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El viaje en el sedán negro parecía eterno para Fabian

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El viaje en el sedán negro parecía eterno para Fabian. Mientras el auto se deslizaba por las calles de Los Ángeles, su mente volvía a los recuerdos y las emociones que habían llevado a este momento. Finalmente, el auto giró en una calle tranquila y se detuvo frente a una casa grande y moderna.

—Hemos llegado— anunció uno de los hombres, bajando del auto para abrirle la puerta a Fabian.

Fabian salió del auto, su corazón latiendo con fuerza. Miró la casa con una mezcla de curiosidad y aprensión. Esta era la casa de su padre, el lugar donde Tom Kaulitz vivía su vida lejos de él.

Se acercó a la puerta principal, flanqueado por los hombres de negro. La puerta se abrió antes de que pudiera tocar el timbre, y un hombre alto, también vestido de negro, lo recibió con una mirada seria.

—Por aquí, Fabian— dijo, haciéndole un gesto para que entrara.

Fabian dio un paso adelante, adentrándose en el amplio vestíbulo de la casa. Miró a su alrededor, notando el lujo y la elegancia del lugar. Justo al frente, en una sala iluminada por la luz natural que entraba por las grandes ventanas, vio a cuatro hombres conversando. Reconoció de inmediato a Tom Kaulitz entre ellos. Su padre tenía el mismo aire carismático que había visto en las fotos y videos, pero ahora parecía más maduro, con una mezcla de sorpresa y nerviosismo en su rostro.

Antes de que pudiera procesar completamente la escena, sus ojos se posaron en una niña pequeña, rubia, que corría por la sala con una risa contagiosa. Ella se detuvo al ver a Fabian y lo observó con curiosidad, sus ojos grandes y brillantes llenos de inocencia.

—¡Hola!— dijo la niña, sonriendo.
—¿Quién eres?—

Fabian apenas tuvo tiempo de responder antes de que una mujer rubia de unos 40 años, elegante y con una presencia imponente, se acercara. Ella miró a Fabian con una mezcla de sorpresa y evaluación.

—Eres Fabian, ¿verdad?— preguntó con una voz suave pero firme.

—Sí, soy yo— respondió Fabian, tratando de mantener la compostura.

La mujer sonrió ligeramente y extendió una mano. —Soy Heidi. Bienvenido.—

Fabian estrechó su mano, sintiendo una extraña mezcla de emociones. Heidi Klum, la esposa de su padre, estaba frente a él, y todo parecía aún más irreal.

Tom finalmente se acercó, con una expresión complicada en su rostro. —Hola, Fabian— dijo, su voz un poco vacilante. —Me alegra que hayas llegado bien.—

Fabian asintió, sus sentimientos encontrados reflejados en sus ojos. —Hola, Tom.—

El silencio que siguió fue denso, lleno de emociones no dichas. La pequeña niña, ajena a la tensión, corrió hacia otro hombre de cabello corto y tiró de su camisa.

—¿Quién es él, papá?— preguntó, mirándolo con curiosidad.

Gustav, uno de los amigos más antiguos de Tom y el vecino de Emma, se agachó para estar a la altura de la niña y le dio una sonrisa. —Él es Fabian. Es... el hijo de Tom.—

La niña abrió los ojos con sorpresa y volvió a mirar a Fabian. —¡Guau! ¡Tengo un primo!—

Fabian sonrió levemente, su corazón sintiendo un pequeño alivio por la inocencia y el entusiasmo de la niña.

—Vamos, Fabian. Vamos a sentarnos y hablar— dijo Heidi, guiando a todos hacia la sala.

Se sentaron en el amplio sofá, con Fabian y Tom frente a frente. Heidi se sentó a un lado, observando cuidadosamente, mientras Gustav, Bill y Georg se acomodaban cerca.

