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El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando Tom Kaulitz ya estaba despierto

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El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando Tom Kaulitz ya estaba despierto. Había pasado una noche inquieta, con una sensación de preocupación en el fondo de su mente. Los eventos de la madrugada aún lo mantenían en vilo. Al escuchar ruido en la madrugada, su instinto paternal lo llevó a revisar las cámaras de seguridad de la casa, y lo que vio lo dejó perplejo. Había sido Fabian, acompañado por Jaiden, quienes habían entrado sigilosamente en la casa. Pero lo que más lo preocupó fue el estado en que se encontraban.

Esa mañana, Tom estaba en la cocina, intentando mantener la calma mientras preparaba un café. Sabía que debía hablar con Fabian, pero necesitaba mantener la compostura. Sin embargo, antes de que pudiera pensar en cómo abordar el tema, su teléfono vibró. Al desbloquear la pantalla, encontró varios mensajes de personas que conocía, todos con un tono alarmante.

Uno de los mensajes incluía una foto, y al abrirla, el corazón de Tom se hundió. Era una imagen de Fabian y Jaiden fumando marihuana en lo que parecía ser un parque o un callejón. La expresión relajada de Fabian en la foto contrastaba con el peso de la realidad que caía sobre Tom en ese momento.

"¿Qué demonios estás haciendo, Fabian?" murmuró para sí mismo, con una mezcla de ira y decepción surgiendo en su pecho.

Unos minutos más tarde, escuchó pasos en las escaleras. Fabian bajaba, todavía medio dormido, con la cabeza llena de los eventos de la noche anterior. Su plan era desayunar algo rápido y luego ver a Jaiden, quien aún estaba durmiendo. Pero al llegar a la cocina y ver la expresión seria de su padre, supo que algo no estaba bien.

Tom se dio la vuelta, sosteniendo su teléfono en la mano, con la foto aún visible en la pantalla. Sin perder un segundo, se enfrentó a su hijo.

—¿Fabian, qué es esto? —preguntó, su voz cargada de una furia contenida mientras le mostraba la imagen.

Fabian, sorprendido y desconcertado, no supo qué decir. Sus pensamientos iban a mil por hora, intentando encontrar alguna explicación, alguna excusa que pudiera apaciguar la situación. Pero en su silencio, Tom interpretó el peor de los escenarios.

—¿Yo te doy todo y tú me sales con esto? —continuó Tom, su voz elevándose con cada palabra. Había una mezcla de decepción y enojo en su tono, una mezcla que a Fabian le resultaba dolorosa de escuchar.

La acusación hirió a Fabian de una manera que no esperaba. Levantó la vista, sus ojos encontrando los de su padre. En ese momento, todas las emociones que había estado reprimiendo durante años comenzaron a burbujear en la superficie.

—¿Todo? —replicó Fabian, su voz temblando ligeramente, pero con una chispa de desafío en su tono.

Tom, sin captar completamente el cambio en la atmósfera, asintió con la cabeza. —Sí, todo. Si no fuera por mí, ahorita no estuvieras donde estás.

Eso fue suficiente para romper la barrera que había estado conteniendo las emociones de Fabian. Las palabras de su padre lo hirieron profundamente, y finalmente, todo lo que había guardado comenzó a salir.

—No te equivoques —replicó Fabian, su voz ahora firme. —Quien me dio todo fue mi mamá.

Tom quedó momentáneamente desconcertado por la respuesta. No esperaba ese tipo de reacción, y mucho menos con tanta convicción.

—Sí, claro —dijo Tom, intentando restar importancia a las palabras de su hijo, pero algo en la mirada de Fabian lo detuvo.

Fabian dio un paso hacia adelante, su cuerpo tenso con una mezcla de ira y dolor. —Claro que sí. Tú lo único que me diste fue un abandono y un trauma. Fue mi mamá la que estuvo todo ese tiempo.

Las palabras resonaron en la cocina, llenando el espacio con una tensión palpable. Tom sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago. Sabía que había cometido errores, sabía que su ausencia había dejado marcas en su hijo, pero escuchar esas palabras en voz alta, dichas con tanta convicción, fue como un balde de agua fría.

Por un momento, no supo qué decir. Sus pensamientos se enredaron mientras trataba de encontrar una respuesta, una manera de justificarse, de explicarse. Pero antes de que pudiera hablar, Fabian continuó.

—¿Sabes lo que es crecer sin un padre verdad? Al menos tú tenías a tu hermano pero yo no, yo siempre estuve solo. —continuó Fabian, su voz ahora llena de emoción
—Ver a todos los demás niños con sus padres, mientras yo tenía que conformarme con las fotos
del día del padre con mi mamá. ¿Sabes lo que es esperar años para que aparezcas, y cuando finalmente lo haces, te comportas como si no hubieras hecho nada mal?

Tom abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salieron. Las emociones que veía en los ojos de su hijo eran demasiado intensas, demasiado reales. Había estado tan concentrado en sus propios sentimientos de culpa y arrepentimiento que nunca había considerado plenamente el impacto que sus acciones habían tenido en Fabian.

—Tú no me diste todo, Tom. —dijo Fabian, utilizando el nombre de su padre en lugar de "pa", lo que hizo que Tom se estremeciera—Mi mamá me dio todo. Ella estuvo allí cuando tú no estabas. Ella me consolaba cuando me sentía solo, cuando me preguntaba por qué no tenía un papá como los demás niños. Así que no vengas a decirme que me diste todo, porque no es cierto.

El silencio que siguió fue abrumador. Tom sintió una mezcla de vergüenza, dolor y arrepentimiento. No había nada que pudiera decir en ese momento que pudiera arreglar el daño que había causado. Lo sabía, y eso lo destrozaba por dentro.

Fabian, con la respiración acelerada y las manos temblorosas, retrocedió un paso. Había dicho lo que había necesitado decir durante años, pero en lugar de sentirse aliviado, solo sentía un vacío aún mayor. Quería que su padre entendiera, que realmente entendiera el dolor que había causado. Pero al ver la expresión en el rostro de Tom, no estaba seguro de que eso fuera posible.

Sin decir una palabra más, Fabian se dio la vuelta y salió de la cocina, dejando a su padre solo con sus pensamientos y su culpa. Mientras subía las escaleras, su mente estaba nublada por una mezcla de emociones conflictivas. Sabía que la relación con su padre nunca había sido fácil, pero después de esa confrontación, no estaba seguro de si alguna vez podría sanar.

Tom, aún en la cocina, se quedó mirando la foto en su teléfono. La imagen que había desatado toda esa tormenta ahora parecía insignificante en comparación con lo que había perdido en esos minutos. Supo en ese momento que, si quería alguna esperanza de recuperar a su hijo, tendría que empezar por reconocer y reparar los errores de su pasado.

Pero por ahora, todo lo que podía hacer era quedarse ahí, en medio del silencio, enfrentando las consecuencias de sus acciones y la cruda realidad de lo que significaba ser un padre.

Hidden Rhythms | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora