos de té
RomanceÉl la conoció. La odió. Se volvió su amigo. La unió con su mejor amigo. La amó. Y se arrepintió de haberlos unido...