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En 2006, la vida de Emma dio un giro inesperado cuando sus amigos de la banda Tokio Hotel le propusieron acompañarlos en su gira

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En 2006, la vida de Emma dio un giro inesperado cuando sus amigos de la banda Tokio Hotel le propusieron acompañarlos en su gira. La idea era emocionante y prometía aventuras que nunca había imaginado. Aceptando la oferta, Emma se embarcó en un viaje lleno de música, conciertos y camaradería, dejando atrás la rutina de su vida cotidiana.

La banda había dispuesto que Emma continuara con sus estudios a través de profesores particulares seleccionados especialmente para ella. Esta oportunidad le permitió aprender y crecer en un entorno poco convencional. Mientras los chicos actuaban y atendían sus compromisos como estrellas del rock, Emma pasaba el tiempo en los camerinos, observando el bullicio y el caos detrás del escenario.

La relación de Emma con la banda se fortaleció con cada día que pasaba. A menudo, ella aparecía en los detrás de cámaras de sus videos, compartiendo momentos divertidos y espontáneos que mostraban la vida real detrás de la fama. Los chicos la trataron como parte de la familia, siempre asegurándose de que se sintiera cómoda y bienvenida.

Una noche, después de un concierto particularmente exitoso, Tom Kaulitz sugirió que el grupo saliera a celebrar. Se dirigieron a un restaurante exclusivo, donde la risa y las historias fluían tan libremente como la comida y la bebida. Emma, sentada junto a Tom, notaba la energía especial entre ellos. Habían desarrollado una conexión única, basada en intereses comunes y una comprensión mutua que iba más allá de las palabras.

Al final de la noche, mientras los demás se retiraban a sus habitaciones, Tom y Emma se quedaron un rato más en el patio del hotel, disfrutando de la brisa nocturna y la tranquilidad que contrastaba con la excitación del concierto. Sentados en un banco bajo las estrellas, la conversación fluyó naturalmente.

—Ha sido un día increíble—dijo Emma, mirando el cielo estrellado —No puedo creer todo lo que estoy viviendo gracias a ustedes.—

Tom sonrió y asintió. —Eres parte de esto tanto como nosotros. Me alegra que hayas venido con nosotros, Emma.—

Hubo un silencio cómodo, durante el cual Emma sintió que algo especial estaba por suceder. Tom la miró con una intensidad que nunca había visto antes.

—Emma, ¿puedo proponerte algo?—preguntó Tom, su voz suave pero segura.

—Claro, Tom. ¿Qué es?—respondió ella, curiosa.

—Quiero besarte—
dijo Tom, inclinándose un poco más cerca
—Pero sin compromisos, solo como amigos. Siento que hay algo especial entre nosotros y me gustaría compartir este momento contigo.—

Emma sintió su corazón latir con fuerza. La propuesta de Tom era inesperada pero también emocionante. Sin pensarlo mucho, asintió con una sonrisa.

—Sí, Tom. Me gustaría eso.—

Con cuidado, Tom acercó su rostro al de ella y la besó suavemente. Fue un beso lleno de ternura y promesas no dichas, un momento que ambos sabían recordarían siempre. No era el inicio de una relación romántica, sino un gesto que fortalecía su amistad y la conexión especial que compartían.

Hidden Rhythms | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora