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El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de un rojo intenso mientras las sombras se alargaban en Los Ángeles

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El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de un rojo intenso mientras las sombras se alargaban en Los Ángeles. Fabian estaba en su habitación, leyendo un libro, cuando su teléfono comenzó a vibrar insistentemente en la mesa de noche. Era una llamada de Jaiden.

—¿Qué pasa, Jaiden? —preguntó Fabian al contestar.

—Fabian, escucha. Hay algo que necesito que veas. Habrá una pelea en un barrio bajo de Los Ángeles esta noche. Quiero que vengas conmigo. —dijo Jaiden con un tono de urgencia.

Fabian sintió una mezcla de emoción y temor. Nunca había estado en una pelea de ese tipo antes, pero algo en la voz de Jaiden lo impulsó a aceptar.

—Está bien, iré. ¿Dónde nos encontramos? —preguntó Fabian.

—Te recojo en diez minutos. Prepárate. —respondió Jaiden antes de colgar.

Fabian rápidamente se puso una chaqueta y salió de su casa. Diez minutos después, Jaiden llegó en su moto. La tensión en el aire era palpable mientras se dirigían al barrio bajo. Las calles se volvieron más oscuras y desiertas a medida que avanzaban, hasta que finalmente llegaron a un área que parecía completamente abandonada.

—¿De dónde sacaste esa moto?—

—No preguntes, y súbete rápido.—

—¿Estás seguro de esto, Jaiden? —preguntó Fabian, sintiendo un nudo en el estómago.

—Sí, confía en mí. Solo quédate cerca y no hagas nada impulsivo. —respondió Jaiden mientras se bajaban de la moto.

Caminaron por unas calles estrechas y mal iluminadas hasta llegar a un espacio abierto, donde un grupo de personas ya se había reunido. Había una tensión palpable en el aire, y Fabian notó que muchos de los presentes llevaban ropas moradas.

—Oye, ¿quiénes son esos? —susurró Fabian, señalando al grupo.

—Son los del barrio. No deberíamos estar aquí sin permiso. —dijo Jaiden con preocupación en su voz.

Justo cuando estaban a punto de retroceder, un grupo de hombres con chaquetas moradas apareció en el otro extremo del espacio. Uno de ellos, que parecía ser el líder, se acercó a Jaiden y Fabian.

—¿Qué hacen ustedes aquí? Este no es lugar para ustedes. —dijo el líder de la pandilla morada

Antes de que Jaiden pudiera responder, uno de los hombres de la pandilla avanzó agresivamente hacia ellos.

—¡Este es nuestro territorio! ¡No pueden estar aquí! —gritó, empujando a Jaiden.

La tensión se convirtió en violencia en cuestión de segundos. Jaiden y Fabian se encontraron rodeados por la pandilla morada, que buscaba pelea. Sin embargo, la pandilla verde intervino para defenderlos, sabiendo que Jaiden y Fabian no tenían idea de que estaban en territorio prohibido.

El espacio se convirtió en un campo de batalla. Los golpes volaban en todas direcciones, y Fabian se encontró luchando para defenderse. Jaiden, demostrando una agilidad impresionante, se enfrentaba a varios adversarios a la vez, derribándolos con movimientos rápidos y precisos.

La pelea se intensificó cuando otros tres hombres de la pandilla morada aparecieron, armados con pistolas. La situación se volvió mortal en un instante.

—¡Mierda, tienen armas! —gritó Fabian, sintiendo el pánico crecer dentro de él.

Jaiden, con una rapidez sorprendente, se lanzó hacia uno de los hombres armados, desarmándolo y tomando su pistola. Le tiró otra arma a Fabian, quien se quedó inmóvil, paralizado por el miedo.

—¡Joder, Fabian, solo dispara! —gritó Jaiden, mientras él mismo disparaba contra los hombres de la pandilla morada.

Fabian, con las manos temblando, levantó la pistola y apuntó. Nunca había disparado un arma antes, y el peso de la situación lo abrumaba. Sin embargo, sabiendo que su vida y la de Jaiden estaban en peligro, apretó el gatillo. El sonido del disparo resonó en sus oídos, y uno de los hombres de la pandilla morada cayó al suelo.

La pelea continuó, y Fabian, aún temblando, siguió disparando. A pesar de su falta de experiencia, logró derribar a otros dos atacantes. La pandilla verde, viendo la valentía de los dos jóvenes, luchó con más determinación.

Justo cuando parecía que habían ganado la pelea, uno de los hombres de la pandilla morada, que había estado escondido, se lanzó hacia Fabian por detrás. Con un golpe rápido y contundente, lo noqueó, dejándolo inconsciente en el suelo.

Jaiden, viendo a su amigo caer, gritó de desesperación y corrió hacia él, derribando al atacante con un furioso golpe. La pandilla verde finalmente logró someter a los últimos miembros de la pandilla morada, asegurando el área.

—¡Fabian! —gritó Jaiden, arrodillándose junto a su amigo. —¡Despierta, por favor!

Fabian abrió lentamente los ojos, sintiendo un dolor punzante en la cabeza. La vista de Jaiden y la preocupación en su rostro lo tranquilizaron un poco.

—Estoy bien, solo... me duele mucho. —dijo Fabian, tratando de sonreír a pesar del dolor.

—Gracias a Dios. —respondió Jaiden, ayudándolo a levantarse. —Vamos, tenemos que salir de aquí antes de que llegue la policía.

—Mierda Jaiden, nunca más te vuelvo a acompañar a ver una pelea. Los golpeados fuimos nosotros por chismosos..—

Jaiden y Fabian lograron salir del barrio bajo. Conducieron en silencio hasta llegar a la casa de Tom, donde Jaiden ayudó a Fabian a entrar.

Tom, al ver a su hijo y a Jaiden en tan mal estado, se levantó de inmediato del sofá.

—¿Qué diablos les pasó? —preguntó, la preocupación evidente en su voz.

—Tuvimos... un encontronazo. —respondió Jaiden, tratando de suavizar la situación.

Tom miró a su hijo, notando la sangre y las magulladuras. Sin decir una palabra más, se acercó a Fabian y lo abrazó, aliviado de que estuviera vivo.

Esa noche, mientras descansaban, Fabian y Jaiden reflexionaron sobre lo ocurrido. Sabían que habían tenido suerte de salir con vida, y que las decisiones impulsivas podían tener consecuencias graves. La experiencia los había acercado aún más, solidificando su amistad a través de la adversidad.

Fabian, acostado en su cama, pensó en lo que había aprendido. A pesar del peligro y el miedo, había encontrado la valentía para enfrentar una situación mortal. Sabía que había crecido y cambiado, y que la vida en Los Ángeles estaba llena de desafíos que lo harían más fuerte.

Jaiden, sentado junto a él, compartió sus pensamientos. —Hoy fue una locura, pero también fue una lección. Tenemos que ser más cuidadosos, pero también más valientes. La vida aquí no es fácil, pero estoy agradecido de tenerte como amigo. Y gracias por acompañarme,  me metí en problemas con esa gente por unas "drogas"—

Fabian asintió, sintiendo una profunda gratitud por la amistad y el apoyo de Jaiden. —Sí, aprendimos mucho hoy. Y estoy seguro de que podemos enfrentar cualquier cosa juntos. Por favor no te metas en esa vida—

















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Hidden Rhythms | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora