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El sol brillaba alto en el cielo de Los Ángeles, proyectando sombras alargadas sobre las calles mientras Fabian y Jaiden se deslizaban por el pavimento con sus skates

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El sol brillaba alto en el cielo de Los Ángeles, proyectando sombras alargadas sobre las calles mientras Fabian y Jaiden se deslizaban por el pavimento con sus skates. Los dos amigos, disfrutando de la brisa cálida y la sensación de libertad que les brindaba el andar en skate, se mantenían en un cómodo silencio. La vida parecía estar sonriéndoles, pero ambos sabían que debajo de esa superficie de risas y diversión, había sombras que aún no se habían disipado del todo.

Fabian se dio cuenta de que Jaiden estaba más callado de lo habitual. Sus ojos, normalmente llenos de chispa, parecían apagados, como si algo lo estuviera carcomiendo por dentro. Al girar en una esquina y entrar en un parque más tranquilo, Jaiden finalmente rompió el silencio, su voz suave y cargada de una tristeza que Fabian no había notado antes.

—Fabian... hay algo que quiero contarte. Algo que he estado guardando dentro por mucho tiempo. —dijo Jaiden, deteniéndose y bajando del skate para sentarse en un banco cercano.

Fabian lo siguió, su curiosidad y preocupación creciendo al ver la expresión de su amigo. Se sentó junto a él, esperando pacientemente mientras Jaiden luchaba por encontrar las palabras correctas.

—¿Recuerdas cuando te hablé de Helen? —comenzó Jaiden, mirando hacia el horizonte, evitando el contacto visual. —La chica de la que estaba enamorado... La verdad es que, cuando supe que había fallecido, sentí que mi mundo se desmoronaba. Era como si una parte de mí hubiera muerto con ella. No sabía cómo lidiar con ese dolor, no sabía cómo seguir adelante.

Fabian asintió, recordando la historia que Jaiden le había contado antes sobre Helen, su primer y único amor. Sentía un nudo en la garganta, intuyendo que lo que venía a continuación no sería fácil de escuchar.

—Intenté todo para sentirme mejor, para llenar ese vacío. —continuó Jaiden, su voz temblando ligeramente. —Pero nada funcionaba. Estaba tan desesperado por estar con ella otra vez, por sentir su presencia, que comencé a drogarme. Me decían que las drogas podían hacerte ver cosas, y en mi desesperación, pensé que esa sería la manera de verla de nuevo, aunque fuera solo una ilusión.

Fabian sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que Jaiden había pasado por momentos difíciles, pero no tenía idea de hasta qué punto había llegado su dolor. Se quedó en silencio, dándole a su amigo el espacio que necesitaba para seguir hablando.

—Al principio, funcionó. Cuando me drogaba, veía a Helen. Hablábamos, reíamos, y por un breve momento, sentía que todo estaba bien. Pero después... después las cosas se volvieron más oscuras. Las alucinaciones se mezclaban con pesadillas, y ya no podía distinguir entre lo que era real y lo que no. —Jaiden hizo una pausa, tomando un profundo respiro antes de continuar. —Fue entonces cuando me di cuenta de que me estaba destruyendo a mí mismo. Sabía que Helen nunca hubiera querido eso para mí, así que dejé de hacerlo. Dejé las drogas, pero el dolor nunca se fue del todo. Recordar todo esto... me hace daño, pero necesitaba decírtelo.

Fabian sintió una mezcla de emociones. Por un lado, estaba agradecido de que Jaiden hubiera confiado en él con algo tan personal. Pero por otro lado, sentía una tristeza profunda al escuchar por lo que su amigo había pasado. Sin embargo, decidió no presionar más, sabiendo que Jaiden ya había revivido suficientes recuerdos dolorosos por un día.

—Gracias por contarme esto, Jaiden. —dijo Fabian, colocando una mano sobre el hombro de su amigo en un gesto de apoyo. —Sé que no fue fácil. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, para lo que necesites.

Jaiden asintió, agradecido por la comprensión de Fabian. Se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras de su amigo se asentaran antes de responder.

—Aprecio eso, Fabian. De verdad. A veces, solo hablar de ello ayuda un poco. —dijo Jaiden, esbozando una pequeña sonrisa que no llegó a sus ojos. —Pero bueno, no quiero que esto arruine nuestro día. ¿Qué tal si seguimos andando en skate y dejamos atrás estos pensamientos oscuros?

Fabian asintió, dispuesto a seguir adelante y hacer lo posible para levantar el ánimo de su amigo. Los dos se levantaron del banco y retomaron sus skates, deslizándose por las calles mientras la tarde comenzaba a caer.

Al caer la noche, los dos amigos decidieron detenerse en un pequeño parque que había cerca de su ruta. Estaban descansando cuando notaron a un grupo de chicos que se acercaba a ellos. Llevaban ropa suelta y gorras, y parecían del tipo de personas que uno intentaría evitar en un barrio bajo.

Uno de los chicos, que parecía ser el líder, los miró con una sonrisa ladeada.

—Oye, ustedes son buenos en eso del skate. —dijo el chico, haciendo un gesto hacia sus tablas. —¿Quieren unirse a nosotros? Vamos a fumar un poco y relajarnos.

Fabian intercambió una mirada con Jaiden, inseguro de qué hacer. Jaiden, por otro lado, parecía sorprendentemente relajado, como si esto no fuera nada nuevo para él.

—¿Por qué no? —dijo Jaiden con una pequeña sonrisa, aceptando el porro que uno de los chicos le ofreció.

Fabian lo miró con cierta preocupación, pero no dijo nada. Observó cómo Jaiden inhalaba el humo con la misma naturalidad con la que respiraba. El líder del grupo luego se volvió hacia Fabian, ofreciéndole el porro.

—Vamos, hermano, pruébalo. No es la gran cosa. —dijo el chico, animándolo.

Fabian dudó. Nunca había probado la marihuana antes y no estaba seguro de si quería hacerlo ahora. Pero al ver a Jaiden fumando con tanta facilidad y sin pensarlo demasiado, decidió intentarlo. Tomó el porro y lo llevó a sus labios, pero cuando inhaló, su cuerpo rechazó el humo y tosió, soltándolo todo de inmediato.

Los chicos del grupo se rieron, pero no con malicia, sino como si estuvieran viendo a alguien que claramente era nuevo en esto.

—Vamos, hombre, se nota que nunca lo has hecho. Solo respira profundo como si estuvieras respirando por la boca. —dijo el líder, mostrándole cómo hacerlo.

Fabian lo intentó de nuevo, esta vez siguiendo las instrucciones. Inhaló profundamente, dejando que el humo llenara sus pulmones. Al principio, no sintió nada, pero a los pocos minutos, comenzó a experimentar una sensación extraña. Sus pensamientos se ralentizaron y sus sentidos parecían estar más agudos. Miró a Jaiden, que parecía estar en un estado similar, con una expresión de tranquilidad en su rostro.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Jaiden, con una voz suave y relajada.

—Extraño, pero... no está tan mal. —respondió Fabian, sintiendo cómo el nerviosismo que había tenido antes se desvanecía.

Pasaron unos minutos en silencio, disfrutando del efecto de la marihuana, cuando de repente, Jaiden se acercó y Fabian y le dijo "extraño tanto a Helen.."

Hidden Rhythms | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora