Capítulo 15 - Otra vez no, porfavor...

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Narra Ainhoa

- Entra en casa. Me dijo bruscamente agarrándome del brazo.

- Suéltame Tom. Me estás haciendo daño. Le dije intentando zafarme de su agarre.

Automáticamente él lo apretó más.

- QUE TE HA DICHO QUE ENTRES. Me empujó para dentro.

Entre por obligación en la casa que compartíamos hace un par de meses antes de que él cerrara a sus espaldas la puerta con llave.

- Estoy hasta los cojones de tus comportamientos de niñata. Te enteras? Me dijo encarándose.

- PERO QUE DICES... Intenté defenderme.

- ¡¡QUE SI TE ENTERAS!! Me dijo gritándome y agarrando mi cuello bruscamente con su mano dejando marcas rojas en este.

- Haber si te entra en esa cabecita que tú para mí solo eres una cara bonita. TE QUEDA CLARO? Me gritó.

Yo para este punto ya estaba llorando a mares y sin posibilidades de defenderme porque me tenía completamente agarrada.

- Que seas famosa. Porque según la gente actúes bien. Y estés buena, no significa que tengas derecho a opinar sobre mi en entrevistas como si tú fueras más que yo. ENTENDIDO??

En ese momento en el que yo fui a hablar note como un punzante dolor aumentaba en mi mejilla derecha.

Otra vez no, porfavor. Pensé

- Haber si así te queda claro de una vez que aquí el que manda soy yo. Y SOLO YO. Me dijo a escasos centímetros de mi cara a un volumen tan alto que temia que los vecinos se enteran de lo que estaba pasando, cuando me proporcionó otro golpe.

No era la primera vez que pasaba, y yo siempre esperaba que fuera la última.

El problema, nunca lo era.

Después de eso vinieron los empujones, los agarres y lo peor, los besos.

Empezó a besarme los labios con tanta fuerza que pensaba que me los iba a arrancar y para ese punto yo nada más hacia que llorar y suplicarle que no lo hiciera, que no volviera a sobrepasarse.

Los besos bajaron hasta mi cuello donde las marcas de sus tirones y agarrones decoraban mi cuello dejando una sensación de escozor que ahora se convertía en presión por los chupetones que me estaba dejando.

La cosa aquí no acabó y siguió bajando hasta mis pechos. Los cuales estaban cubiertos por un vestido que agarró y partió en dos en cero coma.

En ese punto comenzó el llanto, ya no eran lágrimas rebeldes, se habían vuelto sollozos intensos junto a pérdidas de aire.

Estaba al borde del ataque de ansiedad cuando comenzó a amasarme los pechos con demasiada fuerza y los sollozos se transformaron en gemidos de dolor.

En cuestión de segundos mi mirada se dirigió a la del espejo de la entrada donde el reflejo no podía aterrarme más.

Juré nunca tener que pasar otra vez por esto después de la primera vez, pero ya lo había vivido tantas que había perdido la cuenta.

Nuestro reflejo me llevó a la realidad de nuevo cuando vi que él comenzaba a descender por mi cuerpo. Dejando a simple vista mis pechos todos llenos de marcas rojas y chupetones causados por él...

Por el que se suponía que era mi pareja, me quería y respetaba.

Llegó a mi punto débil y cuando cogió mi ropa interior para quitármela de repente...

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