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En el presente, la ausencia prolongada de Heidi comenzaba a sentirse cada vez más extraña

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En el presente, la ausencia prolongada de Heidi comenzaba a sentirse cada vez más extraña. Emma había vuelto a Alemania, dejando a Tom y Fabian solos en la casa. Sin embargo, la soledad no era un problema para Fabian, ya que su amistad con Jaiden se fortalecía día a día. La conexión entre ellos crecía, compartiendo gustos e intereses, y apoyándose mutuamente en cada desafío.

Tom y Bill también habían comenzado a pasar más tiempo juntos, tal vez para llenar el vacío dejado por la distancia de Heidi. Los gemelos encontraban consuelo en su mutua compañía, y las salidas frecuentes les ayudaban a mantenerse unidos, recordando viejos tiempos y fortaleciendo su vínculo fraternal.

Una mañana, mientras Fabian y Jaiden desayunaban juntos, Tom les comentó sobre sus planes para el día. —Bill y yo vamos a pasar el día en el estudio de grabación. Estamos trabajando en algo nuevo y emocionante. ¿Les gustaría acompañarnos?

Fabian miró a Jaiden con una sonrisa. —¿Qué dices? ¿Vamos a ver cómo trabajan estos genios?

Jaiden asintió entusiasmado. —¡Claro! Será genial ver el proceso creativo de cerca.

Llegaron al estudio de grabación donde Bill ya los esperaba. El ambiente estaba cargado de energía creativa, y los cuatro se sumergieron en el proceso de producción musical. Fabian y Jaiden observaron con admiración cómo Tom y Bill discutían ideas, ajustaban sonidos y componían nuevas melodías.

Durante un descanso, Tom se acercó a Fabian. —¿Cómo te va con la música? ¿Has pensado en seguir escribiendo?

Fabian asintió, sacando su libreta de su mochila. —Sí, de hecho, he estado trabajando en algunas letras. Me encantaría que las escucharan y me dieran su opinión.

Tom sonrió y le hizo un gesto a Bill para que se uniera. —Vamos a ver qué tienes, chico.

Fabian comenzó a leer una de sus letras. Su voz era insegura al principio, pero a medida que avanzaba, la pasión por la música se hacía evidente. Bill asintió con aprobación. —Tienes talento, Fabian. Me gusta lo que escucho.

Jaiden, que había estado escuchando atentamente, añadió con una sonrisa. —Te dije que tenías algo especial, amigo.

Pasaron las horas entre risas, consejos y mucha música. Tom y Bill se mostraron orgullosos del talento emergente de Fabian, mientras que Jaiden lo animaba constantemente, demostrándole su apoyo incondicional.

Al final del día, regresaron a casa exhaustos pero felices. Tom y Bill se quedaron en la sala, discutiendo más ideas para sus proyectos, mientras que Fabian y Jaiden subieron a la habitación de Fabian.

—Fue un día increíble —dijo Jaiden, dejándose caer en la cama—. No puedo creer que tu papá y tu tío sean tan geniales en lo que hacen.

Fabian sonrió, sintiéndose agradecido por tener a su amigo a su lado. —Sí, es inspirador. Me hace querer seguir sus pasos y ver hasta dónde puedo llegar.

Jaiden se levantó de la cama y se acercó a la ventana, mirando el cielo nocturno. —Y llegarás lejos, Fabian. Tienes todo el potencial para hacerlo.

Mientras se preparaban para dormir, Fabian se sintió más motivado que nunca. La ausencia de Heidi era un misterio aún sin resolver, pero al menos tenía a su familia y a su amigo para apoyarlo. Decidido a seguir adelante, se prometió a sí mismo que aprovecharía cada oportunidad para mejorar y crecer en la música.

Al día siguiente, cuando Fabian y Jaiden despertaron, Tom y Bill ya tenían planes para salir. Decidieron llevar a los chicos a un restaurante caro, un lugar especial donde podían relajarse y disfrutar de una buena comida.

Mientras esperaban sus platos, Bill, siempre el curioso y bromista, miró a los dos jóvenes y preguntó:

—¿Ustedes ya han tenido una historia de amor verdadero?

Ambos chicos se miraron, y luego respondieron casi al unísono.

—No —dijo Fabian—, aún no he tenido una novia. Estoy esperando a que llegue la indicada.

Bill se echó a reír, y con un toque de lástima y camaradería, dijo:

—¡Ohh, por fin no soy el único forever alone!

Jaiden, por su parte, tomó un respiro profundo antes de hablar. Su tono cambió, y sus ojos se llenaron de una melancolía palpable.

—Era una chica llamada Helen. Ella no me quería, o al menos eso decía. Decía que yo no le gustaba, pero era mentira. Tenía el pelo largo hasta la cintura, lacio y rubio oscuro. Era delgada y un poco alta, pero más baja que yo. Lamentablemente, falleció por una enfermedad que le dio. Desde el día que no la vi más, no me volví a enamorar en mi vida.

El ambiente en la mesa se tornó serio y cargado de tristeza. Tom, Bill y Fabian miraron a Jaiden con comprensión y empatía. No sabían exactamente qué decir para consolarlo, pero su presencia era un apoyo silencioso.

—Lo siento mucho, Jaiden —dijo Tom finalmente, rompiendo el silencio.

Bill asintió, agregando:

—Es difícil perder a alguien que amas. Pero aquí tienes amigos que te apoyan.

Fabian, sintiendo la necesidad de aliviar un poco la tensión, añadió:

—Sí, Jaiden, siempre puedes contar con nosotros. Eres parte de nuestra familia ahora.

Jaiden, aunque agradecido por las palabras de consuelo, seguía mirando su plato con una tristeza indescriptible en su mirada. Los recuerdos de Helen eran agridulces, y aunque el dolor seguía presente, apreciaba el apoyo de sus nuevos amigos.

Decidieron cambiar de tema para levantar un poco los ánimos y continuaron conversando sobre otras cosas, disfrutando de la compañía y de la comida.

Después de un rato, los platos llegaron y todos comenzaron a comer. La conversación se fue animando poco a poco, con Bill contando anécdotas divertidas de sus giras y Tom hablando sobre sus experiencias recientes.

Fabian y Jaiden, aunque aún jóvenes, se sintieron parte de algo más grande, un grupo unido por la amistad y la familia. Esa tarde en el restaurante fue un recordatorio de que, a pesar de las pérdidas y los desafíos, siempre hay esperanza y la posibilidad de encontrar consuelo en los demás.

La noche cayó, y al regresar a casa, Tom y Bill decidieron ver una película. Los chicos se unieron a ellos, y juntos pasaron una velada tranquila y reconfortante.

Esa noche, cuando finalmente se fueron a dormir, Fabian y Jaiden compartieron una breve conversación.

—Gracias por escucharme hoy, Fabian —dijo Jaiden en voz baja.

—No hay de qué, Jaiden. Siempre estaré aquí para ti —respondió Fabian, con una sonrisa.

Y así, con el apoyo mutuo y la promesa de una amistad duradera, ambos chicos se durmieron, sabiendo que no estaban solos en su camino.

Hidden Rhythms | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora