Fabián miraba por la ventana del auto mientras su madre conducía hacia la casa de sus amigos. Su mente estaba llena de pensamientos y emociones, una mezcla de ansiedad, emoción y tristeza. Emma notaba su silencio, pero sabía que este era un momento importante para él.
Llegaron a la casa de Alcris y Emma estacionó el auto. Giró para mirar a Fabián, ofreciendo una sonrisa de apoyo.
—¿Estás listo?— preguntó suavemente.
Fabián asintió, tomando un profundo respiro.
—Sí, lo estoy. Gracias, mamá.—Emma le dio un beso en la frente.
—Recuerda, estaré aquí para ti, pase lo que
pase.—Fabián salió del auto y caminó hacia la puerta. Tocó el timbre y esperó, sintiendo el nudo en su estómago apretarse. Alcris abrió la puerta con una sonrisa amplia.
—¡Fabian! ¡Qué bueno verte!— exclamó, abrazándolo con entusiasmo.
Dentro de la casa, André, Deivid y Lukas ya estaban sentados en la sala, riendo y conversando. Al ver a Fabián, se levantaron y lo saludaron con abrazos y palmadas en la espalda.
—¡Eh, chicos!— dijo Fabián, intentando mantener una sonrisa, aunque sus ojos reflejaban una tristeza profunda.
Se sentaron en el sofá, y después de un rato de charla y risas, Fabián supo que era el momento de hablar. Se aclaró la garganta y los miró seriamente.
—Chicos, tengo algo importante que decirles— comenzó, su voz temblando un poco. Sus amigos se callaron de inmediato, atentos a lo que Fabián tenía que decir.
—Voy a irme del país por un tiempo— dijo, viendo la sorpresa en sus rostros. —A Los Ángeles.—
—¿Qué? ¿Por qué?— preguntó André, claramente confundido.
—Es por problemas personales— respondió Fabián, tratando de sonar convincente. No quería que sus amigos supieran toda la verdad, no aún. —Necesito resolver algunas cosas y creo que es lo mejor para mí en este momento.—
Hubo un momento de silencio mientras sus amigos procesaban la noticia. Luego, Deivid rompió el silencio.
—Bueno, hombre, lo que sea que necesites hacer, estamos aquí para apoyarte— dijo, ofreciéndole un apretón de manos que se convirtió en un abrazo.
—Sí, solo asegúrate de mantenernos informados y no desaparezcas del mapa— agregó Lukas con una sonrisa.
—Lo haré— prometió Fabián, sintiéndose abrumado por el apoyo de sus amigos. Aunque no podía decirles toda la verdad, saber que estaban allí para él le daba fuerzas.
Pasaron el resto de la tarde juntos, jugando videojuegos y hablando de recuerdos compartidos. Cuando el sol comenzó a ponerse, Fabián se despidió, sintiendo un peso en su corazón, pero también una resolución firme.
Al salir de la casa de Alcris, encontró a su madre esperándolo en el auto. Subió y cerró la puerta, dejando escapar un suspiro.
—¿Todo bien?— preguntó Emma mientras comenzaba a conducir de regreso a casa.
—Sí, mamá. Todo bien— respondió Fabián, mirando por la ventana mientras el paisaje pasaba. Sabía que este viaje a Los Ángeles no solo sería un encuentro con su padre, sino también un viaje para encontrar respuestas y sanar viejas heridas.
Con el apoyo de su madre y el cariño de sus amigos, Fabián se sentía listo para enfrentar lo que el futuro le deparaba.
Fabián se encontraba sentado en el avión, mirando por la ventana mientras el paisaje se transformaba en un vasto mar de nubes. Sus pensamientos iban y venían, llenos de expectativas y temores sobre el encuentro con su padre. Sabía que este viaje cambiaría su vida de alguna manera, pero la incertidumbre sobre cómo exactamente lo inquietaba.
El vuelo transcurrió en silencio, y aunque los pasajeros a su alrededor charlaban y dormían, Fabián apenas notaba su presencia. Su mente estaba demasiado ocupada, repasando una y otra vez lo que le diría a Tom Kaulitz cuando finalmente lo viera. La idea de encontrarse con su padre después de tantos años le parecía surrealista.
Finalmente, el avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles. Fabián se levantó de su asiento, sintiendo una mezcla de nervios y determinación. Recogió su mochila y se dirigió a la salida, siguiendo el flujo de pasajeros hacia la terminal.
Al salir del aeropuerto, el bullicio de la ciudad lo envolvió de inmediato. Autos, taxis y personas se movían frenéticamente, cada uno con su propio destino. Fabián caminó hacia la salida, su corazón latiendo con fuerza mientras miraba a su alrededor, buscando algún indicio de lo que vendría a continuación.
Fue entonces cuando notó a dos hombres altos, vestidos de negro y con lentes de sol, que se acercaban a él con determinación. Fabián sintió un nudo en el estómago, pero se obligó a mantener la calma mientras los hombres se detenían frente a él.
—¿Eres Fabián?— preguntó uno de ellos, su voz grave y seria.
Fabián asintió, tratando de ocultar su nerviosismo.
—Sí, soy yo. ¿Quiénes son ustedes?—El otro hombre sacó un teléfono y marcó un número rápidamente. —Estamos aquí para asegurarnos de que llegues a tu destino de manera segura. ¿Vienes a Los Ángeles para reunirte con alguien en particular?—
Fabián dudó por un momento, recordando las instrucciones de su madre de no divulgar demasiada información. —Sí, tengo que encontrarme con alguien importante— respondió finalmente, sin entrar en detalles.
El hombre que había marcado el número asintió, como si confirmara algo en su mente. —Muy bien, Fabián. Nos encargaremos de que llegues a salvo. Síguenos, por favor.—
Los hombres lo condujeron hacia un sedán negro que estaba estacionado cerca. Fabián subió al auto, sintiendo una mezcla de alivio y curiosidad. Aunque no sabía exactamente quiénes eran estos hombres, había algo en su comportamiento que le inspiraba confianza, como si realmente estuvieran allí para protegerlo.
El auto comenzó a moverse a través del tráfico de Los Ángeles, y Fabián miraba por la ventana, fascinado por la ciudad que solo había visto en películas y programas de televisión. Finalmente, el hombre que había hecho la llamada giró hacia él.
—No te preocupes, Fabián. Sabemos que este es un momento importante para ti. Nos aseguraremos de que llegues a donde necesitas estar.—
Fabián asintió, sintiendo un poco de consuelo en sus palabras. Mientras el auto se deslizaba por las calles de la ciudad, no podía evitar preguntarse qué le depararía el encuentro con su padre y cómo este viaje influiría en su vida.
ESTÁS LEYENDO
Hidden Rhythms | Tom Kaulitz
FanfictionFabian, criado solo por su madre, descubre la identidad de su padre, Tom Kaulitz, el famoso guitarrista de Tokio Hotel. Años después de ser abandonado, viaja a Los Ángeles para confrontarlo y entender su pasado. En un encuentro cargado de emociones...