—Fabian— comenzó Tom, su voz cargada de emoción. —Sé que esto es mucho para ti, y que tienes muchas preguntas. Estoy aquí para responderlas y hacer lo que pueda para que entiendas por qué hice lo que hice.—

Fabian asintió, sintiendo las lágrimas amenazar con brotar nuevamente. —Solo quiero saber por qué. ¿Por qué nos dejaste? ¿Por qué nunca intentaste contactarme?—

Tom respiró profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas. —Fue una decisión difícil. La vida que llevaba era complicada, llena de presiones y expectativas. Quería protegerte a ti y a tu madre de todo eso. Pero sé que eso no justifica mi ausencia. Me equivoqué, y lo lamento profundamente.—

Heidi puso una mano en el hombro de Tom, apoyándolo. Fabian miró a ambos, tratando de procesar lo que estaba escuchando.

—Estoy aquí ahora— continuó Tom, con la voz quebrada. —Quiero hacer las cosas bien, si me das la oportunidad.—

Fabian respiró hondo, sintiendo una mezcla de dolor y esperanza. Sabía que este encuentro no resolvería todos sus problemas, pero era un comienzo. Un paso hacia la verdad y, tal vez, hacia la reconciliación.

—Está bien— dijo Fabian finalmente, su voz llena de emoción contenida. —Vamos a intentarlo.—

La niña pequeña aplaudió con entusiasmo, ajena a la complejidad de la situación, y corrió hacia Fabián para darle un abrazo. Fabian se sorprendió por el gesto, pero correspondió, sintiendo un calor en su corazón que no había sentido en mucho tiempo.

Mientras se abrazaban, Tom y Heidi intercambiaron una mirada de alivio y esperanza. Gustav, Georg, y Bill también sonrieron, comprendiendo la importancia del momento. Sabían que el camino hacia la reconciliación sería largo y lleno de desafíos, pero estaban dispuestos a recorrerlo juntos, como una familia.

Fabian observó con curiosidad mientras el hombre de cabello rubio y medio largo se acercaba a él con una sonrisa amigable. Era evidente que este hombre tenía una conexión especial con Tom y Heidi, y su presencia añadía aún más complejidad emocional a la situación.

El hombre se detuvo frente a Fabian y extendió una mano con un gesto amistoso.

—Hola, Fabian. Soy Bill— dijo con una voz suave pero firme.

Fabian estrechó la mano de Bill, sintiendo una mezcla de sorpresa y confusión. Miró a Tom en busca de alguna explicación, y Tom asintió levemente, como confirmando la verdad que Fabian ya comenzaba a sospechar.

—Bill es mi hermano, tu tío— explicó Tom, su tono cargado de emociones contenidas.

Fabian asimiló la información lentamente. Bill Kaulitz, el legendario vocalista de Tokio Hotel, era su tío. La revelación le hizo ver a Bill con nuevos ojos, reconociendo ahora la similitud en sus rasgos faciales y gestos con Tom.

—Es un placer conocerte, Fabian— continuó Bill, su sonrisa suavizándose. —He oído mucho sobre ti.—

Fabian sonrió débilmente, sintiéndose abrumado por la rapidez con la que su vida había cambiado en solo unas horas. Miró alrededor de la sala, notando cómo los demás esperaban con expectación sus reacciones.

—Gracias por recibirme aquí— dijo Fabian finalmente, buscando las palabras adecuadas.
—Es... un poco abrumador, pero estoy contento de conocer a todos.—

Tom puso una mano en el hombro de Fabian con ternura. Heidi miraba con atención, evaluando cómo cada uno reaccionaba a la situación.

—Estamos aquí para ti, Fabian— aseguró Heidi, su tono reconfortante. —Esta es tu familia.—

Fabian asintió, sintiéndose un poco más seguro en medio de toda la incertidumbre. Sabía que este era solo el comienzo de un camino largo y complicado, pero al menos ahora tenía respuestas y un camino hacia adelante junto a su padre y su nueva familia extendida.

Bill le dio un apretón de manos a Fabian y luego se sentó nuevamente, retomando la conversación que habían dejado antes de la llegada de Fabian. Los demás también se acomodaron, listos para continuar con la discusión que ahora involucraba a todos.

Fabian se unió al círculo, escuchando atentamente mientras Tom, Heidi, Bill y los demás discutían sobre cómo procederían a partir de ese momento. Aunque las emociones seguían siendo intensas, Fabian se sintió un poco más en paz al saber que no estaba solo en este nuevo capítulo de su vida.

Hidden Rhythms | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora